Capítulo VI "¿Quien eres en realidad?"

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El mercado estaba a rebosar de gente caminado de aquí para allá, aunque mas que todo podías observar sirvientas y mayordomos realizando las compras de las casas donde trabajaban y eso aveces te hacía preguntarte ¿los ricos han pisado un mercado alguna vez en su vida?

Ajena a cualquier pensamiento estúpido de esa clase, una muchacha peliazul de 19 años buscaba entre la fruta para escoger la mejor y llevársela a casa, su señora, Lady Isabella era muy quisquillosa a la hora de comer aunque claro está que no era tarea de Azraq el escoger alimentos en el mercado, ya que ella era la doncella de Isabella, pero con una discusión entre Isabella y Ray y esta queriendo calmar su humor le había dicho a Azraq que la dejase sola y que viera en que podía ayudar y así por ordenes de la cocinera la ojiceleste había acabado en el mercado escogiendo piñas.

“Cuando esos dos pelean todos lo pagamos” -pensó la chica con una gotita de sudor-

Aunque ella sentía que era una buena oportunidad para despejar su mente pues la verdad en la mansión Gracefield todo era un caos últimamente con Isabella insistiendo en que Ray se casé y este huyendo del asunto, es mas, últimamente  Ray siempre parecía estar de peor humor de lo usual, a excepción de hace unos meses atrás, todos recordaban ese día pues después de escaparse de casa por unas horas volvió de muy buen humor y contándole a su madre sobre un libro que acababa de conocer, algo de 15 años o algo así recordaba ella.

Fue entonces que mientras escogía sus frutas empezó a caminar a la derecha hasta que sintió como chocó con alguien, al levantar la mirada pudo divisar a un chico de tez clara, cabello rojo y ojos de igual tono quien al igual que ella llevaba uniforme de sirviente.

—¡Oh, lo siento! -dijo ella cortésmente- ha sido mi culpa

—Tranquila -habló él - has sido algo torpe pero solo tienes que poner atención por donde vas

El muchacho se volteó y ella lo miró molesta.

—¿Disculpe? Se supone que digas que esta bien y que también ha sido tu culpa

El la miró por sobre el hombro y sonrió.

—Pero no ha sido mi culpa, ha sido totalmente tuya por tonta

Ella se cruzó de brazos molesta ¿ese sujeto era un sínico o que? Aunque hubiese sido culpa de ella lo normal es decir que también fue tu culpa para no avergonzar a la otra persona, él sin embargo no solo no hizo aquello, si no que le prestaba nula atención a su -muy justificada- rabieta.

—Oye tu...narizón ¡No puedes ser tan grosero!

Nat se volteó.

—¿Como me dijiste?

—Narizón -dijo ella poniendo los ojos en blanco- no eres el único que puede ofender

—Ofender me -Nat se acercó a ella y rió, tenían la misma estatura o eso pudo apreciar ella- no me ofende que noten mi nariz, mas bien me siento halagado

—¿Halagado? -dijo ella molesta sin poder creerlo-

—Sí, mi nariz es hermosa y es bueno ver que hasta las tontas como tu que no saben caminar pueden verlo -el sonrió de manera altanera-

Ella mostró una expresión de molestia y fastidio ¡que sujeto tan molesto! Se notaba que esa nariz era mas grande que su diminuto cerebro, aunque ahora que lo veía bien, le parecía haber visto esa fea cara en algún lugar.

¿donde?

¿donde?

¿donde?

¡Aaahh claro, en la casa donde trabajaba Anna!  

The Marchioness of the BroomsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora