Un amor inesperado 【Marcetty】

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Debo admitir que sentí miedo al verla llegar tan cambiada, tan bella. No sentí miedo porque fuese a apartarme de Armando, o porque fuese a competir contra mí. Sentí miedo más bien porque me cautivaron sus risos, sus ojos, toda ella me pareció atrayente.

No sabría explicar por qué sentí tanto calor en el momento que Patricia me informó que ella me había "ordenado" hacer presencia en la sala de juntas, me excitó la idea de saberme bajo su dominio, tanto, que cuando Armando dormía profundamente junto a mí, no pude evitar autocomplacerme pensando en lo que escondía debajo de su ropa formal.

La vez en que Armando y ella salieron sospechosamente juntos, me sentí terriblemente celosa, y no precisamente por él.

No es muy claro el recuerdo del aquel día que entré a presidencia con la excusa de reprocharle que su historia con Armando estaba en boca del cuartel, fue un simple pretexto para disfrutar la maravillosa vista de su cuerpo en ese traje gris que combinaba con su piel. Y no sé como terminé acorralándola contra la pared y probando esos labios carnosos que rogaban por ser mordidos, juro que su saliva es lo más dulce que hay en el mundo.

Cuando acaricié sus suaves senos por debajo de su blusa, se notó lo inexperta que era al abrir botones en una situación agitada, estoy segura de que ella jamás había besado a una mujer, o siquiera se había sentido atraída por una. No es que yo tuviera demasiadas experiencias de ese estilo, pero Camila, la hermana de Armando, me había enseñado lo sensibles que pueden llegar a ser lo senos femeninos, ahora que lo pienso, siempre me gustaron los Mendoza.

Mentiría si dijera que sé como logré que pasara la noche conmigo, pero, fue la mejor de toda mi vida. Entre los tragos y la droga de sus besos, ni siquiera logré decirle que la amaba.

Recuerdo la cara de mi hermano al contarle a quien me estaba comiendo clandestinamente, o no tan clandestinamente, en Ecomoda, nuestro romance era un secreto a gritos.

Está en mis húmedas memorias el día que usó falda, en el oscuro hueco donde Armando la puso, subí la prenda hasta su cintura, acaricié sus níveas piernas y probé su néctar, la combinación de sus dulces gemidos y su sabor fue simplemente exquisita.

También está en mi mente la vez que se lo confesé a Patricia, y no tuve más remedio que  propinarle una gran bofetada cuando trató de ofender a mi novia.

Es borroso el momento en que los "doña Marcela" se convirtieron en "mi amor" y los "Beatriz en "mi vida"

Me presentó ante su familia como una amiga, su padre lo creyó, su madre no tanto.

Lo que recuerdo vívidamente son los gritos de Armando reclamándome haberle quitado a su mujer, honestamente me dolió un poco, que le afectara más ella que yo, pero no le di demasiada importancia, el tuvo su oportunidad y la desperdició, no era mi culpa, ese día, por fin se llevó su maleta, dejando la casa libre para proponerle mi loca idea a ella.

Amé el día en que finalmente se mudó a mi apartamento, el despertar a su lado no tenía precio.

Maldito francés, tuve que aclararle que por ningún motivo se llevaría a mi presidente, y no pude evitar cuestionarla por su visita, ahora me arrepiento, no quiero cometer el mismo error que cometí con Armando. Afortunadamente, su reconfortante "soy tuya" fue suficiente para terminar encima de ella.

A veces hablamos sobre Armando, del daño que nos causó, e incluso nos reímos de su enorme frente, en el fondo le agradezco, si no fuera por él, no hubiese descubierto a la fascinante mujer con la que duermo, nunca me sentí tan plena con alguien.

La presenté como mi novia ante Roberto y Margarita, no entendían como pasó, honestamente yo tampoco, y mucho menos ella.

Comencé a estrechar mi relación con el cuartel de las feas gracias a ella, tampoco podré olvidar su expresión cuando Betty les contó sobre nosotras, pensaban que sólo eran rumores.


Y ahora, ella duerme apaciblemente, está desnuda, uno de sus senos se asoma por encima de la sábana, es simplemente perfecta, tengo temor de que Camila llore e interrumpa su sueño, si llega a despertarse, yo iré a calmarla, mi esposa merece descansar, ser presidente de Ecomoda no es nada fácil.

Sonrío al leer este compendio de mi vida junto a ella, me siento llena, pareciera que fue ayer cuando me pusieron a cien sus risos y sus ojos.




~Por reescribir ~

~Mary Jane Holland.

Un amor inesperado| Oneshots| Yo soy Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora