paranoia

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Advertencia

Este capítulo contiene texto explícito, violencia y escenas +18 que pueden herir la sensibilidad de las personas, se recomienda discreción si no les gusta este tipo de contenido.
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- Debo admitir... que de todos los maníacos en este lugar, jamás pensé que tú fueras capaz de pedir ayuda. Además... ¿Estoy soñando? ¿Acabas de hablar? No estoy segura, ya que solo dijiste una maldita palabra y nada más. - la voz lenta y rasposa de la mujer sostenía una gran confusión.

Hace un par de minutos vagaba por el centro de terapia de choques del asilo cuando notó una presencia ajena en su reino. Rápidamente tomó su arma llena de sangre seca y utilizó el último aliento para poder desplazarse con facilidad hasta llegar afuera del edificio y así investigar quien era el intruso que invadía su terreno. Pudo ver un círculo de braza y ceniza en el suelo, una ofrenda que supuestamente solo tenían en su poder los asesinos para poder desplazarse de un reino a otro. Se relajó un poco y de entre las llamas apareció un gran hombre de overol azul y máscara blanca. Ladeó su cabeza. Quizás solo alucinaba nuevamente, nada nuevo, pero el homicida tomó a la mujer del brazo descartando esa posibilidad y la arrastró dentro del círculo susurrando una única palabra que casi se pierde entre la máscara y el sonido del fuego al consumirse. A penas aparecieron en haddonfield, Michael arrastró a la mujer por la calle a un paso casi apresurado, ingresaron a la casa en donde residía el asesino e hizo que la mujer subiera las escaleras hasta una habitación bloqueada con un par de muebles. Michael los arrojó con fuerza haciendo que cayeran escaleras abajo armando un fuerte estruendo, abrió la puerta y esperó a que la enfermera entrara en la habitación. La mujer ya acostumbrada a la rudeza que mostraban los demás homicidas se limitó a pasar la puerta para ver qué tenía tan ansioso a aquel hombre que desde su llegada evitaba totalmente la interacción innecesaria con los demás y así saciar de paso su curiosidad. La luz que se filtraba desde la entrada dejaba ver un cuarto simple con una gran cama, pero lo que le sorprendió fué el muchacho que dormía sobre ella, o que descansaba, no estaba segura, desde ahí podía verse un chico empapado y herido. Miró a Michael y luego se acercó al muchacho examinandolo un poco. Un lado de su mejilla estaba roja igual que sus muñecas, su cuello y hombros dejaban ver múltiples mordidas y moretones, a demás de que entre sus piernas podían verse unos rastros de sangre que casi desaparecieron con el agua. La respiración era pausada y lenta, por lo que notó que a pesar de las heridas el muchacho solo estaba profundamente dormido. El homicida se acercó a la enfermera silenciosamente y está lo miró de frente.

- normalmente antes de comer a una persona se asesina. Lo sabes, ¿Verdad? ¿Intentaste comerlo cuando aún estaba vivo? Eso sí es enfermo. - Michael furioso y sin paciencia tomó fuertemente del cuello a la mujer y la levantó por sobre su cabeza, esta desapareció soltando una tétrica carcajada dejando la mano del asesino vacía en el aire.

- así que era esto a lo que te referías cuando dijiste "favor". - la voz rasposa de la mujer resonaba en toda la habitación haciendo un desagradable eco. - el no morirá, aunque está bastante herido y agotado. El sobre esfuerzo y la evidente pelea que dió hicieron más grave la lesión en su tobillo.- la enfermera apareció nuevamente detrás de Michael y en sus manos sostenía una vieja caja de madera con un montón de hierbas e insumos.- voy a tratarlo solo porque me diste un buen espectáculo.- la mujer ordenó todos los materiales sobre una cómoda que se encontraba a un lado de la cama, se acercó al chico y se dispuso a tocar el muslo del muchacho, pero antes de poder hacerlo los reflejos de Michael reaccionaron y tomó su muñeca fuertemente apartandola con rudeza, esta lo miró casi impaciente.

- ¿Quieres que repare el juguete que casi destruyes? Entonces siéntate en ese rincón y déjame trabajar, no puedo ayudarlo sin tocarlo y si no lo hago esa herida podría infectarse.- El homicida miró fijamente a la mujer por unos segundos antes de dejar ir su muñeca y hacer lo que le pedía. Órdenes. Seguir órdenes era una de las cosas que más detestaba, pero si no obedecía perdería lo único que hacía que las voces se callaran. Increíble, solo habían pasado un par de días y sentía que lo necesitaba. La enfermera comenzó a tratar a Jake y Michael solo podía quedarse ahí sentado mirando y recordando lo que había pasado.

paranoia *Michael Myers x Jake Park*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora