Capítulo 6

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Pov. Adaria

¿Qué hace Anatia aquí?, ¿cómo es posible que esté en el infierno estando viva?, y además no es que esté en una sala destinada para el alma pecadora, aunque estoy segura que ella nunca acabará ahí, es demasiado buena, sino que está en palacio, mirando a su alrededor y a mí intentando probablemente saber dónde está y por qué, la segunda pregunta yo también me la planteo.

-¿Qué haces aquí? - le pregunto y ella me mira.

-No lo sé muy bien - me dice sincera - la marca me empezó a arder y doler, y fue disminuyendo según me acercaba a ti, estoy casi segura que tiene que ver con eso de que ahora soy tu guardiana, así que agradecería si me contaras todo por favor - me dice tranquila - ah, ¿y dónde estamos? - no puedo evitar que se me forme una sonrisa maliciosa.

-Bienvenida al infierno, concretamente a palacio - digo y ella me mira con los ojos desorbitados.

-¿Estás de broma? - me pregunta incrédula.

-Ya sabes cómo son mis bromas, ¿te parece a ti una de ellas? - digo ampliando mi sonrisa.

-No, tus bromas suelen acabar con algún hueso roto - admite y yo suelto una pequeña risita traviesa.

-Me alegra saber que me conoces tan bien, en verdad serás una gran guardiana - digo orgullosa de ella, y ella me mira con cara rara.

-Pensaba que seguiríamos como amigas y ya está - me dice confundida.

-Esa era mi intención inicial, pero ya que eres mi guardiana y eso es algo irreversible, tendrás que aguantarte - le digo sonriente.

-En verdad que eres bipolar - oigo que murmura por lo bajo.

-No soy bipolar, sencillamente sé replantearme las cosas - digo encogiendome de hombros, y la oigo suspirar.

La indico que me acompañe e ingresamos en la gran biblioteca del castillo, y cuando digo gran, me refiero a inmensamente grande, es la sala más grande del edificio, con estanterías que superan los 5 metros de altura, la verdad es que es una de mis salas favoritas y donde mayor tiempo paso, además de la sala de armas, y la sala de torturas, mi habitación no es un lugar al que recurra mucho.

-Increíble - dice Anatia mirando las estanterías con una gran sonrisa y la cara iluminada, le encanta la lectura, igual que a mí.

-Me alegra que te guste, porque vas a tener que ir tú a por los libros - le digo indicándole las estanterías de arriba, y ella me mira con el ceño fruncido.

-¿Y cómo quieres que llegue ahí arriba?, ¿hay alguna escalera que no haya visto? - dice mirando a todos lados.

-Irás volando a por los libros - ella me mira confundida y yo me río un poco - te recuerdo que los demonios guardianes tienen alas - digo burlona.

-¿Y yo también las tendré?, es decir, ¿también tengo alas negras? - pregunta asombrada y emocionada.

-Es lo más seguro, inténtalo.

-¿Cómo?

-Imagina que unas alas salen de tu espalda, así de sencillo - al decir eso cierra los ojos y pone cara de estreñida, a lo cual me río a carcajadas - estás intentando que te salgan alas, no cagar.

Ella abre los ojos confundida y me mira molesta, yo sencillamente me sigo riendo, por lo que al final bufa cansada de mi actitud, y vuelve a cerrar los ojos para concentrarse. Al cabo de un rato en el cual pasé de estar divertida por su cara a estar fastidiada por la espera, de la espalda de Anatia salieron dos grandes alas blancas, un momento, ¿blancas?

-¿No que eran negras? - pregunta Anatia confundida mirando sus alas.

-Todos los demonios guardianes tienen alas negras, nunca blancas, no sé por qué las tuyas son así - digo y ladeo la cabeza - además de que son más grandes de lo normal.

-Genial - dice con sarcasmo - y yo que prefiero el negro al blanco - dice con un puchero, a veces se puede comportar como una niña pequeña.

-Lo sé, además, así ya tienes el pack completo de ángel, no solo te comportas como una, sino que pareces una, ya no te falta nada - digo divertida.

-Muy graciosa - me dice fulminandome con la mirada - pinche vida.

-No lo haces bien - digo mirándola con una ceja alzada, suena mal cuando dice pinche o bitches, no sabe decirlo bien.

-Vale - bufa cansada - ¿ahora qué?

-Busca en las estanterías los libros sobre los demonios guardianes.

-¿Debo buscar donde diga demonio guardián o simplemente guardián?

-Es lo mismo, puede aparecer con cualquiera de los dos nombres.

Anatia asiente y empieza a intentar volar, aunque ya desde el principio se va directa al suelo y cae de culo, no lo puedo evitar y me río, y más al ver las caras que hace. Ella me fulmina con la mirada y yo me encojo de hombros, resopla, se levanta e intenta volver a volar, esta vez consiguiéndolo y chocándose contra una estantería, por lo que otra vez acaba en el suelo y yo me vuelvo a reír.

-En lugar de reírte podrías ayudarme - se queja Anatia desde el suelo.

-Pues no sé cómo, yo no tengo alas - le digo divertida.

-¿Te divierte mucho que me haga daño? - me pregunta cabreada, iba a decir algo, pero me detiene - no hace falta que respondas, ya sé la respuesta - dice y se levanta.

-Oh vamos, tienes que admitir que tú en mi lugar también te reirías.

-Puede, pero también te preguntaría si estás bien - me dice mirándome mal y con los brazos cruzados.

-Creo ya habértelo dicho - digo seria - no soy cortes, educada, ni nada que se le parezca.

-Eso ya lo sé, y no hace falta que lo seas para preocuparte por alguien - dice exasperada - en fin, vamos a buscar los libros, pero ni de broma vuelvo a volar, ¿cómo se quitan las alas?

-Imagínate sin ellas - le digo sin más.

Ella así lo hace y las alas desaparecen, y luego empieza a mirar los libros de los estantes de abajo. Yo por mi parte me quedo mirándola, supongo que tiene razón, podría haberle preguntado qué tal estaba a parte de reírme, estoy segura que si hubiera sido a la inversa, ella me lo hubiera preguntado y se habría preocupado de si me hubiera hecho daño, una cosa es no ser delicada y otra no preocuparte por alguien, y Anatia en cierta forma se merece mi preocupación, estar conmigo le ha traído muchos problemas.

-¿Estás bien? - le pregunto, ella se me queda mirando anonadada - no pienso repetirlo - le dejo en claro.

-Sí, es solo que me ha sorprendido, pensé que pasarías de mi regaño, como siempre - dice levantándose, ya que estaba agachada.

-No te acostumbres, no pienso cambiar mi forma de ser ni por ti ni por nadie, pero en esta ocasión te tengo que dar la razón, tú te habrías preocupado por mí.

-Pues claro que me habría preocupado, somos amigas, es lo que hacen las amigas, ¿acaso no existe la amistad entre demonios?

-La verdad es que no, puede haber lealtad, compañerismo, pero no amistad - le digo seria - puede que yo sea la demonio más fría y cruel del reino, no lo pienso negar, pero también es un hecho que soy la única que tiene una amiga, ya que los demonios no creemos en la amistad, cuando nos unimos es para conseguir un beneficio, nada es porque sí.

Anatia se me queda mirando con una cara de horror que nunca antes había visto en ella, ¿es tan terrible para ella que no exista la amistad entre demonios?, no la puedo comprender la verdad, aquí es algo de lo más normal, somos demonios, no humanos, no por nada nuestras auras son negras, no existen buenos sentimientos entre nosotros, incluso los demonios que se casan no lo hacen por un noble sentimiento como el amor, sino por intereses mutuos, no sé de qué se sorprende.

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Hola, espero que os haya gustado el capítulo, solo quería avisar que a partir de ahora publicaré un nuevo capítulo de esta historia todas las semanas, el viernes o el sábado, hasta la semana que viene.

Una humana para la demonio *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora