29. Mejor de lo que esperaba

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Jungkook cerró la puerta de su casa, aún con una leve sonrisa en el rostro después de haber visto al rubio entrar a su hogar esa noche. No recordaba haber sentido ese cosquilleo en el estómago antes, ni tampoco esas ganas de volver a ver a alguien.

No se había dado cuenta de que las luces del living estaban prendidas, su madre apareció desde la cocina, por un momento creyó que no había salido con uno de sus amantes, como le había comentado, hasta que vio que tenía su maquillaje y su ropa puesta.

- ¿No has salido? – se le dio por preguntar. Y se dirigió hacia la cocina.

- Sí, sólo acabo de llegar... - respondió ella con una voz algo apagada. Jungkook pasó por su lado, dispuesto a tomar un poco de agua fresca del refrigerador, pero se detuvo cuando volvió a escuchar a su madre - ¿Qué hacía Jimin bajando de mi auto, Jungkook?

Jungkook soltó un jadeo, más bien todo el aire parecía haber dejado sus pulmones en un segundo. Mantuvo su mano en la manija del refrigerador, permaneciendo estático mientras la voz de su madre se reproducía en su cabeza en un eco ensordecedor.

Sintió las pulsaciones dispararse y el sudor amenazando con bajar por su frente.

Le había visto, su madre le había visto con Jimin.

Su mente intentó hallar una respuesta coherente que le permitiera salir de ese apuro pero parecía haberse encontrado con un callejón sin salida.

Se volteó con cuidado a mirar a su madre con pánico en sus ojos. Quería hablar pero no podía.

- Jungkook – le llamó ella, haciendo que reaccionara.

- No le digas a papá – fue lo único que pudo decir, lo único que salió de su boca. Su respiración era errática – Por favor... - no recordaba alguna vez haberle suplicado a nadie. Su madre tampoco recordaba haber visto tal desesperación en su hijo.

- ¿Esa es tu respuesta? – aquello hizo a Jungkook sentirse pequeño e indefenso. Ella suspiró abatida al ver que su hijo no planeaba si quiera defenderse. Se lamentó por sus adentros, queriendo que la realidad de su hijo fuera otra.

Se alejó de la cocina, yendo al living y hurgando en el cristalero donde exhibía sus licores, tomando una botella de un fino whisky y sirviéndose una buena cantidad. Se sentó en el sillón de la sala y suspiró luego de tomar un prolongado trago. Masajeó el puente de su nariz, apretando los párpados, la migraña crecía en su lóbulo frontal.

Jungkook observaba la escena sin saber cómo sentirse, cada vez era más como un ratón siendo acorralado. Si tan sólo ella no le hubiera visto, las cosas hubieran seguido su curso normal y él no tendría que estar pasando por tal situación.

¿Qué debía decir? ¿Era esa clase de charla? Jamás pensó que alguna vez la tendría, jamás pensó que debería aclarar nada, porque jamás imaginó que llegaría el momento que tuviera que hablar de ello. Eso era lo que quería evitar, lo que quiso evitar siempre.

¿Había forma de escaparse de eso? Su madre parecía estar replanteándose su rol como madre. ¿Su hijo le había salido torcido? Un Jeon jamás podría ser así, era una injuria. Sin embargo, claro que debía replantearse su rol como madre, Jungkook siempre pensó eso, pero no por la razón ahora presente, sino por todos los errores que ella había cometido, de los cuales Jungkook le culpaba desde que era un niño.

Explicaciones, parecía que eso esperaba su madre. Él estaba bien dentro de su zona de confort sin que ninguno de sus padres se entrometiera o le jodiera la vida. Él hacía todo lo que siempre le habían pedido en orden de satisfacerlos y que no le acosaran. Su padre tendría todo lo que quisiera si eso le permitía evitarse que le pisotee, que le golpee o que le dijera que era una decepción como hijo.

• Te sigo a la oscura perdición, cariño (Parte I) ~ [KOOKMIN] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora