Capítulo 13 [Parte 1]

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Capítulo sin corregir, disculpa las faltas.

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Todo el peso de las cajas recayó sobre mí pobre muñeca, que emitió un pequeño sonido el cual logró hacerme soltar un gemido de dolor. Por poco y me desestabilice logrando que las cajas cayeran sobre mís pies, aunque gracias a los dioses unas fuertes manos me rodearon, evitando que cayera.

David tomó las cajas y me observó con el ceño fruncido, luego su vista se enfocó en Diana quién no había notado su presencia y volvió a mí, frunciendo aún más el ceño.

Su expresión me dió unas tremendas ganas de soltar una carcajada. Pero me contuve.

—Te diría que me ofrezco a ayudarte, pero... ¿que carajos Harika? —soltó, con un tono de indignación. Didi alzó la vista, topandose con David y Dios... fue una escena digna de retratar, palidecio hasta el punto en que su movil cayó al suelo, David arqueo una ceja y dejó las cajas sobre el poste de madera que habían armado para cruzarse de brazos y retomar el contacto visual.

No te rías Harika, no lo hagas, me repetí mentalmente, las ganas de soltar la carcajada más grande de mí vida estaban allí.

—Hum... David, no te había visto...

—Lo noté —dijo el, con un ápice de amargura—. Estabas muy ocupada, perdiendo el tiempo, mientras Harika ¿que hacía ella? —pregunto, fijando su vista en mí. Didi, entreabrio los labios pero al final no emitió sonido alguno—. Cargaba tres cajas pesadas, corriendo el riesgo de lastimarse.

Me cubrí la cara con ambas manos, ya no podía aguantar las risas.o

—Bueno... pues a estas alturas debe estar muy bien ejercitada —murmuro, al instante se aclaró la garganta—. Digo, ella se ofreció a ayudar con...

Carraspee y puse mí mejor cara de frialdad.

¿Ves esto mamá? Me merezco un Oscar, por qué di la mejor actuación de mí vida.

—¿Yo me ofrecí? —negue, repetidamente—. Diana, más bien me trajiste arrastras, porque eran órdenes de Debby quién se haría cargo de Mellie. —observé a David con indignación pura— ¿Y sabes que más?, se supone que yo debía "ayudarla" No hacer todo el trabajo sola.

El exhalo.

—Quien da las órdenes aquí soy yo. Ni Debby, ni María ni mucho menos tú Diana —zanjó—. Solo yo y son mis órdenes las que se van a seguir sin protestar. ¿Entendido?

—Sí, David.

Fijó sus ojos verdes en mí.

—¿Entendido Harika?

—Por supuesto —sonreí.

—Bien, Diana, te esperame en mi despacho. Necesito que hablemos de algo importante —Didi asintió pero no se movió—. Ahora, me dejas un momento con Harika.

—Pero...

—¿Que acabo de decir?

—Lo veo en su despacho.

Una vez que cruzó el umbral de la puerta solté la carcajada que había estado conteniendo. David me observó extrañado, sin decir nada. Traté de calmar mís risas, de hecho tuve que sujetarme el estómago en un momento.

Fugitiva [Pausado Indefinidamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora