Capítulo 10

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Pov. Adaria

Anatia se despide de mí, pero yo no lo hago, puede parecer que estoy siendo fría e injusta con ella, y es probable que tengan razón, pero también entiendan que soy una demonio, un ser frío por naturaleza, y aunque su compañía me agrada, también me perturba, se suponía que era el amor lo que te cambiaba, no la amistad, estúpidos humanos ignorantes.

Las contadas ocasiones en que he leído un libro humano, siempre las personas cambian por amor, para complacer a la otra persona, cuando hasta yo me doy cuenta que eso es una estupidez, si realmente fuera un amor sincero, no intentaría cambiar a la otra persona, hacer eso es sinónimo de que no lo amas como es, y que lo diga yo manda cojones.

Y sin embargo yo estoy cambiando por una amiga, en mi vida había leído algo semejante, aunque es cierto que un guardián o guardiana te puede cambiar, ya que existe un vínculo entre ambos muy fuerte, pero venga ya, ella ya me empezó a cambiar antes de que fuera mi guardiana, y lo peor es que ni siquiera me había dado cuenta.

Reconozco que sigo siendo fría, cruel, sádica, y muchas cosas más, pero también me doy cuenta que en una escala bastante menor, antes era raro el día que no mataba a al menos una persona por puro placer, y ahora si mato una cada tres o cuatro días, ni tan mal, y eso es algo que no debería permitir, pero al mismo tiempo no siento la misma sed de sangre que antes.

Golpeo la pared frustrada, nunca imaginé que una simple humana podría afectar tanto mi vida, su bondad e inocencia es algo que a los demonios como yo nos encanta destruir, y sin embargo, de solo pensar que alguien pueda intentar hacer eso, digamos que mi sed de sangre vuelve multiplicada por mil y con unas ansias de torturar a esa persona que, aún estando en el infierno, llegarían al cielo.

En mi puta vida me voy a enamorar, eso es un hecho, los demonios nos es imposible amar, va contra nuestra naturaleza, pero en casos extremos, podemos sentir cariño o afecto por una persona, aunque no en el ámbito romántico, y está claro que me he encariñado con prácticamente una niña humana.

Sonrío con malicia, ella odia que la llamen niña, la hace sentir como si le estuvieran diciendo que tiene 6 años, y aunque a veces se comporta como tal, ella siempre deja bien claro que es una adulta, una chica de 20 años, y que el hecho de tener a veces una actitud inmadura, no la vuelve una niña.

Sacudo la cabeza frustrada, ¿por qué coño estoy pensando en ella?, cualquiera que se metiera en mi cabeza podría pensar que estoy enamorada, y la sola idea me da asco, no por el hecho de que ella sea mujer, la mayoría de demonios somos bisexuales, lo que importa es el placer, eso es lo que dicen, yo nunca lo he hecho, prefiero otros tipos de placeres.

Me da asco la idea de verla como otra cosa que mi amiga y mi guardiana, incluso la idea de que ella esté con alguien en una relación íntima me asquea. Me río sin poder evitarlo ante la loca idea que me ha venido, en la cual yo soy Artemisa, y Anatia es parte de mi cortejo, a ella le encanta la mitología griega.

Intento despejar mi cabeza y centrarme en los libros que hemos traído de la biblioteca, si Anatia vuelve hoy, será dentro de unas horas cuando no haya riesgo de que sus padres la descubran, si no, la veré mañana, es cierto que aunque sea mi guardiana no tiene por qué ser como un demonio guardián, puede que solo haya cogido una serie de capacidades necesarias para cumplir su función, y no todas las ventajas que tenemos los demonios.

Por más que intento centrarme en el libro que tengo entre las manos, no puedo, sencillamente no puedo, mi cabeza no para de dar vueltas al asunto, una y otra vez como un maldito disco rayado, en el cual la pregunta ¿por qué? no para de repetirse para intentar descubrir el motivo de mi cambio, el motivo por el cual Anatia me está cambiando.

Intento de todas las formas posibles sacar todas esas tonterías de mi cabeza, pero me resulta imposible, por lo que, frustrada, decido dejar el libro y subir al mundo terrenal a despejarme un poco, tal vez encuentre una presa fácil a la cual torturar y matar, de seguro eso me distrae un poco.

Sin muchos preámbulos, creo un portal que me lleva al mundo terrenal, concretamente en el bosque cerca de la ciudad donde vive Anatia, donde podré empezar mi cacería, si tengo suerte, encontraré a algún roguer en unos minutos, al ser este bosque tierra neutral, es decir, que no está bajo el control de ninguna manada, clan, aquelarre o grupo de sobrenaturales, aquí se pueden encontrar roguer o desterrados fácilmente.

Para mi buena suerte, encuentro un vampiro desterrado, por lo que puedo disfrutar de una sesión de tortura gratificante, pero desgraciadamente, mi presa era tan débil que no aguantó ni media hora, lo cual me fastidió, pero bueno, al menos he tenido un rato agradable en el cual no he pensado demasiado.

Sin ni siquiera darme cuenta, he acabado frente a la casa de Anatia, las luces están encendidas, pero no por ello pienso llamar a la puerta, soy consciente que estas no son horas de visita, y tampoco es como que tenga una escusa para aparecer por aquí, por lo que decido mantenerme cerca, pero no tanto para que no me noten.

Esto me recuerda un poco a cuando la estaba vigilando antes de ser amigas, prácticamente hacía lo mismo, mirar sin ser vista, algo bastante sencillo para cualquier demonio, se pondría decir que es el equivalente humano de aprender el abecedario, algo básico que se enseña desde pequeños.

A través de las ventanas puedo apreciar que la madre está fregando la vasija mientras habla con su marido, ambos muy sonrientes, eso no me interesa. Paso a observar la planta de arriba, concretamente la habitación de Anatia, la cual parece que está preparando todo lo que necesitará para ir mañana a la universidad.

Anatia tiene la costumbre de prepararlo todo el día antes para después no tener que ir con prisas, pero siempre lo hace por la noche, como si en el día no pudiera hacerlo, aunque también es cierto que pasa todas las tardes varias horas conmigo, y un par de ellas con sus padres. Me sorprende que tenga tiempo para estudiar y sacar las notas que saca.

Ella siempre se preocupa por todos, intenta que todas las personas que quiere estén bien y poder estar con ellas, aunque eso más de una vez le ha metido en un lío, pero eso parece que a ella no le importa, hace lo que cree correcto sin importarle las consecuencias que eso acarreará después.

En ese sentido la admiro, tiene una fuerza y una entereza de la cual la mayoría carece, incluso entre los demonios, otra cosa que hizo que me llamara la atención, y no me arrepiento de haberme presentado ante ella y haberme hecho su amiga, es más, tampoco me arrepiento de haberla convertido en mi guardiana, aunque realmente fuera un accidente.

Es entonces cuando me doy cuenta, ya sé por qué siento lo que siento, por qué he cambiado con su presencia, por qué la simple idea de que la dañen me enfada tanto, por qué no deseo que se separe de mi lado y sería capaz de matar sin miramientos a quien intentase algo contra ella o nuestra amistad.

No me creo lo ciega que he estado, ni tampoco cómo es posible que haya ocurrido, pero no puedo negarlo, es un hecho, quiera o no. La quiero y la siento como una hermana pequeña, por eso siento este instinto protector con ella, y cambio inconscientemente para que ella esté feliz y orgullosa de mí, porque Anatia, para mí, es mi hermana pequeña, diga lo que diga la sangre.

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Hola, espero que con este capítulo entiendan mejor la actitud de Adaria hacia Anatia, no es amor romántico lo que siente por ella, sino el cariño de una hermana mayor.

Una humana para la demonio *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora