IX

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—Tenemos que hablar—y es que ya no podía esperar más para comunicarle a su hijo, lo que junto con su esposo había decido. Quizás no estaría de acuerdo, (dado lo increíblemente bien que se había adaptado a su nueva escuela), pero después de pensarlo detenidamente, llegó a la conclusión de que era lo mejor.
Quería a su antiguo hijo. Lo extrañaba, y ya no estaba dispuesta a dejarlo ir. Porque ese casi extraño que ahora tenía delante de ella, le hacía sentir culpa, le hacía ver que había fracasado miserablemente como madre y aquello no le gustaba. 
Ella ya no era feliz, su hijo tampoco parecía serlo, ¿Entonces de qué le había servido separarse? De nada evidentemente, tal vez lo mejor hubiera sido nunca separarse de Norman, y así ahora podrían ser felices los tres. Pero ya todo estaba dicho y aunque no podía borrar sus errores si podía intentar remediarlo todo, pues su hijo valía el intento.

—Voy tarde—dijo Cyrus, recordando cuánto Thelonius, odiaba la impuntualidad. Habían quedado de verse ese día, después del entrenamiento del basquetbolista.

Pero claro, que para Leslie, su hijo se iría a encontrar con Amber.

La psicóloga de cabellera negra, miró al de ojos color miel, preguntándose cómo reaccionaria a la noticia, y es que de su hijo ya no conocía ni sus posibles reacciones, porque en verdad había cambiado demasiado en muy poco tiempo. 

—Hablé con tu padre—se puso de pie—te irás con él por unos meses.

Cyrus guardó completo silencio, procesando muy lentamente cada palabra recién escuchada, ¿Él se iría? ¿Se iría lejos de Thelonius? Su rostro había quedado congelado. Había perdido todo color, y es que aquello que su madre había dicho no podía ser. Él no podía dejar a Thelonius, es más, dudaba que pudiera vivir sin él. Era absurdo pensar en ello, puesto que no había duda de que necesitaba del de ojos verdes para poder seguir respirando, todo era tan sencillo como eso. No podía vivir sin él, juraba que no.

Pero entonces una pregunta clave se cruzó por su mente, ¿Thelonius lo dejaría ir? ¿Lo haría? Rogaba que no, porque no sabía vivir sin él.

No sabía qué decir, estaba mudo, sin poder emitir la más mínima queja, estando llenos de temores que no llegaba a descifrar y Leslie sólo podía pensar en que había tomado la decisión correcta. Todo estaría bien a partir de ahora. Todo.
…..

—A veces me preocupas—le dijo, abrazándolo por la espalda.

El basquetbolista, estaba en la cocina de su hogar, preparando un licuado de frutas, exactamente de fresas, que eran las favoritas de Cyrus, y este último pronto vendría así que cuando le tocará besarlo antes del sexo, quería que su aliento fuese de fresas.
Le excitaba el aroma dulce que en Cyrus emanaba, era tan suyo e imposible de confundir. A él le fascinaba.

—Estorbas—le dijo, quitándosela de encima, mientras procedía a encender la licuadora y hasta que esta no se detuvo, Amber no emitió palabra.

Ella no estaba ofendida con las palabras de su amigo. Él a veces era así de idiota y a estas alturas de su amistad, sabía que no tenía remedio.

Thelonius, continuó preparando el licuado, una vez que la licuadora se detuvo, comenzó a echarle el azúcar. Y que conste, que jamás se tomaba tantas molestias por alguien, pero Cyrus se volvía demasiado sumiso en la cama, cuando él tenía el más mínimo detalle para su persona y a Thelonius le excitaba demasiado cuando Cyrus se dejaba dominar por completo. Era adictivo.

—¿Volveras a rechazar a Kira por él?

Indagó la rubia con cierta curiosidad.

—No—dijo, —la voy a rechazar porque no me interesa tener nada con ella.

Guardó el batido en la heladera y miró a la rubia.
Su actitud de las últimas semanas no le estaba gustando para nada, ¿Desde cuándo creía tener el derecho de elegir a sus parejas sexuales?

—Y que te quede claro una cosa—la tomó del mentón—intenta alejar a Cyrus, así sea un centímetro de mi, y te prometo que no vivirás para contarlo.

Besó su frente, dejando a Amber un tanto sorprendida por su actitud aunque intentó fingir, que no era así. Pero sólo una cosa tenía claro, ya no le gustaba la idea de que su amigo siguiera cerca del chico judío, ya que desde que estaba con él había cambiado demasiado para su gusto.

—Mejor me voy—le dijo, mientras lo observaba preparar todo para cuando Cyrus llegará—hablaremos después.

Cuando tuviera la cabeza más fría, era evidente que él no estaba razonando como debería, porque de lo contrario, no la hubiera tratado así. Ella era su amiga y Cyrus sólo una puta que le servía para bajar su calentura, nada más,y él debía darse cuenta de ello.

Thelonius, la observó marcharse de la cocina de su hogar. Era bueno que se fuera, Cyrus pronto llegaría y quería tenerlo sólo para él, ¿Por qué aún no llegaba? Todavía no era la hora que habían acordado para verse pero ya lo quería ahí, para él.
Entonces perdido entre sus múltiples recuerdos, en donde compartía la cama con Cyrus, recordó, la primera vez que se acercó a él con tan malas intenciones, que sólo alguien como el chico de religión judía, fue incapaz de verlo así. Había sido siempre tan inocente.

—¿No te gusta el deporte?

Él chico de ojos color miel, se había sentido terriblemente intimidado cuando Thelonius, se había acercado tanto a él.
 Había ido a casa de la rubia, a hacer su tarea de biología, pero en un momento de la tarde, Amber se había marchado, alegando que tenía un pequeño inconveniente que resolver, pero que pronto regresaría con él.
Cyrus había querido marcharse para no importunar en una casa que apenas conocía, pero Amber le había rogado quedarse ahí, esperando por ella, junto a Thelonius.

—No me gusta—admitió avergonzado—soy malo para los deportes.

TJ, le había se había acercado más a él, antes sus piernas se rozaban, pero ahora también lo hacían sus brazos.

La rubia había estado sentada junto al chico de ojos color miel, pero ahora TJ ocupaba aquel lugar.
—¿Y en qué eres bueno Cyrus?—Eso se lo preguntó muy cerca del oído,—¿Qué te gusta?

Comenzó a tocar su verga sobre la ropa, respirando profundo sobre el oído del sensible chico. Quería provocarlo, ¿Alguna vez habría probado una verga? Se veía como alguien que podría comerse una sin problema, disfrutando de ello.

Como consecuencia, Cyrus se llenó de terror, e intentó escapar, al ver como Thelonius, se había comenzado a masturbar delante de él, dejando su pene semi erecto al descubierto.

Corrió, quería escapar, pero ni bien alcanzó a llegar a la puerta, para descubrir que esta tenía seguro.

Intentó alejarse una vez más, yendo hacia cualquier parte de la casa, pero terminó sobre el suelo, boca abajo, con el basquetbolista sobre él.

—Pareces un chico listo—lamió el lóbulo de su oreja—no te resistas y prometo que dolerá menos.

O eso intentaría. Iba a joderlo tan duro como deseaba.

—He querido hacer esto desde el primer momento en que te ví.
Y no mentía.

Muñeco de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora