Capítulo 7

1K 128 14
                                    

Pov. Anatia

¿Me toma el pelo?, ¿cómo puede decir eso así tan normal?, es horrible, no entiendo cómo es que no existe la amistad entre demonios, vale sí, son demonios, seres malos por naturaleza, pero vamos, ¿por qué no pueden tener amigos?, no es nada malo, es más, es bueno tener amigos con los que contar en los malos momentos.

-Eso es horrible, además de triste - le digo con angustia, ella se encoge de hombros.

-Es lo normal, no necesitamos amigos - me dice despreocupada.

-Todo el mundo necesita amigos en algún punto de su vida, la familia y los amigos de verdad son los únicos con los que realmente podrás contar - le digo semi gritando, y ella mira hacia otro lado.

-Las cosas aquí son muy distintas, uno realmente no puede confiar ni contar con nadie, todo el mundo quiere lo mejor para sí mismos sin pensar en el resto, por algo somos demonios.

-¿Y qué hay con tu familia?, ¿con ellos tampoco puedes contar? - pregunto aún más angustiada, siento pena por ella, y sé que ella odia que le tengan pena o lástima; ella solo se ríe sin una pizca de humor.

-Mis padres solo se preocupan de ellos mismos, como cualquier otro demonio, solo buscan que yo me comporte para que asuma el cargo y ellos sean libres de hacer lo que les plazca, sin importar lo que yo quiera o sienta, ¿te parece realmente que pueda contar con ello? - dice y me mira, se ve claramente cabreada - no puedo contar con nadie - dice y vuelve a desviar la mirada.

-Puedes contar conmigo - digo suave, y ella me mira.

-Por ahora - me dice fría, lo cual me duele - puede que los humanos hagáis amigos y confiéis y contéis los unos con los otros, pero a la hora de la verdad, cuando más se necesita de alguien, los amigos desaparecen.

-No siempre, si la amistad es verdadera, la persona se queda hasta el final - digo intentando que mi voz no se vea afectada por el nudo que tengo en la garganta.

-Eso es muy raro - me dice seria.

-Pero los hay - digo un poco más fuerte - y yo no te dejaré cuando lleguen los momentos difíciles, yo nunca abandonaría a una amiga.

-Y sin embargo, ellas te abandonan a ti - dolió, claro que dolió, duele que le recuerden a una todas las decepciones que te has llevado al confiar en las personas equivocadas.

-Puede ser - digo intentando no llorar - pero tú lo has dicho, son ellas, no yo, tú me apoyaste cuando peor estaba, cuando sentía que todo mi mundo se venía abajo - no puedo evitarlo más y empiezo a llorar - y yo no te dejaré a ti, es una promesa, y tú sabes que yo nunca rompo mis promesas.

Tengo la visión un poco borrosa por culpa de las lágrimas que mis ojos liberan en un intento inútil de mitigar el dolor, duele que tu mejor y única amiga te recuerde las malas experiencias pasadas, y peor aún, que dude de la amistad que tenemos, que piense que yo también me iré cuando las cosas se compliquen, algo que nunca he hecho ni haré.

La miro fijamente y creo poder ver algo de culpa en sus ojos, aunque su rostro se muestre neutro, la conozco, la conozco mejor de lo que ella cree. Parece que quiere decirme algo, pero no dice nada, solo apreta los puños y desvía la mirada, se nota que está frustrada.

-Será mejor seguir buscando los libros sobre los demonios guardianes - digo intentado deshacerme de todas las lágrimas.

Adaria no dice nada, solo asiente y empieza a buscar sin dirigirme la palabra o una simple mirada, por lo que decido hacer lo mismo, solo que yo de vez en cuando la miro de reojo, no sabría decir muy bien cómo se encuentra, ya que prácticamente me da la espalda, pero puedo notar que está rígida, lo cual no es bueno.

El tiempo va pasando, y yo no encuentro ningún libro que indique guardianes o demonios guardianes, aunque, sinceramente, en este tiempo me he puesto a pensar, y no entiendo cómo puedo saber lo que ponen estos libros, a ver, me imagino que no estarán escritos en castellano, así que, ¿cómo puedo leerlos y saber lo que ponen?, ¿será cosa de ser guardiana?, tengo que preguntárselo, aunque no sé si ahora es un buen momento.

-¿Puedo hacerte una pregunta?, a parte de esta - le pregunto.

-Puedes hacerla, otra cosa es que te la conteste - me responde sin mirarme.

-¿Cómo es que entiendo lo que ponen los libros?, imagino que están escritos en un idioma que ni siquiera sé el nombre.

-Así es, están escritos en Skaietl, un idioma más antiguo que el sumerio.

-Eso no responde a mi pregunta de cómo lo entiendo.

-Eres mi guardiana, ¿tú qué crees? - con esas últimas palabras, me vuelve a ignorar.

Decido seguir buscando y dejar de lado el tema de Adaria, algo me dice que está teniendo una pelea interna consigo misma, lo mejor es darle tiempo para que se aclare sin que nadie la presione. Pero parece que la suerte no está de nuestro lado, ya que oigo perfectamente como la puerta de la biblioteca es abierta.

-Escóndete - me ordena Adaria.

No hace falta que me lo diga dos veces, corro y me escondo detrás de unas estanterías, ya sé que no es el mejor escondite, pero tampoco es como que pueda elegir un lugar mejor dentro de esta biblioteca, además, desde aquí puedo ver lo que hace Adaria y el tipo que acaba de entrar en la biblioteca, el cual tiene pinta de mayordomo o algo así.

-Frederic, ¿qué haces aquí? - pregunta molesta Adaria.

-La reina me ha mandado a buscarla para avisarla de que ella y el rey la esperan en la sala del trono - dice el tal Frederic.

-Ag, dile a esos pesados que iré en un rato.

-La reina ha insistido en que requiere su presencia de inmediato.

-Pues dile a la reinita que iré cuando me dé la puta gana - genial, Adaria tiene los ojos negros, eso significa que está cabreadísima.

-Como ordene - dice Frederic intentando no tartamudear y temblando como una hoja de papel, por no hablar de su palidez.

No tarda ni dos segundos en salir de la biblioteca, está claro que estaba muy asustado por la reacción de Adaria, y no es para menos, todo el mundo sabe que cabrearla es buscarse una muerte segura, menos para mí, pero tampoco voy a tentar a la suerte, por lo que, con cuidado y atenta a sus movimientos, me acerco a ella.

-¿Estás bien? - le pregunto, y al instante me dan ganas de darme una bofetada, que pregunta más tonta.

-No, ahora mismo preferiría estar en el mundo terrenal - si mal no recuerdo, el mundo terrenal es la tierra normal, el mundo celestial es el cielo, y el mundo infernal es donde estamos, es decir, el infierno.

-Pues ve, no sería la primera vez que le das un desplante - sé que más de una vez es lo que ha hecho.

-Ya me gustaría - dice riéndose con su sonrisa maliciosa, parece que la Adaria de siempre ha vuelto.

-¿Qué te lo impide?

-Que conozco a esa mujer y sé que habrá bloqueado las salidas para asegurarse de que vaya.

-Vaya forma de referirte a tu madre - digo sin poder evitarlo, ella se encoge de hombros.

-Tampoco es como que ella se haya ganado el título de madre, mujer más despreciable no la hay - lo he dicho y lo repito, ¡vaya forma de referirse a su madre! - en fin, tengo que ir a hablar con esos pesados, vuelvo en un rato.

No espera una respuesta de mi parte antes de salir de la biblioteca y dejarme sola, resoplo molesta, pero en fin, ella es así, no tengo intención de cambiarla, además de que tampoco soy quién para ello, así que olvido el tema y me centro en buscar algún libro sobre guardianes o demonios guardianes entre tantos ejemplares.

Una humana para la demonio *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora