Fugitiva [Pausado Indefinidamente]

Capítulo 11

«El caos comienza aquí.»

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Tomé una gran cantidad de aire.

No supe que decir.

Simplemente sentí que mí muro se estába derrumbando, por un momento quise estar en mí cama, abrazada a un oso de felpa y llorar por todo, ni siquiera supe porque me había empezado a sentir tan mal. Eiza me seguía observando con sus intensos ojos azules, esperando a que me presentara quizás o a que dijera algo.

Pero yo estaba paralizada.

Un nudo se formó en mí garganta, y el miedo a que Ryan llegará o se acercará a nosotras preguntando por su prometida me hacía temblar. Yo no recuerdo, sí el era atento con Peyton, no recuerdo sí la acompañada a todas partes como Henry pero, sí recuerdo que más de una vez oí el nombre de Eiza siendo pronunciado por el. Ella era su eterno amor, quizás con la que no pudo ser feliz, por culpa del acuerdo de sus padres o tal vez...

AAAAAA. NO.

Quería emitir algo, pero realmente no fuí capaz, me aterraba el echo de que el pudiera llegar, reconocerme entregarme a ellos o matarme...

Sabés que el no lo haría.

El silencio se tornó incómodo, ninguna de las tres articulo una palabra. Quizás Eiza se dió cuenta de que la cagó, o de que yo había entrado en un trance interno, pero me valió una reverenda mierda, solo quería salir de allí; huir...  Y  te aseguro que por primera vez, en ese momento senti que el destino se puso de mí lado, pues mi móvil empezó a sonar.

Entreabri los labios, pero aún sin emitir nada me alejé, a lo lejos ya escuché como Jenna le soltaba un:

—¿Eres la prometida de Ryan Cox?

La verdad es que no mo quedé para oír la respuesta, yo no tenía dudas. Solté todo el aire que había contenido y conteste el teléfono sin fijarme siquiera quién era.

—Aló.

—¡Harika! —Mellie me saludó al otro lado de la línea—, uf esto de salir a menudo es tan feo, aunque gracias a eso conseguí que mí tía Debby me comprara un helado, paletas y lo más importante ¡Doritos y Coca-Cola! —chillo emocionada, escuché la risa de Debby al fondo.

—Oh... eso es genial —artícule.

Debby se había encargado de que Camila —la psicóloga de Mellie—, hiciera las sesiones en su consulta y no en la mansión, según decían Mellie iba mejorando y era momento de que diera el paso más difícil: salir al aire libre.

—¡Si! Y no es todo ¡tambien compre para tí! ¿Te parece sí vemos una película de esas que te hacen llorar por la tarde?

—Genial. ¡Me encanta!

—¡Lo sé! —chillo.

—Hola, Harika —Debby tomó el teléfono, escuché el drama de Mellie al fondo, hasta me la imaginé haciendo puchero. Era adorable, pasamos varios días ya y nuestra relación mejoró bastante hasta el punto en que cuando ella tenía pesadillas iba a mí habitación a dormir conmigo.

Ya no había rastro de la niña odiosa que fraguaba maldades con Didi, los primeros días que llegué a la mansión.

—Hola Deb, ¿ya llegaron a la casa? —inquirí esperando una negativa.

—Nos retrasamos por varios motivos, igual ahora ya estamos en camino ¿ya llegaste tú?, es que quería ponerte al tanto de algo justo al llegar, es importante.