Era un error inaceptable haber salido a escondidas, incluso si lo tenia altamente prohibido. Ni siquiera consideraba del todo mal buscar algo de aire fresco o un ambiente que no sea tenso, de no haber sido por la presencia del Uchiha de quien había tenido la suerte de esconderse, aún estaría divagando y recolectando plantas para preparar medicina.
¿Qué hacia el Sasuke de esa época tan cerca de la guarida de Itachi?
Ella camina despacio retrocediendo hasta chocar con un olmo cuyo tronco grueso le permite ocultar su cuerpo en totalidad. Sasuke a unos metros de ella refresca su rostro a las orillas de un pequeño arroyo siendo acompañado por hebi, su equipo de tres integrantes más.
Insegura, dirige la mirada en dirección a la cabaña a la cual pueden llegar si caminan menos de un kilómetro al este. Lugar donde su hermano mayor, a quien le lleva buscando la pista por años, reside.
—¡Qué ya te he dicho yo que lo he visto! El cuarto hokage nos ha incluído en el libro bingo y la foto que ha elegido de mi es malísima.
—Tampoco eres un galán, cara de pescado.
Suigetsu pica su nariz de manera escandalosa al tiempo que camina dando vueltas. Su líder no parece prestarle atención, incluso si mueve sus manos con efusividad en un intento por atraerlo a la conversación.
—Ni hablar de tu foto zanahoria. Por fortuna la recompensa que ofrecen por tu captura no es tan generosa como la mía.
El puñetazo que Karin suelta en su dirección lo convierte en líquido por segundos antes de reconstruir su rostro. Ella cierra los ojos recargando la cabeza en el árbol cuando su inestable chakra titubea y por segundos deja de ocultar su apariencia.
Es tarde para ocultarse de nuevo, Karin observa el olmo tras el cual se mantiene oculta.
—¿Qué ocurre? —Escucha a Sasuke preguntar.
—Creí ver algo en esa dirección.
Apenas tiene tiempo de cambiar su apariencia cuando Sasuke aparece frente a ella arrinconando su cuerpo contra el tronco mientras desenvaina la katana.
El aire abandona sus pulmones al tenerlo de frente. Aquella imagen es irreal para sus ojos. Es aquel Sasuke temido por naciones enteras, no es el mismo con el que se casó. Este Sasuke es diferente; es despiadado, frío y calculador. Es capaz de asesinarla a sangre fría en cualquier momento.
—Oh, es una mujer encinta —agrega Suigetsu tras él. Sus ojos violeta la recorren de pies a cabeza con diversión.
—¿Qué haces aquí escondida? —escucha a Sasuke preguntar, ella baja la mirada evitando verlo.
Si llega a activar su sharingan para ver dentro de sus recuerdos. Están jodidos.
—E-Estaba esperando a mi marido, dijo que nos veríamos cerca del arroyo.
—Déjala Sasuke, la estás asustando —Juggo avanza un paso en su dirección, parece ser que el Uchiha va a ceder, pero se mantiene inconforme con su respuesta.
¿Será prudente pelear contra ellos? No, ni de broma es buena idea. Incluso si las habilidades de Sasuke no son tan peligrosas como ahora, desconoce su nivel, y pelear contra otros tres era posiblemente su sentencia.
Él se remueve guardando la katana sin quitar su brazo contra el tronco el cual la mantiene prisionera.
Sus ojos verdes recorren su torso mojado, la capa de Akatsuki está abierta y eso le permite ver sus prendas húmedas.
Con el rabillo del ojo percibe un destello plateado sujetado al cinturón morado de tela entrenzada la cual abraza su cintura. Una bandana de la hoja, pero no cualquier bandana, una bandana roja con unos rasguños bastante conocidos.
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𝙐𝙣 𝙝𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙤 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙎𝙖𝙧𝙖𝙙𝙖. |𝐄𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐜𝐢ó𝐧|
FanfictionLos primeros capítulos se están corrigiendo. (Las personalidades de los personajes pueden estar levemente alteradas. Fanfic creado con el objetivo de hacerles reír un rato )