DÍA 19 - DESPUÉS

11 1 0
                                    

Por la noche era la muestra habitual de los viernes y yo debía ir sí o sí porque Paulo no iba a poder con todo solo. Estaba más que negada a presentarme y tener que lidiar con tantas personas. Y no me importaba el hecho de que, seguramente, no conocería a nadie. No estaba de ánimos para hacerlo. Desde la noche en la casa de Eva, el mismo día en que me corté la mano, me venía sintiendo muy extraña. Tenía momentos en el día en que mi humor era excelente, y otros en los que el deseo de morir me invadía dejándome inservible. Me perdía en mis pensamientos y te preguntaba por qué te habías ido, como si de una forma mágica fueras a darme una respuesta. Te hablaba más que nunca porque quería sentirte, imaginar que me escuchabas y que estabas cuidándome. No comprendía porqué te habías marchado solo, sin llevarme contigo. Siempre íbamos juntos a todas partes, más si se trataba de un viaje largo y sin retorno.

Y, por otro lado, estaba Eva. La había invitado a ir conmigo a la muestra en la galería, así me sentiría acompañada y tendría a alguien con quien hablar en los momentos más insufribles. Ella había aceptado de inmediato porque no conocía el lugar y quería hacerlo. Cuando llegó la hora y pasó por mí, yo estaba lidiando con un ataque de ansiedad e ira al encontrar un suéter tuyo entre mi ropa. Aún conservaba tu olor, y eso me destrozó. El muro que se estaba formando lentamente dentro de mí se desmoronó de inmediato. Quería tirarlo y, al mismo tiempo, atesorarlo por siempre. Opté por dejarlo sobre la cama para luego decidir qué hacer. Tampoco estaba con fuerzas como para acomodarlo entre tu ropa, eso me dejaría más destrozada.

-¡Wow! -le dije a Eva al abrir la puerta y verla. Tenía puesto un vestido al cuerpo rojo con un escote prominente.

-Espero que ese wow haya sido un wow bueno. -Cuando habló, noté que llevaba los labios pintados también de rojo y sus ojos resaltaban gracias al delineado negro.

-Sí que lo fue -le respondí-. Te vez fantástica.

De camino a la galería, hablamos de cosas sin mucha importancia. Yo seguía asombrada por su atuendo, le quedaba realmente bien, demasiado bien. Yo había optado por ponerme una camisa suelta y un pantalón negro al cuerpo. En esos eventos, la gente iba vestida de todas las formas posibles. Los artistas o aficionados al arte suelen ser un tanto extrovertidos y alocados. Y, realmente, eso me fascinaba. En mi caso, siempre fui más correcta o formal con la ropa, y solía envidiar a las personas que se soltaban mucho más para vestirse. A ti también te gustaba el estilo de los artistas, pero es que tú tenías un estilo un poco particular. Había días en los que eras demasiado formal, y otros en los que tu atuendo era realmente llamativo. Recuerdo esa vez en la que fuiste a una muestra con un pantalón a cuadros bordó y una camisa verde loro. Cuando te vi llegar, no podía creer lo que estaba viendo.

-¿Qué te pusiste? -te dije apenas llegaste a mi lado- Esto es una muestra de arte, no un evento para payasos.

-Ja, ja, ja, muy graciosa la chica -me respondiste luego de saludarme con un beso-. Encontré esta ropa entre mis pertenencias y pensé que este sería el mejor lugar en donde usarla.

Por suerte, la muestra era un tanto psicodélica, así que lograste pasar desapercibido.

En este caso, cuando entramos en la galería con Eva, todas, absolutamente todas las miradas se posaron en ella.

-Por dios, amiga, no sé quién eres, pero te ves ¡a lu ci nan te! -Eso fue exactamente lo que le dijo Paulo cuando se acercó a saludarnos.

-Ella es Eva, mi vecina de departamento -le dije, señalando a Eva-, y él es Paulo -en ese caso, a quien señalé fue a mi compañero de trabajo.

-Muchísimas gracias, Paulo. Es todo un placer conocerte. -A Eva se le notaba en el tono de su voz al hablar que estaba alegre.

-Aylu -me dijo Paulo-, ¿en dónde tenías escondida a esta belleza?

MIS DÍAS SIN TI ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora