No quería regresar al trabajo. Sabía que no podía renunciar ni faltar, porque todos los gastos iban a tener que ser cubiertos solamente con mi salario. En los días que habían pasado desde tu partida, había estado pensando en cómo iba a hacer para sobrevivir solo con mi dinero, porque todo en nuestra vida estaba pensando en salir adelante gracias a los dos. Aunque tu trabajo en la fábrica de telas (algo en lo que nunca te hubiera imaginado trabajar) no era mucho mejor que el mío, tenías algo más de ingreso monetario. No tenía idea de cómo iba a hacer para poder solventar el gasto del alquiler, los servicios y la comida yo sola. No quería pensar más, no quería recordarte ni regresar a trabajar.
Volver a una rutina era como intentar aparentar que todo estaba bien, y nada lo estaba. Tu ausencia dolía un poco más cada día que pasaba, y no se borraba, acrecentaba el dolor. "Pero, por más duro que sea, la vida sigue", me había dicho Eva la tarde anterior, cuando la acompañé a buscar unos papeles que se había olvidado en su oficina.
Cuando me dejó el papel por debajo de la puerta, no estaba con ánimos para enviarle un mensaje, pero sabía que tampoco estaba bien no hacerlo, así que la agendé y le mandé. Por la tarde me respondió: "Te doy media hora para que te levantes y te cambies, y paso por ti". No sabía a dónde quería ir, ni estaba de ánimos como para moverme de la cama, pero me dije a mí misma que me haría bien salir con alguien antes de tener que afrontar sola el mundo yendo todos los días a trabajar.
—¿A dónde vamos? —le pregunté, mientras bajábamos las escaleras (el ascensor seguía en reparación).
—A mi oficina, no queda muy lejos y sé que te hará bien caminar un poco y estar al sol, te vez MUY pálida. —Eva estaba vestida informal, con unos jeans azul oscuro y una remera suelta celeste con flores chiquitas.
—De todas formas, mañana arranco a trabajar, así que de vuelta a la rutina.
—¿Cómo llevas todo? —me preguntó—. No se te ve muy contenta por regresar.
—La verdad es que no lo estoy, es decir, me gusta mi trabajo, no me quejo de eso, solo que, con todo lo que pasó.... —Dejé las palabras en el aire. Mi mente no venía funcionando de la mejor manera.
—Te entiendo. No es para nada fácil continuar después de una pérdida, pero con el tiempo te será mucho más sencillo —Su voz sonaba realmente tranquila y relajante—. Lo importante es que no te encierres en ti misma y seas capaz de dejar salir todo lo que tengas en la cabeza.
Seguimos caminando un poco más en silencio, contemplando algunas vidrieras y esquivando a las personas que deambulaban. No me sentía del todo bien; por momentos, las ansias de volver a nuestro departamento y encerrarme allí para estar cerca de tus pertenencias me atacaban, pero tenía que ser más fuerte. Cuando pasamos por una de las tiendas en donde vendían las telas que tú fabricabas, me quedé petrificada en la vidriera. Eva se percató de que no estaba junto a ella unas tiendas más adelante, y regresó a mi lado.
—Aylu, ¿pasó algo? —me preguntó al observarme mirar fijamente el local.
—Lo siento, es que... aquí venden... no, nada, sigamos. —No podía hablar de ti, necesitaba poder seguir adelante, continuar sin ti en mi vida, pero todo, absolutamente todo, te traía de nuevo a mí.
—No, cuéntame. No te guardes todo.
—Benja trabajaba en una fábrica de telas, y aquí las venden —No sabía cómo estaba siendo capaz de contener las lágrimas—. Muchas veces, cuando salía de la galería a hacer algún mando y pasaba por aquí, me cruzaba con él y me decía que lo habían mandado a entregar algún pedido de último momento.
—Sé que debe ser muy duro para ti, no lo comprendo del todo, porque es un dolor muy particular y cada uno lo transita a su tiempo y forma, pero, por más duro que sea, la vida sigue —Mientras hablaba, no me miraba a mí, observaba las telas a través del vidrio—. Y está más que bien que te permitas sentir y que no evadas estos momentos de mierda. Cuanto más te aferres al pasado, más te va a costar poder volver a vivir el presente de una forma menos sufrida.
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MIS DÍAS SIN TI ©
Teen FictionCuando sufrimos una pérdida, todo parece oscuridad. La vida de Aylén se sume en una infinita depresión tras la muerte de su mejor amigo, el amor de su vida, su único sostén. Desde ese día, deberá aprender a salir adelante con su dolor. Pero no esta...