- ¡Largo de aquí traidor!
- ¡No eres digno de pisar este barco!
- ¡Tu padre jamás debió tenerte!
- ¡Hubiese sido mejor que te dejarán en el mar!
- ¡Qué el océano tenga piedad de ti!
Esas y otras cosas más le gritaban la tripulación de su padre a Esteban mientras lo sacaban a empujones y le tiraban lo que encontraban en la cubierta del barco. Esteban tenía dieciocho años, era alto, de cabello castaño claro, largo hasta un poco más abajo del hombro y ojos verdes.
El Victoria estaba a punto de zarpar de aquella isla de comerciantes y no pensaban llevar al muchacho con ellos nunca más.
- ¿De verdad van a hacer esto?- dijo Esteban y le lanzaron un pequeño costal donde estaban sus cosas.
- Sí.
- Lo hubieras pensado antes de no acatar las órdenes del capitán- dijo un tripulante, en ese instante el barco elevó anclas y empezó a moverse rápidamente.
- ¡No! ¡esperen!- gritó Esteban mientras corría por el muelle dejando sus cosas y tratando de alcanzar inútilmente al barco.
- ¡Suelten las velas!- gritó el capitán, el cual no se había despedido de su propio hijo pues no tenía el corazón para hacerlo.
- ¡No padre!¡no lo hagas!- gritaba como un niño mientras seguía corriendo.
- No lo dejen subir al barco de nuevo, dispárenle- ordenó el capitán, entonces los mejores tiradores cargaron las pistolas y dispararon a los pies del muchacho sin importarles si lo herían o destruían cosas, una de las balas pegó cerca de sus pies haciéndolo tropezar y caer de bruces.
La tripulación comenzó a reír- ¡adelante! ¡corre!- se burlaban algunos- ¿Si no eres capaz de subir ahora cómo lo harás?- se burlaban otros- ¡ya era hora de que tu padre entrara en razón!
Él se quedó en el suelo unos momentos escuchando las burlas, se levantó y caminó hacia donde había dejado su equipaje, pero entonces observó que estaban costeando la isla para aprovechar la corriente del mar y salir con más velocidad.
-Aún puedo alcanzarlos- pensó
Y empezó a correr hacia su equipaje que estaba empezando a ser abierto por unos vagabundos que buscaban algo que comer o algo para invertir en comida.
-¡Hey!- gritó Esteban y lanzó su daga para ahuyentarlos, y como lo había pensado los intrusos se alejaron y el tomó su equipaje y daga mientras seguía corriendo.
Entró a una pequeña casa sin previo aviso provocando gritos por parte de la señora que estaba dentro, él no le prestó mucha atención y fue a la parte más alta de la casa para salir por la ventana y comenzar a correr por los tejados. Por un momento se logró emparejar con él barco, y pensó que de verdad podría lograrlo, pero las personas de la isla comenzaron a lanzarle cosas y a reclamarle los destrozos que estuvo haciendo para llegar ahí.
Empezó a acelerar pues el barco comenzaba a aumentar la velocidad, salto del último tejado al barco, pero no pudo llegar y cayó al agua. Salió a la superficie y todos sus ex compañeros se seguían burlando de él. Comenzó a nadar al borde de la isla, trepó y se quedó ahí sentado viendo como el barco se alejaba cada vez más.
Mientras, del otro lado de la isla, llegaba en un bote una chica de ojos azules y cabello castaño claro, largo hasta la altura del busto. Tomó su costal donde llevaba sus pertenencias más esenciales y buscó un lugar donde revisar algunas cosas sin estorbar a la gente.
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Esteban y Sofía. La flor imperial de Rashmil.
AdventureEsteban nació y se crió entre piratas, aprendió a robar, huir, mentir, navegar y matar. Un día, a sus 18 años, cuando asaltaron un pueblo no se atrevió a matar a la familia que estaba escondida en una casa y su tripulación lo abandonó. Ella nació y...