Capítulo XII "El mar que nos separa "

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Habían pasado cinco meses mas desde la partida de Ray, exactamente un año. Porque vamos a ser sinceros, es la época victoriana, no existen esos aviones donde te subes y en unas horas estas en tu destino, no, aquí los viajes son por tren o barco que suelen tomar semanas, hasta meses en sólo el transporte, sin contar que Ray no esta jugando por allí, esta supervisando la construcción de partes de sus empresas, algo que debe hacerse lenta y minuciosamente para que todo salga bien y no se arrepientan en un futuro y pierdan dinero.

En el trascurso de un año que había estado afuera Ray le había enviado cinco cartas a Anna, dos en los primeros siete meses y las otras tres en los siguientes cinco y la dulce rubia las tenía todas perfectamente guardadas en un cajón de su habitación.

Pero claro está que la vida había seguido para ambos, rubia y azabache habían continuado con sus rutinas porque ni que esto fuera un libro cursi donde ambos se echaron a morir por no estar cerca del otro, Anna había asistido a mas bailes con Emma donde “casualmente” se había encontrado con el Barón Grandvalley quien siempre aprovechaba la ocasión para charlar con ella -a escondidas de todos, claro esta, pero por decisión de la rubia porque al moreno parecía no importarle la opinión ajena-

Claro que el barón no había hecho demasiados avances con la rubia debido a que esta se negaba rotundamente a llamarlo por su nombre, pero Zack se conformaba con que la rubia aceptase charlar con él, aunque esperaba llegar un poco mas lejos.

Aunque tampoco taaannn lejos, después de todo el barón Zack Grandvalley era un caballero.

Emma se encontraba charlando con  Norman en una fiesta, ella había logrado escapar muy bien de las fiestas de compromiso ya que ella solía asistir pero se escondía, iba al baño o se escudaba en el albino y aunque algunas solicitudes habían llegado...

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Emma se encontraba charlando con  Norman en una fiesta, ella había logrado escapar muy bien de las fiestas de compromiso ya que ella solía asistir pero se escondía, iba al baño o se escudaba en el albino y aunque algunas solicitudes habían llegado a su casa corría con la suerte de que Yuugo los espantaba ya que, según Diana, la única forma de que Yuugo entregara a su bebé sería que fuera un hombre bueno que se la mereciera al 100%.

El albino le agradaba a Emma, era buena persona, le parecía que podrían ser muy buenos amigos, él la miró y sonrió.

—Se ve hermosa el día de hoy, Miss Emma

—¿Ay usted cree? -sonrió- no creo

El hombre le agarró la mano sobresaltando a la oji-verde, él entonces la movió dándole a entender que diera una vuelta, ella aún no muy convencida aceptó y giró rápidamente mostrando no solo su vestido si no su peinado.

El hombre le agarró la mano sobresaltando a la oji-verde, él entonces la movió dándole a entender que diera una vuelta, ella aún no muy convencida aceptó y giró rápidamente mostrando no solo su vestido si no su peinado

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The Marchioness of the BroomsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora