Capítulo I: El hombre que nació de la piedra.

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24 de Julio de 5739.

Senku Ishigami estaba lidiando con lo que, sin duda, era la peor semana de su vida. Tan solo pocos días atrás, había sido brutalmente asesinado por Tsukasa en aquella montaña y no podía evitar volver a ese momento cada vez que cerraba los ojos. 

Las cosas no debían haber salido mal. Después de todo, su plan era reconstruir la civilización y devolverle a la humanidad su estatus de especie dominante. Después de todo, ¿quién era él para juzgar quién debía ser revivido y quién debía ser destruido?

Por esa misma razón y a pesar de que lo intentaba, no podía comprender el punto de vista de su verdugo. ¿Condenar a algunos por los pecados de otros no lo convertía a él en aquello que juró destruir?

Liberando su mente para continuar su camino, recordó por qué estaba en aquel bosque; Chrome había salido de exploración a una cueva cercana tras su conversación nocturna con Senku. Mientras tanto, Kohaku estaba fuera en su viaje diario para curar a su hermana enferma.

Dado que sus dos únicos aliados del nuevo e incipiente reino científico se encontraban fuera, y el resto de la aldea aún no confiaba en él, Senku decidió salir al bosque a caminar para despejar su mente.

Sus pensamientos volvieron a divagar, esta vez concentrándose en Taiju y Yuzuriha. Sentía una gran preocupación por su destino y por su bienestar. Si bien sabía que Tsukasa no les haría daño por considerarlos inofensivos, quizás sus lacayos sí serían capaces de hacerlo. Se preguntaba si había sido la mejor decisión separarse.

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos, tan aislado del mundo real que tropezó con un montículo de hojas y plantas de considerable tamaño y dureza extraña.

"¿Eso es un maldito pie?", se preguntó a sí mismo, notando la particularidad del obstáculo, a la vez que limpiaba la tierra y hojas de su vestimenta.

De manera veloz comenzó a retirar la materia vegetal de lo que identificó como un cuerpo petrificado, otro humano de su época, una víctima más de la catástrofe que golpeó la tierra aquel día infame.

Le tomó unos minutos que le parecieron horas mientras se preguntaba a sí mismo cómo ese pobre desgraciado había terminado ahí en ese bosque tan cubierto que jamás habría sido encontrado.

Cuando terminó su tarea, pudo notar la posición en la que había terminado aquel sujeto; el brazo izquierdo cubriéndole los ojos y el rostro ligeramente arqueado a la derecha, sin duda en los últimos segundos de conciencia trató de cubrirse de la luz verde extraña que atacó el planeta.

La garganta comenzó a secársele, sus manos comenzaron a humedecerse con sudor, su respiración se hizo errática mientras se maldecía a sí mismo por actuar así. Era inevitable teniendo en cuenta que el último extraño que revivió lo asesinó sin piedad. Dudas comenzaron a asaltar su mente, ¿acaso sería como la última vez? ¿Si revivía a ese sujeto, moriría otra vez?

Su lado irracional le gritaba que corriera y olvidara a aquel extraño; debía sobrevivir a como dé lugar, no podía morir de nuevo, pues esta vez su muerte sería permanente. Su lado racional, más pensante, le aconsejaba que pensara las cosas; iba a necesitar toda la ayuda posible para librar su guerra contra Tsukasa.

Después de lo que pareció una eternidad, Senku se sentó en el suelo mientras apretaba los puños.

"Cálmate, no hay ser humano en este pedazo de roca que pueda compararse en fuerza a Tsukasa", se dijo a sí mismo un poco más tranquilo. "No hay manera de que tu vida corra peligro", rió nerviosamente. "Tienes la vida de este sujeto en tus manos y, a diferencia suya, tienes todo el tiempo del mundo para pensarlo."

Una Oportunidad InesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora