DÍA 10 - DESPUÉS

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Pensando un poco en el pasado, me había dado cuenta de que no recordaba una vida sin ti. Parecía que uno seleccionaba los recuerdos para así guardarlos en la memoria. Nos habíamos conocido a los 19 años, éramos tan jóvenes e inexpertos. Yo te veía como a alguien inalcanzable, mega sociable, todos querían ser tus amigos y siempre estabas rodeado de las chicas más lindas. Yo no me consideraba para nada atractiva. Era linda, sí, pero no tenía el autoestima suficiente como para creérmelo. El día que Carla se acercó a hablarme, yo no entendía qué quería, porque la conocía de vista por amigos en común. Me encontraba trabajando de cajera el bar de moda. El trabajo no me importaba demasiado, solo quería juntar el dinero para poder comprarme una cámara profesional. Cuando cumplí 15 años, no quise fiesta ni un viaje extravagante, solo pedí una cámara fotográfica. Me regalaron una semiprofesional. 

—Hola. Carla, mucho gusto —me dijo ella cuando se acercó a la barra—. ¿Qué planes tienes para esta noche? 

Yo me encontraba trabajando solamente cuatro horas por la tarde, de 18:30 a 22:30. No era la gran cosa, pero, para mi objetivo, servía. Me sorprendió su pregunta porque, hasta el momento, era una total desconocida para mí. 

—Hola. Lo siento, ¿te conozco? —Ya estábamos llegando a la hora del cierre y me encontraba controlando la caja para ver si daban las cuentas. 

—No, pero ahora que me presenté, ya no soy una total desconocida, ¿no? —Su voz era calma, pero decidida, eso me agradaba—. ¿Cómo te llamas? 

—Aylén —le respondí y cerré la caja para poder prestarle más atención—. Por ahora, no tengo planes más que ir a encerrarme a mi cuarto y escuchar música. 

—Ahora los tienes. Te esperaremos con mis amigos hasta que termine tu turno e iremos a seguir tomando unas cervezas por ahí. —Terminó de hablar, me guiñó el ojo, dio media vuelta y desapareció entre la gente. 

Más tarde descubrí que el plan siempre había sido que te conociera. No te animabas a ir a hablarme, eso fue lo que me dijiste esa noche cuando me apartaste del resto para mostrarme cómo destapar una botella con una cuchara. 

—Ahora puedo hablarte porque estoy un poco borracho —me dijiste—, pero soy más tímido de lo que parezco. 

Estabas sentado en un tronco caído. Habíamos ido a un pequeño bosque en donde no molestábamos al resto de los ciudadanos. Pusiste la cerveza entre tus piernas para sostenerla firme y colocaste la cuchara en el borde de la tapa metálica. 

—Observa, la colocas así y haces fuerza para abajo —El truco era bastante sencillo, pero me gustaba observarte hacerlo y que te tomaras el tiempo de explicarme—. Vas girando la botella y sigues haciendo lo mismo hasta que ceda. ¿Quieres intentarlo? Ven, siéntate aquí. 

Me senté a tu lado, me pasaste la cerveza y la cuchara. Coloqué todo como lo habías hecho tú e intenté, pero no me salía. Así que tomaste mi mano, la que tenía la cuchara, y me indicaste cómo era. Nuestros rostros quedaron tan cerca que podía sentir tu respiración. En ese instante supe que pasarías a ser algo más en mi vida, lo intuí, como cuando sientes que se aproxima una tormenta. 

Un tiempo después, Carla me contó que tú la habías enviado a hablarme esa noche en el bar porque hacía tiempo que me observabas en silencio. 

El sonido del timbre me había hecho regresar al presente. Habían pasado 10 años y nuestro amor seguía intacto, al igual que mi amistad con ella. 

—Aylu —me dijo Carla apenas abrí la puerta, seguido de un abrazo—. ¿Estás lista? 

La noche anterior me había dignado a responder su llamada y coordinamos para salir un rato. 

MIS DÍAS SIN TI ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora