Aún recuerdo la última vez que me besó.
Entramos a la oficina tomadas de la mano y pude palpar la suavidad de su cuello y maravillarme con las ondas de lacia y breve oscuridad que descendían por su nuca cubriendo parte de su bello rostro, esa mirada de color miel me contemplaba con lo que parecía ser auténtica dulzura y su tersa piel canela me incitaba a acariciarla. Tomé un mechón de cabello y lo escondí detrás de su oreja al tiempo que me aproximaba a ella y le susurraba un —Te amo.—En silencio, aquel silencio que sólo ambas éramos capaces de interpretar, un murmullo de lo que parecía ser un —Yo también.—Ambientó la escena y sus dedos enroscándose en mi cabellera azabache volvieron el momento inolvidable. Tan inolvidable que ahora me encuentro describiéndolo con precisión milimétrica en la orilla de un documento que debería estar revisando.
Me miró con fiereza y amor mientras me llevaba suavemente contra mi propio escritorio y me apoyaba en él, tratando de sentirme cerca, pasé mis brazos por sobre sus hombros e inhalé su deliciosa respiración sintiendo como se agitaba al mismo compás enérgico con que lo hacía la mía.
Mía, así fue como sentí a Marcela Valencia aquella tarde de verano, y me abandoné en su cuerpo al punto de hacerme suya y perder el control de mi misma guiándome únicamente por sus movimientos dóciles ante mi debilidad frente a sus pecaminosos labios. El deseo vencía mi inquietud y me incentivaba a evaporar la lejanía con un beso en donde ella pudiera sentirse dueña de mi ser y compartir mi forma de amarla.
Exhaló sobre mi cuello quemando mi carne, para después curarla con sutiles besos. Puso especial atención en la hendidura curvada de mis hombros haciéndome suspirar gracias a la estimulante temperie de su rugosa lengua mientras me regalaba su inconfundible aroma floral, provocando que la humedad entre mis piernas se hiciese presente.
Me intrigaba el cambio de su personalidad diurna a la nocturna, como aquellas flores que desprenden un perfume delicioso cuando el sol se oculta y permanecen inalterables al medio día. Esa mujer con ojos dorados cual sol de atardecer parecía ser una de día y otra de noche. Amaba, mejor dicho, amo su antipatía matutina tanto como amo su sensualidad en las sábanas cuando el reloj marca las dos de la madrugada. Maldigo el momento en que dejé que se fuera y elegí a Michel.
Terminó por encerrarme entre la madera y sus sublimes curvas, precipitándose sobre mi al punto de rozar nuestras narices, percibí como mordió sus labios provocativamente haciéndome lamer los míos, impaciente por mezclarme con su exquisita forma de moverse sobre mi boca, estaba torturándome, y lo sabía, ambas lo sabíamos y ese pequeño juego antes de cada beso nos forzaba a codiciar el momento con tal fervor que poco nos importaba si el seguro de la entrada estaba puesto o no.
Rodeó mi cintura firmemente con ambas manos y disipó mis nervios cuando me acercó aún más a ella. Sus labios buscaban los míos con desesperación y soltura, como si fuera su lugar natural. La adrenalina aumentaba por el temor a ser descubiertas y esa sensación sólo volvía el toque más adictivo.
Admito que no quería separarme, sin embargo, debía respirar para perderme en sus ojos una vez más. Preguntó por qué no traía puesto mi saco y la obviedad en mi tímido semblante delató que el calor del verano no sólo fundía su alma con la mía, sino que calentaba mi piel.
Un —Da igual.—Me hizo reír y contagié mi emoción a la mujer que tanto amaba mientras volvía a mi boca escondiendo una sonrisa. Esta vez no reparó en tormentos, simplemente se dejó llevar y me hundió con ella en ese mar de sentimientos apasionadamente acaramelados, al igual que sus besos.
Sus manos recorrieron mis muslos por encima de la falda que los resguardaba de sus caricias, disponiendo un jadeo inesperado, al sentir los fuertes latidos de mi corazón, tomó el riesgo de levantar un poco la tela e indagar por mis piernas, explorando mi carne.
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Un amor inesperado| Oneshots| Yo soy Betty, la fea
ФанфікиHistorias cortas, oneshots, imaginas, y situaciones calurosas sobre Marcetty y otras parejas del universo de "Yo soy Betty, la fea" conforman la obra que lleva por nombre "Un amor inesperado" a modo de recopilación de pequeños fanfictions escritos...