IV

754 62 6
                                    

—¿Recuerdas dónde quedaba la biblioteca?

Cyrus, se mordió el labio inferior. Él no recordaba dónde quedaba esta.
Está bien era nuevo en el colegio, llevaba dos semanas en el mismo, y aunque el mini tour de Andi, había estado más que bien, ya había olvidado donde quedaba la biblioteca, porque para ser justos no había tenido la necesidad de ir hasta la misma, hasta hoy. Tenía que ir, porque necesitaba bibliografía de ese lugar para hacer su tarea, dado que su profesor de biología, los había querido fastidiar y les había prohibido usar el bendito internet, argumentado que sus últimos trabajos habían sido demasiado malos aún siendo de internet. Y Cyrus, aunque no había hecho tal trabajo, del cual tanto se quejaba su profesor, ahora si tenía que hacerlo, como todos sus demás compañeros, sin importar que fuese o no, nuevo en el colegio. 

En fin, Andi iba demorada para su siguiente clase y no quería importunarla más de lo que ya lo había hecho, así que terminó por decir que sí sabía cómo llegar hasta biblioteca, aunque evidentemente no fuese así. Ya se las arreglaría para llegar de alguna manera, y es que la escuela tampoco era un laberinto, o eso quiso creer para su tranquilidad.

Guardó sus cosas en su casillero y una vez todo estuvo en su lugar, se marchó en busca de la bendita biblioteca.

Intentó como era de esperarse de intentar recordar cómo llegar pero todo intento fracaso miserablemente, caminando sin rumbo fijo. Hasta que el tiempo comenzó a hacersele cada vez más y más corto, hasta sentir que se estaba ahogando en un vaso de agua, y es que su próxima clase estaba a nada de comenzar y sin poder evitarlo terminaría llegando tarde a esta y bien podría desistir de su búsqueda pero ya había perdido demasiado tiempo como para hacer aquello, que de paso era lo más lógico después de todo. Pero él no quería rendirse.

Se acercó a un chico que iba quién sabe a dónde y le pidió indicaciones de cómo llegar, cosa que debió haber hecho desde un comienzo, pero era demasiado tímido, además de que no conocía a prácticamente nadie. Gran desventaja de ser nuevo, pero en fin, el tener su tiempo al límite le había hecho perder toda timidez.
Por fortuna, las indicaciones del chico bastaron para que llegara hasta donde quería. Y una vez que en recepción le dijeron dónde podría encontrar el libro, fue a buscarlo, viendo con sus ojos mieles, como una hermosa rubia, tomaba el último ejemplar disponible. Claro, no sólo él lo necesitaba, y no sólo él tenía biología. Qué gran coincidencia que tan poco lo favorecía.

La chica de ojos color cielo, iba colgada del brazo del chico que era muy conocido en el colegio, por ser el capitán del equipo de básquet, tan así que hasta él que era nuevo sabía de su existencia.

Thelonius Kippen, era el capitán del equipo de básquet del colegio. El chico de ojos verdes y gran atractivo era el mismo que su amiga Buffy parecía odiar. El chico amante del deporte era el mismo que todo su círculo de amigos parecía detestar. Cyrus sabía que sus amigos, sus motivos tenían, pero él no lo odiaba aunque si le temia, por su característica mirada fría, como si intentará acabar con tu vida cada vez que te observaba. Era tan imponente, que Cyrus no hacía más que sentirse minúsculo frente a él.

Cuando los tres llegaron a recepción, Amber avisó por cuánto tiempo se llevaría el libro con ella, siendo este el suficiente para que el chico judío asumiera que sería desaprobado, porque la rubia no lo regresaría pronto.
Resignado, mientras Amber dejaba sus datos para poder llevarse el libro, Cyrus preguntó cuándo tendrían el mismo libro disponible para él, esperanzado en la idea de que alguien lo regresará pronto, pero la edición que él pedía estaba ya pedida recientemente y no regresarían tal biografía pronto, le dijo la señora que estaba en recepción.

Amber, que había tomado atención a todo, observó con atención al chico, entonces una sonrisa ligera se formó en su rostro. Ella no había visto a alguien tan particular antes. Quizás era nuevo.

Se lamió el labio inferior. Y es que se veía tan casto. Tan puro que sus propias manos hormigiaron.

El chico en cuestión ni siquiera se atrevía a mirarla a pesar de que ella era realmente atractiva, entonces creyó que era demasiado tímido...o demasiado virgen.

—¿Lo necesitas? —Preguntó con amabilidad fingida, mostrando el libro que tenía en mano—podemos compartirlo si quieres.

Thelonius arqueó una ceja al oírla, obligándose a mirar al chico, que para él prácticamente no existía. Le dió una rápida mirada, divirtiéndose de sobre manera con la gran timidez que mostraba, entonces creyó lo mismo que Amber, el chico era casto, absolutamente virgen.

—¿Debería invitarlo a mi casa? ¿Cierto?

Habló Amber, con una diversión que Cyrus lamentablemente no captó. Él era inocencia absoluta.

Thelonius era heterosexual, pero nunca le negaba a su polla una buena boca. Podría follar la boca del chico de religión judía, sin problema alguno. 

Él tuvo el obsceno deseo de ver su bonita carita cubierta de semen. Y por lo general nunca se negaba algún deseo, por más loco que este fuese.

—Sí—dijo—invitalo.

Iba a follarse aquella pequeña boca.

Muñeco de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora