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Funciono, vaya, funciono, sonrío cuando han pasado dos semanas, desde la noche que le confesé a Bankotsu sobre mi embarazo, cabe señalar que no hizo ninguna pregunta, solo manejo hasta mi casa y con las mismas se fue, vaya macho alfa, pelo plateado, y bla, bla, bla, aunque en estos días extraño ver su sonrisa, al ingresar me ignora, pasa de largo, duele, pero es mejor.

En el comedor he escuchado que la fábrica sufrió unos problemas, por lo que el hermano de Renkotsu se ha tenido que ir directo ahí, sin embargo, en cualquier momento nos cae de sorpresa, las mujeres están locas, parecen estar en celo, buscando donde clavar sus dientes, pobres niños ricos.

Hace unos días asistí a mi primera cita con la ginecóloga, tres meses de embarazo, eso es lo que tenía, ahora voy por el cuarto, aun no tengo pancita, pero ella dijo que pronto se volverá notorio, suspiro pensando en que será justo cuando deje el trabajo, no podré soportar tantas preguntas sobre el padre, Ayame esta como loca, se ha estado viendo con Renkotsu, al menos una es feliz y eso del amor le resulta, sonrió caminando fuera de la empresa, me despido de Myoga cuando me doy la vuelta choco con alguien, quien me sostiene, su mirada azul se clava en mí.

-debes tener cuidado Kagome-dice y sonrió al escuchar de nuevo su voz.

-lo tendré Ban-digo y me suelta para seguir su camino.

-la facilona-escucho el comentario de una chica, me giro y tres mujeres me miran con molestia.

-pobre, de seguro Bankotsu obtuvo lo que quiso y por eso la ha dejado-ríen, vaya que estaban mal informadas.

-es tan poca cosa-ríen, se burlan de mí, estúpidas mujeres pechugonas y plásticas, pienso alejándome de aquel lugar.

Mis senos empiezan a crecer, vaya me miro en el espejo de mi habitación, estoy solo con ropa interior, cuando la puerta se abre, Ayame está chupando una paleta y me mira con la ceja levantada.

-tocándote-pregunta-tengo un consolador si quieres-dice.

-eres una sucia-comento y ella ríe-mis pequeñas gemelas están creciendo-comento.

-déjame ver si es cierto-menciona acercándose, me mira con la mano en el mentón, vaya parece que sí, déjame comprobarlo-y sin esperarlo me aprieta la bubi.

La puerta se abre del todo, Renkotsu, mi jefe, nos mira en esa bochornosa escena, ¿Qué hace él aquí? Ayame me suelta, sin inmutarse, va hacia él, quien esta avergonzado y baja la mirada.

-sí, tienes razón, están más grandes-comenta y juro que quedo tan roja.

Es fin de semana, Ayame sale con Ren, me quedo sola en casa, viendo películas, no dejo de llorar con cada una, estoy muy sensible y además como todo lo que encuentro a mi paso con nutella, anoche metí mi pierna de pollo en el frasco, lo sé, extraño, pero de verdad me supo a gloria.

Mañana llegare tarde a la empresa, tengo cita con la ginecóloga, pero solo podía por la mañana, me entregan los análisis de rutina para ver que todo ande bien, me pesan, toman la presión, y la doctora me entrega la receta de vitaminas, asegurándome que todo va bien.

-buen día niña Kagome-me dice Myoga cuando ingreso.

-Buen día-saludo dándole un beso en la mejilla.

Miro a la chica que está en mi lugar, es una de esa que el otro día se la paso burlándose de mí, suspiro llegando a su lado, me mira con una mueca y se levanta.

-deberías ponerte tu gafete-dice mirándome con suficiencia.

Meto la mano en mi bolso, justo cuando el teléfono suena, en mi desesperación por contestar y sacar el gafete, no me percato del sobre que cae y ella toma.

El AMIGO de mi hermano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora