19. "Estilos de vida"

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Miré a Mauro entrar a mi habitación. No nos veíamos hace semanas.

El corazón me volvía a latir rápido y mi estómago se llenaba de mariposas cada vez que nos volvíamos a reencontrar.

Me sonrió todo el camino hasta que se acostó al lado mío.

-La llave abajo de la alfombra ya no es seguro, Noa-

Me reí.

Sabía que venía pero no entendía cómo había entrado al edificio.

-¿Cómo entraste?- pregunté desde mi posición.

Había estado todo el día tirada en la cama, comiendo y mirando cualquier basura que me recomendara Netflix.

Mauro se acostó de costado, estaba apoyado en su codo mientras me miraba.

-No me ves después de semanas y ni siquiera bajas a abrirme- reprochó fingiendo estar ofendido.

Me reí y lo rodee con mis brazos. Me devolvió el gesto y pasó una de sus piernas sobre mi cuerpo.

Le di un beso y ninguno de los dos dudó en subir la intensidad del mismo.

-Te extrañé- habló antes de darme otro beso.

-Deja de mentir- dije contra sus labios y acariciando su cara.

Le di un beso en la mandíbula y lo miré. Tuve que levantar mi vista porque había quedado a la altura de su pecho.

-¿Cómo te fue?-

Había tenido fechas fuera del país y grabaciones. Se nos estaba empezando a complicar estar juntos, pero seguíamos tratando de que sea lo que tengamos funcione o al menos podamos disfrutar del poco tiempo que compartíamos.

-Bien, pero te extrañé- acomodó mi pelo hacia atrás mientras seguía hablando -Extrañé este culito-

Me mordi los labios. A veces mataba los momentos con esos comentarios. Se rió porque seguramente suponía lo que estaba pensando.

-Yo te extrañé a todo vos si te interesa- levanté las cejas antes de tocarle la punta de la nariz.

-La llave abajo de la alfombra no va más-

Se acomodó con la cabeza sobre mi pecho y me apretó contra él.

-¿Cómo entraste?- volví a preguntar.

-Me abrió una señora- dijo tranquilo -Me reconoció de otras veces. Creo-

Mis vecinos se quejaban de mil cosas pero dejaban pasar a cualquiera al edificio.

Acaricie el pelo de Mauro mientras hablábamos.

-En unas horas tengo reunión familiar- mi tono era bajo porque sentía que cualquier sonido podía arruinar el momento.

Mauro me miró. Su mentón apoyado en mi panza.

Sabía que se estaba debatiendo si hablar o no. No lo quería poner en un compromiso pero ambos sabíamos que mi familia estaba primero. Siempre.

Tampoco lo quería presionar. Habíamos compartido momentos con su familia pero con la mía no había tenido contacto desde que pasó todo.

-Podes esperarme acá o no sé-

Peine su flequillo y agarré un mechón para enrollarlo en mi dedo.

-¿Te incómoda que te vean conmigo?-

-¿Qué?- frunci el ceño ante sus palabras -No. No te quiero poner en el compromiso de hacer algo que no quieras o te incomode-

Se pasó la lengua por los labios antes de contestarme -Bueno, ¿a qué hora nos tenemos que ir?-

Me encogi de hombros porque ni siquiera sabía qué hora era y tampoco es como si me esperaran o hayamos pactado un horario para vernos con mi familia.

-Te traje algo- dijo mientras se ponía de pie, se sacaba la campera y buscaba en los bolsillos.

Me mordi los labios. No iba a negar que me encantaba que se acuerde de mi pero tampoco me gustaba recibir cosas de su parte.

-Vamos a ver cómo te queda porque tuve que adivinar el tamaño-

En su mano brillaba una cadena.

Tiré la cabeza hacia atrás.

-¿Por qué gastaste en mi?-

Escuché que se reía y sentí como se hundía el colchón a mi lado.

Cuando lo volví a mirar tocó la punta de mi nariz.

-Porque quise. Aparte es algo que pedí hace tiempo-

Levantó la cadena entre nosotros dejándome ver una chapita con mis iniciales. La punta de mis dedos sintieron la textura de las letras.

-Vas a usarla- amenazó sabiendo mis intenciones.

No me gustaba usar cosas llamativas y él lo sabía. De todas formas su regalo era demasiado discreto en comparación a las cadenas que estaba acostumbrado a usar.

Con su ayuda me senté en la cama y le di la espalda mientras agarraba el pelo y lo levantaba para que pueda poner la cadena.

-Listo- dijo antes de darme un beso en el cuello -Ahora solo falta que me digas que te venís a Estados Unidos conmigo-

-¿Qué?- la pregunta se me escapaba de los labios antes de que me de vuelta para mirarlo a los ojos.

Vi como Mauro acomodaba su flequillo y después rascaba su cuello.

-Eso- dijo como si su propuesta no haya sido de la magnitud que era -Tengo que irme a grabar allá y quería que vengas conmigo. Voy a estar como un mes-

Mi boca estaba entreabierta mientras lo escuchaba, seguro parecía una idiota.
Me quise ilusionar con este viaje pero no podía aceptarlo ni aunque quisiera. Tenía un trabajo que mantener y no iba a poder sostenerme sin ese sueldo durante el tiempo ausente o a la vuelta.

Apenas llegaba y se tenía que volver a ir.

Nuestros estilos de vida cada vez nos alejaban más.

RED EYES 2 / Mauro Lombardo, Duki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora