DÍA 25 - DESPUÉS

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Carla me estaba esperando en la puerta del edificio cuando llegué del trabajo. Había tenido una jornada larga y no estaba de ánimos para aguantar a nadie. La galería se había reservado a último momento para la muestra del día siguiente y Paulo estaba como loco. Antonio nos había dicho que hiciéramos las cosas con calma, que llegaríamos bien, pero nosotros estábamos seguros de que no sería así. Tener que guardar los cuadros actuales nos llevaba mucho tiempo, debíamos envolver los más costosos y manejarlos con sumo cuidado.

-¿Por qué no contestas mis mensajes? -me dijo Carla cuando estuve frente a ella-. Tuve que venir hasta aquí a ver si te encontrabas bien.

No tenía ganas de verla ni de soportar sus acusaciones. Pero tenerla presente me serviría para aclarar algunas cosas.

-¿Tú sabías lo de Benjamín y Ester? -Por la mueca en su rostro, no hizo falta que dijera nada-. ¡Lo sabías! Maldita sea, lo supiste todo este tiempo. No te creía capaz de mentirme y de defenderlo a él.

-Espera, Aylu. Déjame explicarte -Se interpuso entre la puerta y yo. -Lo supe hace poco tiempo, por eso es que no te dije nada. No veía para nada lógico amargarte con algo así.

Me crucé de brazos, escuchándola. No quería perder a otra persona más.

-En su momento, lo sospechaba -Continuó diciendo ella-, pero él me lo negó. Una vez lo vi con Ester y tú no estabas con ellos. Me dijeron que iban a buscarte a la galería. Como no les creí, decidí seguirlos y, efectivamente, no fueron por ti. Benjamín se escudó diciéndome que habían ido a comprarte un regalo, y que me mintieron para que yo no te contara nada. No me enteré de la verdad hasta hace unos meses cuando él se puso borracho viendo un partido conmigo y me lo contó. Pensé que era una broma, pero no. Fue con la única persona con la que te engañó, eso me dijo él. Y a mí me pareció realmente en vano contarte algo que había pasado hacía mucho tiempo.

Sus palabras eran como puñales en cada parte aún sana de mi cuerpo. Todo el pasado se basaba en mentiras y engaños.

-Lo siento, realmente lo siento -dijo ella-. No quiero perderte, y menos ahora que ya sufrimos bastante.

-Dame tiempo, Carla. Son muchas cosas que debo procesar y no estoy con fuerzas como para hacerlo. Ya tengo suficiente calvario con tener que vivir en el que fue nuestro departamento, con todas sus cosas, con su presencia en cada lugar como burlándose de mí.

-Él no hubiera querido que lo supieras de esta manera ni que estuvieras así.

-Él ya no está aquí, y las que tenemos que seguir viviendo con este maldito sufrimiento somos nosotras. Tendría que haber tenido el valor de admitir que me engañaba mientas podía hacerlo, ahora ya es muy tarde para perdonar.

-Aylu... -comenzó a decir ella, pero la corrí con una mano y abrí la puerta del edificio.

-Dame tiempo, ya volveremos a vernos.

Una vez dentro del departamento, las lágrimas comenzaron a brotar por mis ojos salando mis mejillas. Me sentía una estúpida a la cual todos le habían mentido en su propia cara. ¿Cuántas cosas más me habían ocultado? Cada vez pensaba más en que el mundo se estaba derrumbando bajo mis pies y que no iba a tener tiempo suficiente para moverme y lograr salvarme. Perdonar es un acto de bondad extremo. Es saber dejar de lado el ego para que el otro pueda intentar cambiar, o demostrar el cambio que hizo. El problema era tener que esperar las disculpas de alguien que nunca más iba a poder pedirlas. No hacía ni un mes de su partida y ya había logrado hacerme pedazos.

Recordé que aún permanecía en la heladera el pastel de papas que él había hecho y me dije que ese ya no era lugar para que permanezca. Lo tiré a la basura junto con su mermelada favorita. Luego, fui al dormitorio y tomé el suéter que había encontrado entre mi ropa, que todavía seguía en la punta de la cama, y lo metí en una bolsa, junto con toda la ropa de él que había en el ropero. Observar sus pertenencias esparcidas por el departamento me provocaba más bronca y furia. Me había dejado con todo y más.

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⏰ Última actualización: Feb 02, 2023 ⏰

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