C18 "De Aguilera"

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Dos corazones revolucionados por los acontecimientos que se escapaban de las manos, un sentimiento enorme que no debía ser nublado por nada.

Dalia entró corriendo a la habitación, jamás había sentido ese hueco de coraje en su estómago, la sangre le irritaba las venas, el solo hecho de imaginar a Paz en brazos de otra era aterrador, pero que no hubiese sido del todo sincera era un puñal, sí, tal vez sus pensamientos comenzaban a jugar malas pasadas, pero adoraba a esa mujer como para perderla tan pronto.

Una impaciente castaña se desplazaba por los enormes pasillos del hotel, en busca de su hermosa novia, quería abrazarla y aclarar cuánto antes todo aquello, pero tal vez le costaría mucho más de lo que pensó.

Al ingresar a la habitación todo estaba oscuro completamente, encendió la luz del baño con cuidado observando sobre la cama arropada de pies a cabeza a su amor.

Quitó rápido sus zapatos, dejó la cartera y fue directo a su lado, pero esta no se movió ni por un instante.

- Mi amor - susurró Paz abrazándola por la espalda - mi vida, hablemos por favor.

Ninguna respuesta, pero en su abdomen la evidencia de esa respiración descoordinada y acelerada estaba llena de frustración, no iba a dar su brazo a torcer ni un segundo.

- Dalia mi cielo... ¿por qué te fuiste así?

- Tengo sueño Paz.

- No entiendes que me muero sin ti - la abrazó más fuerte - se me parte el corazón sin tus besos

- Si te da una crisis tienes a tu favorita, yo quiero dormir.

- Mi amor ¿Cómo se te ocurre? Ven acá. Si mi única favorita eres tú - entrelazó sus piernas y se aferró a su abdomen.

- Tengo calor y sueño, mañana hablamos.

- ¿Sabías que eres el amor de mi vida? La celosa más hermosa del mundo.

- No tengo celos ¿debería tenerlos?

- De nadie, menos de esa mujer - sin reparo soltó una carcajada ante la pequeña pataleta de Dalia

- No le veo la gracia Paz Alejandra - sentenció soltándose del tierno abrazo y de golpe se sentó en la cama

- Eres hermosa, pero enojada te ves divina.

- ¿Eso también le decías a ella? - cruzó los brazos

- Eso solo se lo digo al amor de esta y de todas mis vidas, a ti Dalia. Mi más grande sueño.

- Ay por favor - se acostó dándole de nuevo la espalda - duérmete para que sigas soñando.

Paz no lo creía, aquella que pretendía ser una fiera eran tan tierna llena de celos que su corazón se derretida de amor.
Sonrió y se acomodó de nuevo a su espalda, rodeando el abdomen con su brazo.

- Soy solo tuya - mordió suave la oreja

- Basta Paz - cerró fuerte los ojos entre la mezcla de coraje y excitación, sí, esa mujer la desestabilizaba

- Duérmete y déjame soñar en ti

Sin darle paso a una reacción de pausa la mano de Paz se coló sobre el pijama de Dalia acariciando suave directo en el seno haciéndola dar un leve salto, el vientre se contrajo y aquel jadeo apenas audible le demostró que esa rubia estaba lista para recibir su amor.

𝐀𝐍𝐇𝐄𝐋𝐎𝐒 ♀♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora