XI

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Su mandíbula dolía, sus labios se mantenían inchados e incluso su perfecto rostro de angel tenía una que otra mancha de semen. Estaba todo adolorido, y aún así, aquel de mirada verde, no dejaba de arremeter contra su boca, hundiendo su pene tan profundo, que Cyrus pensó que había calado más allá de su garganta. Estaba profanando su boca sin misericordia alguna, y él no podía hacer nada al respecto, estaba ahí, de rodillas en el suelo, con su cuerpo completamente desnudo, con sus manos detrás de su espalda, estando perfectamente atadas, y es que sus muñecas ya incluso tenían unos muy notables hematomas.

Thelonius se corrió una vez más en su rostro, obligándolo a cerrar los ojos, para no terminar con alguna parte del líquido dentro de sus ojos. 

El basquetbolista estaba mal, pero él incluso estaba aún peor, o de lo contrario, no tendría una dolorosa erección en medio de sus piernas. 
Él iba a terminar por enloquecer, si TJ continuaba masturbándolo con su pie, tocando su erecto pene. Deseaba correrse, quería tanto aquel bendito orgasmo, que su agujero se contraía sin que lo pudiera evitar. Pero el toque que su miembro recibía, no tenía por objetivo que el llegara a su orgasmo, simplemente era para aumentar su dulce agonía, porque se merecía un digo castigo, y por ende no obtendría placer alguno.
Sin medir su fuerza, lo hizo ponerse de nuevo de pie, dándole la espalda, contemplado su trasero, el cual no demoró en penetrar cuando su sexo recuperó toda rigidez después de haberse masturbado para así conseguirlo.

Era increíble lo puta que podía ser Cyrus, era un placer enloquecedor lo bien que se sentía como aquel agujero se adaptaba a su verga, como si la hubiera estado añorando. Arremetió contra él todas las veces que quiso, lo penetró tan duro, que incluso las piernas de su pequeño temblaron.

Tirando de su pelo y sosteniendolo de la cintura, susurró palabras sucias al oído para posteriormente besar su nuca. 
El sentir como su pene llenaba de semen las entrañas de su zorra, lo hizo gemir sonoramente para después morder sus hombros, cual animal marcando a su hembra. Y su bonita puta, tuvo un orgasmo seco, corriéndose contra la pared, sin haberse estimulado en pene una sola vez, demostrando así cuán puta era. No tenía remedio ni salvación.

…..
—Su madre hizo la denuncia a la policía.

Dijo, Amber mientras observaba como su amigo salía de ducharse, envolviendo su parte inferior con una toalla.

La chica había llegado a la casa y al no oír respuesta al llamar, había entrado por la ventana trasera, porque la puerta principal tenía seguro, igual que la puerta trasera, todo estaba con seguro, exepto aquella ventana que Thelonius olvidó cerrar, pequeño error que ya luego corregiría.

Con total calma, se cambió delante de su amiga. Y su rostro tan lleno de paz, le hizo pensar a la rubia, que no se había equivocado cuando pensó que Cyrus estaba bajó las garras de TJ, era tan obvio para ella, que el sólo dudarlo era un mal chiste, claro que sólo ella era consciente de lo cercanos que eran, ella y nadie más que ella, para fortuna del basquetbolista.

Se terminó de colocar el calzado y miró a su amiga, y es que se veía tan preocupada que casi creyó que lo estaba, ¿Amber preocupada por Cyrus? ¿Cuándo no había hecho otra cosa que buscar deshacerse de él? Era evidente que estaba fingiendo, o eso creía él.

Se puso de pie y observó con una sonrisa a la rubia.

—Lo pensé—dijo, estando de lo más feliz—, me haré cargo de él. 

Sería sólo su responsabilidad. Sería sólo de él, como siempre debió haberlo sido. Ya no era necesario darle tanta libertad. No tenía porqué ser libre de nuevo, puesto que con él estaría bien. Lo iba a cuidar.

La rubia parpadeo al oírlo, ¿Había escuchado bien? Por desgracia parecía ser que sí. Mierda, ¿Por qué todo tenía que ser siempre tan difícil? Y pensar que creyó que jugar con Cyrus sería divertido, ya ni siquiera lo era. Tenía que deshacerse de él cuanto antes, antes de que su amigo perdiera toda cordura...o lo que quedaba de esta, ¿En qué clase de psicópata se había convertido? Quería reclamar y hacerlo entrar en razón, pero ya no se sentía segura con él y temía por su reacción.

Tenía que dejar a Cyrus, él no lo valía todo como TJ creía, Cyrus había terminado por llevarlo a la locura absoluta, ¿Cómo era posible que no lo viera? ¡Lo había secuestrado! ¿Es qué acaso no comprendía? 
Lo odiaba, odiaba a Cyrus, odiaba cómo había cambiado por completo a su amigo en un abrir y cerrar de ojos.

Muñeco de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora