Mi aliento salió expulsado como vapor caliente mientras me reía de lo que sea que estaba explicando Mauro.
Lo miré un rato largo y me pregunté cómo no parecía muerto de frío como yo lo estaba, además me sentía ridícula debajo de tanta ropa mientras que él parecía estar de lo más cómodo.
Sus ojos se encontraron con los míos y tiró de mi campera para acercarme a sus labios, agradecí la humedad y calor de su beso casi de inmediato. Me apretó un poco más contra él y otra carcajada se me había escapado.
-Mucha ropa- susurró antes de besar la punta de mi nariz -La próxima vamos a la playa o a un lugar donde no exista la temperatura bajo cero-
-La próxima invito yo- levanté mis cejas y me reí cuando me regaló una mirada irritada seguida por un suspiro.
-Hay cosas que no cambian- negó con la cabeza y antes de que pueda reprochar volvió a hablar -Ni en Chicago me dejas ser un hombre que mantiene a su chica-
-Nop- le besé los labios y metí mis manos forradas con guantes dentro de su campera -Tengo hambre-
Sus manos encontraron las mias dentro del abrigo y en esta especie de abrazo me observó un rato más antes de asentir en mi dirección.
-Yo también me estoy muriendo de hambre-
Me apreté contra su cuerpo y dejé que apoye su mentón sobre mi cabeza.
-Podemos comprar y comer en el hotel-
-Buena idea, Lombardo. Necesito estar con calefacción y sin tanta ropa que me impida moverme-
Sus manos ahora estaban acomodando mi capucha después de que la haya desordenado un poco.
-Bueno, si me preguntas, yo necesito ese culito calentito y con poca ropa también- me guiño un ojo mientras sonreía divertido.
-No pregunté- dije cuando empezó a marcar el camino.
Sentí como me sacudían y empujé lo que sea que me esté tratando de levantar de mi sueño, pero no había sido suficiente porque siguió haciéndolo y me di cuenta que era Mauro cuando empecé a distinguir su voz.
-Está nevando, Noa- me destapó un poco y me pegó en el culo -Dale, no te lo pierdas, bebé-
Traté de alejar un poco el sueño refregando mis ojos y parpadeando. Cuando mi visión por fin pudo normalizarse miré hacia el ventanal, Mauro estaba de espaldas observando hacia afuera, estaba de boxer y buzo.
Suspire antes de ponerme de pie y caminar hasta donde estaba mi chico, traté de abrazarlo por la espalda pero él cambió los roles llevándome hacia adelante y apoyando su mentón en mi hombro.
Volví a parpadear cuando me di cuenta que mi atención solo había estado en el chico que me sostenía.
La nieve blanca manchaba las calles y los techos de los edificios. Los pulcros copos de nieve caían como una suave lluvizna y se me hizo agua la boca tan solo de imaginarlos sobre mi lengua. Había visto nieve una sola vez en toda mi vida y había sido gris y sucia, esto era totalmente diferente.
Estire mi mano hacia el costado y la dejé sobre el cachete de Mauro, a modo de respuesta besó mi muñeca en silencio.
-Bueno, capaz no están tan mal los lugares con grados bajo cero-
Me reí un poco y asentí.
Los dedos de Mauro se infiltraron en mi buzo y me dio calosfrios el contraste de temperatura, sus yemas frías y mi piel tibia.
-¿No me vas a hablar hasta que te cepilles los dientes?- habló irritado. Asentí en respuesta -Supongo que tampoco me vas a dejar que te de un beso-
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RED EYES 2 / Mauro Lombardo, Duki.
Teen FictionBusca la primer parte para poder leer la segunda.