Capítulo 2

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Pov. Adaria

Hola, me llamo Adaria, y soy la princesa de los demonios, y para mi desgracia, la futura reina, lo sé, es un asco, no me gusta para nada la idea de ser reina, no quiero tener que estar todo el maldito día sentada en un trono dando órdenes o firmando documentos, creo que no hay cosa más aburrida en el mundo.

Muchos me consideran una mujer fría, calculadora, sádica y otras tantas cosas más, y no voy a negar que lo soy, pero a diferencia de ellos, yo no le veo lo malo a ello, me gusta como soy y lo que hago, nadie me comprende, o bueno, casi nadie.

Tengo una amiga, aunque cueste creerlo, y además humana, quién me lo iba a decir, pero la verdad es que me cae bien, ella a diferencia del resto no me crítica por lo que soy o lo que hago, sencillamente dice que no está de acuerdo, pero que es mi vida y yo sabré lo que hago, ya me gustaría que todos fueran como ella, o al menos esos seres que debo llamar padres para que dejen de molestarme.

Con ella no soy tan fría como con el resto, básicamente porque ella me agrada, además de que es diferente a cualquier otra persona que haya visto, no sé explicarlo muy bien, pero hay algo en ella que no logro descifrar, su aura es algo que jamás había visto en ningún otro ser.

Normalmente las personas, humanos o no humanos, tenemos un aura con el color que nos caracteriza, como en el caso de los ángeles completamente blanca, y en el caso de los demonios completamente negra, aunque el color del aura no es exclusivamente de una especie, los humanos son un claro ejemplo, igual que hay humanos con un aura blanca, también los hay con un aura negra.

Lo que me llama la atención del aura de Anatia es que no es de un único color, o un par de colores de la misma gama, cosa poco frecuente, pero que los hay; sino que su aura es dorada la parte más cercana al cuerpo, y negra en la parte más externa, pero sin mezclarse en ningún momento, lo cual me confunde, ya que nunca había visto un aura así, ni tampoco había oído hablar de una así.

Por supuesto Anatia no lo sabe, le he contado algunas cosas acerca del mundo sobrenatural, incluso del mundo demoníaco, ya que sí, venimos del infierno y podemos subir a la tierra siempre que nos da la gana, bueno, si eres lo suficientemente fuerte, los demonios débiles no pueden salir del infierno; pero de su aura no es un tema que haya tocado.

-Adaria - me llama la plasta de la reina, o para mi desgracia, mi madre, ¿ahora qué querrá?

-Voy - le grito sin ganas, por cosas como éstas son por lo que me gusta pasar el mínimo de tiempo posible en el infierno.

-Hasta que llegas.

-Solo he tardado dos minutos - digo y ruedo los ojos fastidiada por su actitud.

-Ambas sabemos que podrías haber venido en segundos - bufo cansada - a estas alturas deberías ya haberte centrado para tomar tu lugar en el trono.

-Yo tengo una idea mejor, tened otro hijo y que sea él el rey - me fulmina con la mirada, pero yo paso de ella.

-Sigo insistiendo en que deberías tener un guardián.

-Y yo sigo insistiendo en que me es innecesario - digo y me empiezo a ir.

-¿A dónde vas? - me pregunta enfadada.

-Al mundo terrenal, a olvidar que soy una maldita princesa.

Sin darla tiempo a contestar, me voy a velocidad demoníaca, no quiero seguir escuchando los sermones de esa mujer, ni que ella fuera cura y esto fuera una puta misa, ¿qué digo?, creo que hasta los sermones de los curas son más entretenidos que los de esa mujer. Hace ya más de 30 años que los reyes, “mis padres”, empezaron a darme la tabarra con que quieren que tenga un guardián.

De seguro muchos no entienden qué es eso para nosotros o qué tiene de malo, pues bien, el guardián de un demonio es otro demonio de un rango inferior, el cual se ata a ti para protegerte y aconsejarte, lo que les diferencia de un demonio normal es que tienen una marca en la muñeca con el símbolo de la familia del demonio al que está atado, y que puede invocar unas alas negras.

Y lo malo de todo ésto, el demonio guardián tiene que ir a donde su protegido vaya, tiene que velar por su seguridad, es decir, que en caso de pelea es él quien lucha, te está aconsejando todo el tiempo lo que cree que es lo mejor para ti, y otras tantas cosas más. Es como tener a un jodido ángel detrás tuyo todo el rato, y lo digo por experiencia, que yo he tenido a algunos angelitos tocándome las narices antes, incluso he tenido a los pesados de Gabriel y Miguel detrás de mí a un mismo tiempo, una auténtica molestia con alas.

Sinceramente, tengo unas ganas de mandar a todo el mundo a la mierda que es impresionante, por eso es que estoy yendo a la universidad de Anatia, ya casi es la hora de que se acaben las clases, y necesito desahogarme con alguien, y ella es la única con la que puedo hacerlo sin tener ganas de matarla por un mal comentario.

-Adaria, hola, no te esperaba aquí - me dice Anatia al acercarse, estaba tan concentrada en mis pensamientos que ni me di cuenta que ya había salido.

-Necesito hablar con alguien.

-Entiendo, ¿quieres hablar camino a mi casa o prefieres en mi habitación para que sea privado? - es lo bueno de Anatia, me conoce y no se molesta por mi falta de modales o preliminares.

-Preferiría en tu cuarto, gracias - ella asiente y empezamos a caminar.

Su casa no queda muy lejos de aquí, por eso Anatia viene y va a la universidad caminando; a veces la acompaño y aprovechamos para hablar, ya sea de sus cosas en la universidad, o alguna que otra queja o anécdota de mi parte, las cuales siempre escucha con mucha atención y curiosidad por mi vida.

A los pocos minutos llegamos a la casa de Anatia y subimos a su habitación, a esta hora no es normal que sus padres estén en casa, la verdad es que solo los he visto un par de veces, pero en todas ellas me han agradecido que animase a su hija cuando entró en depresión, aunque la verdad es que no entiendo por qué, yo solo hablé con ella y la hice ver que no estaba sola, tampoco es para tanto.

-Bueno, ¿de qué quieres hablar? - me dice mientras se acomoda en la cama.

-De la insistencia de esa maldita mujer - digo con molestia.

-¿Sigue insistiendo en que tengas un guardián?

-Sí - digo en un bufido - cada vez está más pesada con ese tema.

-¿Y por qué no tienes uno?, así seguro deja de molestarte con el tema - ¿veis a lo que me refería?, si hubiera sido cualquier otra persona, ya estaría muerta por ese comentario.

-No quiero a alguien que haga de ángel y se meta en mis asuntos, ya bastante que tuve a unos cuantos hace tiempo - digo irritada.

-Sí, me pregunto cómo serán los ángeles.

-Una auténtica molestia con alas, se podría decir que son como las palomas, ratas con alas - digo y Anatia se me queda mirando con los ojos como platos.

-Definitivamente debo de estar loca para tener una amiga demonio siendo cristiana - dice más para sí misma que para mí.

-Pues la tienes, y aunque seas cristiana, no tienes por qué creerte todas las tonterías que pone en la Biblia y dicen los curas en sus sermones.

-Está claro que iré al infierno.

-No lo creo, eres demasiado buena, no creo que hayas pecado nunca, y aunque así fuera, te recuerdo que yo soy la princesa de los demonios, tu estancia en el infierno no sería mala.

Una humana para la demonio *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora