Capítulo XVII "Los declaro marido y mujer, puede huir del novio"

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El día por fin llegó, no había lugar para arrepentimientos.

Aunque Diana no pensaba eso. En este momento la rubia estaba detrás de la oji-esmeralda quien terminaba de arreglarse sus zapatos mientras escuchaba como su madre le decía que estaba bien si decidía cancelar de repente, Emma la miró sonriendo.

-Mamá basta -la abrazó- estoy bien, no puedo echarme para atrás ahora

-Sí puedes, haz lo y papá y yo arreglaremos todo

-¿Crees que Norman es mala persona?

Soltó de repente esa pregunta, como si estuviese interesada en saber porque su madre se oponía tan ardientemente a la boda, pero mas bien aquella pregunta la había hecho para tranquilizar su corazón ¿era el hombre con el que se iba a casar en realidad una buena persona? Una parte de ella sentía que no conocía a Norman, que había mucho misterio tras esa sonrisa blanca, podrían ser sus propios nervios jugándole una mala pasada.

Pero aún así se sentía inquieta, Diana vio aquello y acarició el rostro de su hija, Emma la miró y sintió sus ojos llenos de lágrimas, vio como su madre también tenía los suyos llenos de lágrimas.

-Emma, aún hay tiempo de que huyas si no quieres

-¿Segura? -la miró llena de dudas-

-¡Sí, mi vida! ¿Que dices? ¿Cancelamos?

-Pues -vio a su madre toser levemente- p-pues

-¿Si?

-No mamá -suspiró y la abrazó- me casaré con el duque Norman Minerva

-¡Emma!

-¡Mamá basta! ¡Esta decidido! -ella le miró con fiereza, estaba decidida -

Diana suspiró y rogó a Dios porque Emma fuera feliz.

-Esta bien hija -acarició su rostro- solo recuerda que mamá siempre estará para escucharte

-Lo se mami -tomó la manos de su madre-

De pronto la puerta se abrió y un guapo hombre en traje se hizo presente y miró sonriendo a las dos mujeres dentro.

-¡Que hermosas se ven mis mujeres! -Yuugo se acercó a ellas y las abrazó-

Emma y su madre rieron mientras abrazaban a Yuugo, el azabache tomó la frente de su hija y depósito un beso en ella.

-Mi Emma, estas tan grande -Emma sonrió con lágrimas-

-Yo los esperaré afuera -dijo Diana para salir por la puerta-

Cuando se quedaron solos Yuugo volvió a abrazar a Emma, la joven mujer sintió lágrimas en su hombro y cuando levantó la vista los ojos de su padre se veían un poco rojos, su rostro demostraba el orgullo que sentía pero claro que cierto rasgo de fugaz tristeza también estaba presente.

-Papá

-Emma -tomó su rostro y besó cada parte de él- mi hermosa Emma, te vas a casar, no puedo creerlo

-P-papá -ella empezó a llorar- yo tampoco puedo creerlo

-La verdad yo rogaba que este día no llegara -rió- pero ahora que es inevitable pienso que no pudiste encontrar mejor hombre

-¿No? -le miró-

-¡Claro que no! Serás muy feliz con el duque, hija mía

Emma bajó el rostro ¿era cierto? ¿Sería feliz con el duque Norman Minerva? ¿Podría ella darle el amor que él esperaba? ¿Algún día ese amor sería recíproco? Eran muchas dudas y que mejor consejero que el tiempo o eso dicen por allí, por los momentos no había lugar a escenas dramáticas o cosas así, era el día de su boda y ella iba a casarse.

The Marchioness of the BroomsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora