Capítulo 17

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"Ni se te ocurra bajar". Pensaba Sofía mientras miraba a Angelic.

- Ijab - empezó a hablar el rizada -. Deja a Sofía en el barco - volvió a hablar lentamente Samuel. Nadie se atrevía a mover un músculo. Había demasiada tensión.

Los momentos parecían eternos.

- ¿Dónde está la princesa? - preguntó de nuevo el invasor mientras sujetaba un poco más fuerte a Sofía. Y a medida que la seguía sujetando, parecía que la fuerza vital de la capitana se iba desvaneciendo, su cara, que siempre tenía sus características mejillas rosadas, ahora tenía un aspecto pálido  y un poco más delgado - ¿Y bien?¿Dónde está?

- ¡Justo aquí! - gritó Angelic. Ijab levantó la mirada y en un parpadeo, una flecha se clavó en su cara del lado derecho haciéndolo quejarse para luego comenzar a reír.

- ¿Crees que esto - señaló la vara de madera y metal incrustada en su cara - me detendrá de algún modo? Escucha bonita, lo único que tienes que hacer es entregarte y dejaremos a estos niños en paz.

- ¡Que ni se te ocurra bajar Angelic! - gritó con sus últimas fuerzas Sofía, luego de esto, ambas manos que antes se aferraban al brazo de Ijab cayeron a los lados de su cuerpo. Sus ojos se habían cerrado y se veía tan pálida como el cuerpo de las personas que han perdido la vida.

- ¡No está muerta, pero lo estará si no bajas princesa! - gritó el invasor mirando fijamente a Angelic y empezando a soltar a la muchacha poco a poco haciendo que se resbalara.

Angelic estaba en una batalla interna. Su amiga corría peligro y los demás también, si no se entregaba matarían a todos, pero si lo hacía, no podría encontrar la flor de Rashmil y jamás salvaría a su mamá.

- Muy bien - dijo Ijab y soltó a Sofía quien se encontraba ya inconsciente o muerta. Era difícil saberlo con exactitud.

- ¡No! - gritó Angelic y disparó una flecha al corazón del pirata, pero esta impactó en un collar de cristal que llevaba al cuello y a la altura del pecho. Este se rompió y en seguida la tripulación sintió como si algo entrase en ellos y los llenara de energía.

Edward pareció comprender más rápido que los demás y el Usluga que le había sido dado se convirtió en una tela un tanto larga con una bola de metal pesado adherida a un extremo de la tela.

- ¿Qué percebes? - preguntó confundido el ex guardia. Se enredó la tela al brazo y aprovechando la distracción de los enemigos, golpeó el pecho de uno de ellos con el objeto que se había formado, dando en la misma figura de cristal y volviendo a sentir como las fuerzas volvían - ¡Rompan los collares!

No hubo que decir nada más. La batalla se había desatado de nuevo y esta vez, la tripulación del Valentía empezaba a tener ventaja.

- ¡Esteban! - gritó la princesa desde la cofa mientras trataba de disparar a los collares - ¡El Hauch von licht!

Con toda la batalla se habían olvidado por completo de lo que estaba a punto de suceder. Esteban ordenó que lo protegieran. Ya tenía puesto el guante, solo debía decirle a Gold lo que debía hacer.

El sol ya pasaba de las tres cuartas partes por la línea del horizonte y la estrella estaba casi en posición. Minerva se había recuperado del cansancio que la había inundado hacía unos instantes. En ocasiones se sentían débiles, pero en cuanto un collar era roto, las fuerzas regresaban. Edward era quien más rápido acababa con los collares gracias a la extraña tela en que se había transformado el Usluga. Parecía que fuera una extensión más del cuerpo de Ed de lo fácil y ágil que lo manejaba.

- ¡No dejen que los toquen! - gritó Sofía mientras se integraba a la lucha sorprendiendo a sus amigos.

Todos se habían colocado en medio círculo de espaldas a Esteban quien ya había dado la orden a Gold de volar.

Esteban y Sofía. La flor imperial de Rashmil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora