Gardenia: Dícese de la flor que simboliza la pureza y dulzura, como también advierten sobre un amor secreto.
Y aquí estoy, temiendo su respuesta como si fuera una niña que espera el permiso de su madre, sintiéndome estúpida al ver sus ojos almendrados repletos de duda, estoy jodida, y lo sé, pero debía arriesgarme a confesar mi amor y así tener una pequeña esperanza para salvarme, el dolor que sentía llegó al punto de ser insoportable y se que pasará de nuevo en algún momento, los segundos se convierten siglos y el oxígeno parece inservible ante mi garganta colmada de gardenias y vacuo romanticismo, soportando el abrumador silencio que auguraba su respuesta.
Los últimos meses han sido un infierno, digno de alguna historia de drama aún más trágica que aquellos falsos testimonios escritos en las revistas de cotilleo, el amor que sentía por ella no daba tregua a mi corazón desahuciado ni a mi cuerpo sin fuerzas, ese amor era un observador silencioso que acompañaba mi desdicha sin importar a donde fuera, recordándome que ella era sólo una utopía aún más inalcanzable que la idea de un gobierno respetuoso de la transparencia política incapaz codiciar los recursos humanos y financieros que tienen bajo su poder, algo imposible viviendo en esta sociedad putrefacta sin límite alguno.
Al principio, me negué rotundamente a aceptar que estaba enamorada de alguien que no era mi prometido, pero permitiéndome fantasías nocturnas en dónde Beatriz me amaba, dolorosas noches en que mi cuerpo dormía junto a Armando, pero mi alma estaba con ella, con su cabello negro y su esbelta figura, casualmente, las gardenias son el simbolismo del amor secreto, pero dudo que representen el desespero de mi insomnio. Hasta ese momento, no entendía como llegué tener tantos sentimientos hacia una mujer que odié desde el primer momento, pero así era, y cada vez estaba más presente en mis pensamientos.
Mi relación con Armando ya no era una relación, era simplemente un burdo contrato para cumplir las expectativas que la sociedad tenía de una pareja adinerada y el matrimonio tampoco podía denominarse así, era meramente un juicio de repartición de bienes que concretaría una situación predeciblemente certera para los periódicos, pero jamás una relación ni un matrimonio. A los pocos meses de aceptar lo que sentía, él terminó conmigo sin saber lo que pasaba por mi mente y turbando la tranquilidad de nuestras familias, estaba sola, con todo lo que esa palabra de cuatro letras conllevaba, algunas veces la nostalgia era tortuosa, pero la valiosa libertad me permitió acercarme a ella y llegamos a entablar una conversación decente un par de veces, nada fuera de lo laboral, pero charlar con ella sobre números era exquisito, llegaba a excitarme lo dominante que podía ser cuando se desenvolvía en su campo, dando lugar a la sapiosexualidad en mi ser.
Una vez me tomó de la mano, y podría jurar que su piel tiene la suavidad de la seda, me fue inevitable no fantasear con mis labios deleitándose con la tersura de su blanquecino cuerpo al tiempo que sus ojos cansados me invitaban a sonreír. Nuestra relación se fortaleció con el pasar del tiempo, y junto a ella, mi deseo sofocante por besar sus labios.
Ella me veía como una amiga, a pesar de todo el daño que le hice en el pasado, y a mí no me bastaba con su amistad, yo quería besarla, verla desnuda y acariciar su cuello, pero nada de eso pasó. Sin embargo, lo prefería antes que vivir sin su angelical compañía. Lo intenté todo para que se diera cuenta de que la amaba sin tener que decirlo, pero ella seguía tratándome como su confidente, pasé días y noches escuchando el amor que le profesaba a mi ex-prometido y abrazándola con fuerza cuando rompía en llanto, mientras yo callaba mis sentimientos hacia su silueta perdida entre la niebla y su corazón indocto de mi suplicio.
Pensaba en sus frondosas pestañas adornando su mirada al igual que las hojas a las ramas de un árbol, en sus cautivadoras clavículas que llamaban a mis manos. Daría todo lo que tengo, o incluso más, tan solo por disfrutar de la cotidianidad en pareja, tal vez cenar con ella junto a la ventana apreciando la fulgurante ciudad en calma, mientras charlamos sobre lo agotada que la hace sentir el trabajo, para luego masajear sus hombros y decirle que todo estará bien. Lo que más me jode es que lo he hecho, pero no de la manera en que me gustaría, nunca pude darle un beso o una caricia que no fuera únicamente amistosa. También he despertado junto a ella, más no pude insinuar nada cuando me dijo que iba a bañarse, simplemente me quedé ahí, imaginando mis labios sobre sus senos mientras el agua nos empapaba, pero externarlo sería insensato, o más bien una locura, opté por seguir junto a ella aspirando su perfume de lejos mientras citaba a Pablo Neruda, desearía que esos veinte poemas dibujaran en el aire lo que siente por mí, pero se que jamás pasará, y estaba conforme con vivir una mentira.
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Un amor inesperado| Oneshots| Yo soy Betty, la fea
FanficHistorias cortas, oneshots, imaginas, y situaciones calurosas sobre Marcetty y otras parejas del universo de "Yo soy Betty, la fea" conforman la obra que lleva por nombre "Un amor inesperado" a modo de recopilación de pequeños fanfictions escritos...