Capitulo II "Las sirvientas no van a fiestas de alcurnia"

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Todo era, por decirlo así un caos, las sirvientas corrían de acá para allá preparando la casa para aquella fiesta que la familia improvisó a ultimo momento. Anna podía escuchar a Nat despotricar cosas sobre la irresponsabilidad de los patrones mientras sacudía unos hermosos jarrones decorados al estilo antiguo japonés,  que tan de moda estaba entre la aristocracia desde 1854.

—¡Nat ya basta! -le regañó- te guste o no es tu trabajo y no debes quejarte

—¿Crees que no lo se? -volteó los ojos- pero no esta de mas decir que me hubiera gustado ser avisado con antelación sobre esta celebración

—Lo siento Nat -dijo Diana llegando de la nada- fue algo de último minuto

—S-Señora Diana -dijo Nat preocupado- no se preocupe, mas bien perdone mi atrevimiento

Diana sonrió, no era una persona cruel ni tirana, era una mujer muy consciente y entendía el estrés que era limpiar esa enorme casa en tan poco tiempo, así que podía comprender el enojo de Nat, el pelirrojo se sonrojó de vergüenza y Anna rió.

—Yo seguiré con mi trabajo -dijo Nat antes de salir huyendo al segundo piso-

Diana soltó unas pequeñas risas y miró a Anna que bajó la mirada con pena.

—Muchas gracias por su arduo trabajo

—No es nada, es mi deber, mi lady -dijo Anna educada mente-

—Viendo lo educada que es mi servidumbre me siento mas tranquila -suspira- vienen muchos amigos, gente importante ya sabes...

Anna asintió.

—El problema es que desde que empezó mi enfermedad casi no hacíamos fiestas, por ende esto se siente como un nuevo comienzo

—La felicito por su recuperación, mi lady -Anna sonrió-

—Gracias querida, bueno me retiro para que continúes, voy a ver a Emma que estaba cabalgando, con permiso

—Adelante

La rubia mayor se retiró a buscar a su hija mientras Anna seguía en su limpieza, al llegar al jardín Diana pudo divisar a su hija a unos cuantos metros en su corcel negro purasangre, era un caballo experto en salto, tan enérgico como era su propia Emma.

Diana hizo ademán de gritar para llamar a Emma pero un sirviente que por allí pasaba la detuvo.

—No se moleste, Condesa, yo llamaré a Lady Emma -dijo para ir tras la muchacha-

Tras unos segundos Emma llegó montada en el hermoso equino, sonrió saludando a su progenitora y esta le devolvió el saludo, bajó de un brinco de su caballo, provocando cierto malestar en su madre.

—Emma hija ten cuidado

—Lo se madre, tranquila -sonrió abrazándola- ¿pasa algo?

Su madre sonrió.

—Te tengo una noticia

—Te tengo una noticia

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The Marchioness of the BroomsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora