—¿Me tomas unas a mí? —me dijo Benja, posando graciosamente— ¿O no soy lo suficientemente lindo para ti?
Habíamos salido a caminar y yo aproveché a llevar mi cámara. Siempre que salíamos encontraba miles de buenas escenas para capturar.
—Si dejas de hacer monerías y actúas más natural, puede ser que te fotografíe.
—¡Pero si mi estado natural es hacer de payaso! —Se había colgado de la rama de un árbol viejo y se balanceaba—. Te estoy dando una excelente toma ahora mismo, ¡y no la aprovechas!
—Ja, ja, ja, qué gracioso —le dije, riéndome falsamente—. Bájate de ahí ya mismo que se puede quebrar.
—Estoy hecho a prueba de caídas. Todo va a estar bien, tú solo fotografíame.
Para complacerlo, le hice un par de tomas para seleccionar luego la mejor. Tenía esos momentos en los que se comportaba como todo un niño, y no puedo decir que eso no me encantaba, porque sí que lo hacía. Era todo lo que yo nunca había podido ser.
—Tienes que soltarte un poco más —me decía él cada vez que yo actuaba demasiado estructurada—, la vida es para divertirse.
Y tenía toda la razón del mundo, solo que teníamos personalidades diferentes.
—Hoy hay... —comencé a decir, pero él me interrumpió.
—...muy buena luz, está ideal para fotografiar. —Terminó la frase que yo había empezado, ya se sabía de memoria lo que decía cada vez que el sol estaba así, como ese día.
—Bueno, bueno, ¿tan predecible soy?
—Predecible y preciosa —Tomó mi rostro y me besó—. Tú solo dime cuando quieras detenerte a tomar alguna fotografía.
Estar a su lado siempre había sido tan relajante. Comprendía todo lo que yo quería sin tener siquiera que mencionarlo. Él me decía que apreciaba estar conmigo porque yo lo hacía convivir con su lado más relajado y antisocial. Eso sonaba un poco extraño, pero, según él, su personalidad era muy extrovertida (totalmente cierto) y no podía ser así como era conmigo con todo el mundo. "Hay cosas que deben permanecer encerradas y solo pueden ver la luz cuando estamos solos o con las personas indicadas", eso me había dicho él. Me sorprendió lo reflexivo que era, porque, a simple vista, no lo parecía.
Después de nuestro primer acercamiento esa noche a la salida del bar, me había sido casi imposible no pensar en él, en su aroma, en su belleza. Me parecía verlo en todas partes, como si de repente fuera más visible. Varias noches se había quedado en el bar hasta que yo terminaba mi turno para luego acompañarme a mi casa. También habíamos vuelto a ir al bosque con su grupito, y Carla me trataba como a una amiga.
—¿Qué esperas de él? —me había preguntado ella una de esas noches.
—Mmmmm, no lo sé —le respondí—. ¿Qué debería esperar?
—¿Te gustaría salir con él? Conociéndolo, le va a llevar años proponértelo.
Yo no sabía realmente lo que quería. Nunca había tenido novio. Bueno, había tenido un que otro noviecito, pero de esos que no duran más de unas semanas. Sabía que con él todo sería diferente. Me dije que cuando lo tuviera frente a mí me daría cuenta de lo que quería. Y así fue, un rato más tarde, esa misma noche, asumí que Benjamín me movía todo el suelo y mucho más.
—¿Quieres ser mi novio? —le pregunté, sorprendida de mis palabras. Estábamos solos, apartados del resto, juntando ramas para la fogata.
—Espera, ¿qué? —Se había detenido de golpe y casi todas las ramas que había juntado se le cayeron al suelo—. No es que... quiero decir, no es que no quiera, sino que... no me lo esperaba.
—Entonces... —Me causaba gracia su forma repentina de actuar, se lo notaba realmente nervioso.
—Sí, por supuesto que sí, quiero —Su rostro irradiaba felicidad, y me miraba como si fuera la cosa más perfecta del mundo—. Y ahora, ¿qué?
—No lo sé. Creo que seguimos siendo los mismo de siempre, ¿no? —le pregunté sin saber muy bien cómo actuar.
Cuando volvimos con el resto del grupo, Benja dejó todas las ramas cerca de la fogata ya encendida y yo lo imité. Luego, tomó mi mano y, gritando para que todos los pudieran escuchar, dijo:
—¡Les presento a mi NOVIA! —Me tomó de las caderas, me acercó a él y, apasionadamente, me besó.
Ahora, ya varios años de ese momento, seguía comportándose igual que ese joven adolescente inquieto y alegre, solo que tenía momentos como este, junto a mí en nuestras caminatas habituales, en donde dejaba salir una versión más tranquila y relajada. Poder ser capaz de contemplar todas sus facetas me parecía algo totalmente asombroso. Conocer a alguien tan en profundidad es entender que no todos somos iguales y que podemos aprender del otro más de lo que somos capaces de comprender. Convivir tanto tiempo con otra persona te hace mimetizarte al punto de llegar a ser uno los dos. Sentía que Benja ya formaba parte de mi ser, como si el espacio que antes ocupaba solamente mi cuerpo, ahora se había agrandado para que también entrara él. Lo veía y comprendía todo el universo, y era consciente de que a él le pasaba igual.
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MIS DÍAS SIN TI ©
Teen FictionCuando sufrimos una pérdida, todo parece oscuridad. La vida de Aylén se sume en una infinita depresión tras la muerte de su mejor amigo, el amor de su vida, su único sostén. Desde ese día, deberá aprender a salir adelante con su dolor. Pero no esta...