C21 "Para toda la vida"

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Dalia no supo como o en que momento, pero amaneció en la cama, entre esas sábanas suaves que invitaban a no levantarse, al estirar el brazo en busca de ese amor un gran vacío, era esta vez ella quién amanecía en solitario, se sentó de golpe nerviosa, frotó un poco sus ojos pero toda la calma regresó cuando la vio ahí de espalda tratando de planchar una prenda de vestir, sonrió al verla algo estresada, era obvio. 

El ambiente estaba con una baja temperatura, pero Paz como extrañas veces tenía el cabello recogido y respiraba algo agitada; sin pensarlo dos veces, tratando de no hacer ruido la rubia se levantó despacio y con todo el cuidado la abrazó por la espalda haciéndola dar un leve brinco.

- Ay amor - soltó la plancha asustada

- ¿Te quemaste? - la giró rápido hacía ella - déjame ver - revisó sus manos con preocupación

- No, no - suspiró agitada - estoy bien; amaneciste hermosa ¿descansaste?

- Mucho - sonrió - no me había fijado en la hora ¿te está dando problemas la ropa?

- Para nada - negó apenada tratando de disimular 

- Amor, jamás te pudiste quemar y no ibas a terminar nunca - tomó la plancha en sus manos - está apagada.

- No te rías de mi por favor 

- Jamás me reiría de ti - la abrazó fuerte - ¿sabías que te amo? - susurró al oído de Paz

- ¿Así no sepa hacer nada en la casa? 

- Sabes hacer muchas cosas - acarició su mejilla pícara - además yo te puedo enseñar, mira...

La rubia encendió el aparato, se colocó detrás de Paz y tomando su mano la fue guiando para alisar la prenda de vestir, por cada movimiento un beso en el cuello que la hacía estremecer.

- Me gusta aprender así - murmuró Paz en medio de una hermosa sonrisa.

- A mi me gustas tú, y te verás hermosa con ese vestido - apoyó su mentón en el hombro de Paz - pero más hermosa te debes ver si el.

- Eso solo lo sabes tú...

- Más le vale doctora - apagó la plancha y la giró de nuevo frente a ella - te prometo que no seré tan celosa hoy.

- ¿Hoy? 

- Bueno, no seré tan celosa siempre, no conocía esa parte de mi - se aferró a su cuello - es solo que no te quiero perder.

- Estaremos juntas siempre mi amor - la abrazó más fuerte de la cintura - hasta ser muy muy viejitas y ver a nuestros nietos correr por el jardín.

- ¿Cuál jardín amor? - sonrió tierna y divertida

- ¿Qué te parece una casa fuera de la ciudad? Dónde podamos tener un pequeño consultorio para quién lo necesite pero poder disfrutarnos nosotras y a nuestros hijos.

- Sería como un sueño.

- Nuestro sueño - pegó su frente con la de Dalia.

- Con una condición.

- Usted dirá doctora Aguilera...

- Que tengamos un perrito

- ¿Quieres un perrito? - soltó una pequeña carcajada

𝐀𝐍𝐇𝐄𝐋𝐎𝐒 ♀♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora