III

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—¿Por qué no te acostaste con Kira?—Lo rodeó con sus brazos cual serpiente, y besó débilmente el lóbulo de su oreja—ella estaba tan húmeda esperando por ti. Quería tu pene dentro de ella.

Se lamió los labios al recordar lo excitada que había estado la chica de tez morena. Había estado tan húmeda, tan caliente, que ante la negativa de su amigo, no le había quedado más alternativa que follar con ella. Y la verdad hacia tanto que no follaba con una mujer, que había olvidado lo bien que se sentía. Había tenido dos espléndidos orgasmos. Pero aún así, y aunque la habían pasado de maravilla, Kira le seguía insistiendo en que quería acostarse con Thelonius, y es que ella en verdad lo deseaba. Tenía una especie de capricho con el de mirada verde.

Thelonius, la observó con una sonrisa divertida. El que Amber fuera bisexual no era nada de extrañar, sin embargo, le parecía absurdo que se expusiera como lo hizo con Kira, y es que la rubia nunca fornicaba con alguien que le otorgará algo de desconfianza porque su intuición jamás fallaba y ella sabía que la morena no era de confiar. Bonita tontería había hecho.

—Ella es irritante—, alardeaba demasiado, hablaba demasiado. No estaba dispuesto a soportarla, porque evidentemente ni siquiera sentía deseo por ella. 
Era sólo una más, dispuesta a abrirse de piernas para él, sólo eso, porque no despertaba el más mínimo interés en él.

—Kira es lo que necesitas—le continuó hablando al oído—¿O es que ahora te gustan sumisas?

A Thelonius, le gustaban las mujeres como Kira, aquellas féminas que eran un verdadero desafío obtener para él, sin embargo, el haber estado copulando con Cyrus en este último tiempo, parecía haberle hecho cambiar de opinión. Porque el frágil chico de mirada rota, no hacía más que besar sus pies y complacerlo en todo lo que TJ quisiera, abordando así una relación que estaba muy lejos de ser normal. El chico judío se desvivía por Thelonius, a tal punto que su única recompensa y anhelo era el placer que TJ obtenía por él.

Pese a la provocación por parte de la rubia, su amigo la ignoró y se alejó de ella, cuando vio a Cyrus bajar por las escaleras. Se notaba que estaba un tanto dormido, como si lo primero que hubiera hecho al despertar era salir a buscar a TJ y así había sido, porque se había asustado terriblemente al no tenerlo cerca, se sentía tan mal cuando no tenía el cuerpo del basquetbolista cerca del suyo. Estar lejos de él no era normal porque no era soportable. Juraba que no.

Amber, observó las marcas sobre el cuerpo de Cyrus, las mismas que jamás se marchaban porque Thelonius nunca dejaba que su piel recobrara su color original. Y es que siempre estaba marcandolo, porque era adictivo hacerlo, y porque el chico de ojos color miel, se deprimía terriblemente cuando aquellas marcas parecían desaparecer de su cuerpo. Y como él era única y exclusivamente del basquetbolista, necesitaba pruebas para demostrar que así era.

—Hey—le ayudó a bajar los últimos escalones que los separaban—¿Por qué no esperaste arriba?

A penas y podía caminar por cuenta propia. Se lo había follado tan duro anoche, que seguramente estaba todo adolorido, pero aún así Cyrus era incapaz de quejarse y hacer algo al respecto. No quería y no podía hacerlo.
—Si te molesta, puedo llevarlo conmigo—aunque Thelonius lo dudará ella podría cuidarlo mejor. Cyrus lo único que necesitaba era que Thelonius mantuviera sus manos lejos de él por uno o dos días. Porque estaba segura de que ni siquiera cumplía las ocho horas mínimas de sueño cuando estaba con él.

—¿Llevártelo?—Preguntó con una sonrisa torcida. No cabía dudas de que su amiga le encantaba hacer bromas. Y era bueno, que en ese momento, él tuviera gran sentido del humor—no hace falta, él está bien.

Podía respirar después de todo.

Amber, le quitó importancia al asunto y se dirigió al chico. 
Iba a quedarse en la casa de su amigo y le iba ayudar a darse una ducha de agua caliente para después darle algo de comer, porque Thelonius no sabía cuidar a su mascota.

Con una sonrisa intentó que sus largos dedos dieran con la suave piel de Cyrus, pero antes de que esto sucediera Thelonius se lo impidió.

—No lo toques—sólo él podía hacer algo como aquello—vete si quieres, yo me haré cargo de él.

—Eso espero—dijo de mala gana—su madre vendrá por él mañana y más te vale que siga respirando para entonces.

Una vez dicho esto, se frotó disimuladamente su muñeca. El agarre que Thelonius había ejercido sobre ella le había dolido. Y es que no había sido necesario aplicar tanta fuerza.

Entonces se fue, golpeado fuertemente la puerta.

—No debiste bajar.

—Perdón.

—No vuelvas a bajar sino lo pido, ¿Entendido?

Cyrus asintió con la cabeza.
Todo su cuerpo dolía, pero como Thelonius, bien le prometió a su amiga, realmente hizo lo debido y no sólo le dió un baño sino que también lo alimentó. 
Lo trató como un niño pequeño, totalmente incapaz de valerse por si mismo, como un niño pequeño que necesitaba de él para sobrevivir.

El chico abría su boca y aceptaba sin más el alimento que Thelonius tenía para él.
Claro que se sorprendió mucho cuando el basquetbolista, le extendió un analgésico para el dolor. Su rostro mostró gran asombro y es que no era para menos, sin embargo lo aceptó.

—No te acostumbres, sólo te lo di para que no levantes sospechas ante tu familia.

El dolor le había dificultado incluso el caminar. Cyrus aceptó la medicación y Thelonius hizo una mueca de disgusto, él había esperado que en verdad no lo aceptará.

A él le excitaba el dolor de Cyrus, mucho en realidad, más allá de lo normalmente sano.

—No usarás eso cuando estés conmigo.

Le advirtió.

Muñeco de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora