El rey había mandado a la tripulación a las mazmorras, pero la reina tenía otros planes.
Todos iban caminando como si estuvieran yendo al matadero.
- Vaya manera de que nos apresen a todos - dijo Roca - yo esperaba que si me llegaban a capturar fuera en un robo u ofreciéndome en lugar de alguno de ustedes - le mencionó a Sofia.
- Sofi, no te sientas mal, vamos a salir de esto, te lo prometo - trató de animarla Samuel.
- Para serles sincera no me importa - dijo Sofía con desánimo - que Esteban se quede si quiere y que nos degollen a todos de una vez.
- ¡Eso no será necesario! - dijo la reina llegando detrás de ellos.
- ¡Majestad! - los guardias hicieron una reverencia mientras la tripulación se quedaba quieta.
- Liberenlos - habló la reina con autoridad.
- Majestad, tenemos órdenes expresas del rey para dejarlos en las mazmorras - explicó un guardia con temor.
- Sí, lo entiendo - prosiguió la reina - pero mis órdenes expresas, son que los liberen. Yo me haré cargo de ellos.
- Si me permite el atrevimiento su majestad - comentó uno de los guardias - ellos no son perritos domésticos que pueda acariciar. Son expertos en el asesinato y robos a los barcos y pueblos.
- Gracias por la advertencia - agradeció humildemente la reina - pero de cualquier forma, quiero que los liberen.
Los guardias al ver qué la reina no se retractaba en su órden, liberaron a la tripulación y caminaron en dirección a los jardines para hacer su ronda habitual de patrullaje.
- ¿Creé que hablen de la orden que acaba de darles majestad? - preguntó Edward.
- Si mi esposo no les pregunta entonces no.
- ¿Y si lo hace? - preguntó esta vez Sofía.
- Entonces ellos tendrán que hablar. Siganme - dijo comenzando a caminar.
- ¿No le preocupa que su esposo lo tome a mal? - preguntó Roca.
- No. Él confía en mis decisiones y yo en las suyas, si me pregunta algo le explicaré todo. No tengo por qué ocultarle nada.
- ¿A dónde vamos majestad? - preguntó Samuel.
- ¿Hace cuanto que no comen? Me refiero a una buena comida.
- Hace bastante tiempo - respondió extrañada la capitana.
- Vengan, vamos a comer, la mesa está servida.
- ¿Quiere envenenarnos acaso? - preguntó Sofía.
- No. Y si quisiera hacerlo no se los expresaría.
Llegaron al comedor donde había una mesa larga y varias sillas. Todos supusieron que era para las veces en que se organizaban banquetes.
Había varios platillos en una parte de la mesa. La reina les indicó que se sentaran y así lo hicieron todos.
Sofía y Edward quedaron al lado de la reina y les siguieron Roca y Samuel, después todos los demás.
- Adelante chicos - habló la reina - pueden empezar a comer - no necesitó decir nada más, todos empezaron a servirse como si sus vidas dependieran de aquella acción.
- ¿Por qué hace esto majestad? - preguntó Ed.
- Es una crueldad que se queden en las mazmorras como criminales - respondió la soberana.
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Esteban y Sofía. La flor imperial de Rashmil.
AventuraEsteban nació y se crió entre piratas, aprendió a robar, huir, mentir, navegar y matar. Un día, a sus 18 años, cuando asaltaron un pueblo no se atrevió a matar a la familia que estaba escondida en una casa y su tripulación lo abandonó. Ella nació y...