oasis

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- míralos, aterrados, corren como ratas sin escapatoria, ¿Puedes sentir su miedo?

- lo siento.

- solo un poco más, el terror se ve en sus caras, puedes ver la desesperación en sus ojos, un poco más de tortura y su cordura desaparece

- lo sé.

- están listos, sacrifícalos a todos, que no escape ninguno, haz lo que se te ordena

- ... Ya lo sé.

- ya casi lo tienes en tus manos, tómalo, cuelgalo, sacrifícalo.

- se lo que tengo que hacer, cállate.

- no falles, atrapa carne, sacrifica carne, apacigua al ente.

- suficiente, ya cállate.

- atrapa carne, sacrifica carne, apacigua al ente.

- ¡He dicho que te detengas!

- escucha su grito, el grito de dolor desgarrado, atrapa carne, sacrifica carne, apacigua al ente. ¡Sacrificio!

- ¡HE DICHO QUE TE CALLES DE UNA PUTA VEZ!

Ya no podía más. Todo esfuerzo fué en vano, hizo lo que se le ordeno y aún así las voces seguían enloqueciendo al asesino, uno a uno se fueron cortando los cables de imaginaria cordura que el mismo se había creado. Soportarlo no solo lo enloquecía más, era doloroso. Cada voz que susurraba desagradables y familiares frases era como si un martillo golpeara fuertemente su cabeza generando punzadas insoportables. Llevó sus manos hacia esta tratando de parar el caos. El ambiente estaba frío y aún así todo su cuerpo sudaba. Cerró firmemente sus ojos y se dejó caer de rodillas al piso. Aún cuando estaba colapsando las voces seguían susurrando órdenes. Con esfuerzo levantó la cabeza. Un muchacho ayudaba al chico que acababa de colgar mientras lo miraba nerviosamente. Aún se podía ver el terror en sus ojos y al notar la poca esperanza que quedaba en aquel superviviente más intensas eran las voces. Ese fue su punto de quiebre.
Tomó su cuchillo, pasó sus dedos por el filo cortándolos un poco, sintió el ardor del metal deslizándose por las incisiones pensando que quizás un poco de dolor lo calmaría, pero todo era igual. Se levantó y se dirigió hacia ellos. Los chicos comenzaron a huir lo más rápido que le permitieran sus heridas y aunque se esforzaban no podían alejarse demasiado. El homicida daba grandes zancadas y era fácil para el acercarse sin mayor esfuerzo. De vez en cuando los supervivientes miraban hacia atrás, podían ver como el asesino que los seguía daba pequeños espasmos que lo hacían lucir más espeluznante. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, alzó su cuchillo y lo clavó con furia sobre la espalda del más alto. Imaginó que ese era el cuerpo de alguna de las voces que lo hacían enloquecer y eso aumentó considerablemente su deleite. Bajo la máscara esbozó una torcida y siniestra sonrisa, los susurros en su cabeza se transformaron en gritos de exigencia que repetían las mismas frases una y otra vez sin descanso. La vista del homicida comenzó a nublarse, gotas de sudor corrían por su frente, miró al superviviente, estaba pálido, demacrado y aterrado, pero aún así le gritaba a su compañero que se alejara del lugar y lo dejara ahí, sin embargo el otro se negaba a dejar ir su mano sosteniéndola con fuerza. Nunca pudo entender esa actitud de parte de las personas, siempre pensó que era mejor desaparecer de raíz cualquier cosa que te haga sentir extraño. Quizás debía hacer eso por ellos, quizás debería asesinarlos a ambos definitivamente. Si. Eso debía hacer, y comenzaría cortando la mano a la que el muchacho se aferraba tan desesperadamente, pero algo lo hizo parar abruptamente cuando apenas dió un par de cortes. Un sonido suave comenzó a invadir su cabeza, las voces lentamente fueron desapareciendo y la melodía se hizo cada vez más clara. Sus ojos comenzaron a ver nítidamente y su agitada respiración se comenzó a normalizar nuevamente. Miró en la dirección de donde suponía venía el sonido olvidando por completo a los muchachos.

paranoia *Michael Myers x Jake Park*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora