—Esa es un pésima idea. De verdad, estas perdiendo la cabeza, desde el accidente con Momoshiki has estado rara; se que Mitsuki no me creyó pero hoy has confirmado mis sospechas
Sarada lo ignoró, como muchas veces había hecho mientras avanzaba a paso firme sobre las calles más abundantes en personas de Konoha, sentía el vapor caliente salir de su nariz.
Era un clima cálido bastante infernal, ahora estaba pensando seriamente en sujetar su corta cabellera con una dona.
—¿Estas escuchándome Sarada?
—No
Boruto dejó caer las manos que antes tenia en la nuca, por mucho que quisiese seguirle el paso, Sarada avanzaba con prisas y dando zancadas grandes sin detenerse un solo segundo.
Los puntos se unían de uno en uno hasta formar una especie de mapa mental que en la cabeza de Boruto estaba totalmente desordenado, contrario al de su compañera. Ocurrió el día de los exámenes Chunin, cuando Momoshiki atacó la aldea de Konoha de imprevisto.
Fue durante ese caos que la tía Hinata dejó bajo el cuidado de su madre a la pequeña Himawari y Sarada, muy en el fondo de su mente, pese al desastre. Sintió esa sensación nueva y completamente extraña de ver a su madre convivir con alguien que no fuese ella, pero cuidándola como una hija más.
Sarada fue testigo de su trato con los niños del hospital de salud mental para infantes, del cual su madre era directora principal. Había visto ese cariño a todos. Pero revivir esos momentos en su cabeza, acababan con su idea de volver sobre sus pasos.
Himawari estaba desecha, su padre. El hokage y protector de la aldea había sido secuestrado y los había salvado. Después, su madre estaba inconsciente en una camilla y su hermano, aun desconocía la respuesta.
Sarada podía cerrar los ojos y ver a su madre cargar a una pequeña Himawari para acaparar su llanto y convencerle de que todo estaba bien y estaría bien, mientras su padre vigilaba dejando caer su cuerpo sobre el marco de una puerta.
Por una vez, se pregunto qué era no ser la única protagonista de la unión de esos dos y compartir ese papel con alguien más. Ser espectadora del como sus padres trataban con un hijo que no fuese ella.
Claro que intentó discutir eso con su madre. No salió como esperaba.
—Oye mamá, ahora que papá pasa mas tiempo en casa; luces mas feliz y de cierta forma "satisfecha"
—¿Qué clase de termino es ese para referirte a tu madre, pequeña descarada? — Sarada aceptó el indoloro coscorrón que otorgó su madre en la cabeza pero sin dejar ir el tema insistió
—¿No te sientes sola cuando papá y yo estamos de misión?. ¿No te gustaría tener compañía?
— Pues claro que me siento sola pero también tengo mucho trabajo. Ahora deja de decir tontearías y termina tu almuerzo
Claro que también había intentado la conversación con su padre. Fue incluso peor.
— Oye, papá
Sarada examinó la piel de su padre a detalle evadiendo sus ojos o mas bien el único ojo que dejaba visible. Era grasosa y notaba marcas verdosas donde se suponía debía salir barba o vello facial.
—¿Qué ocurre Sarada?
Pero al mirarlo a los ojos supo que no podía ni siquiera formular una pregunta debido a la presión de su mirada. ¿Cómo podía su madre mirarlo fijamente y con tanto amor?. Sasuke se mantuvo paciente dejando que su hija ordenara sus pensamientos notando las mismas facciones que hacia su esposa cuando se avergonzaba de preguntar algo.
—¿Qué es lo que quieras preguntarme? — de inmediato su hija enrojeció levemente de las mejillas y retrocedió unos cuantos pasos balanceando sus manos tras su espalda
— Nada, dice mamá que la cena esta limpia. ¡Quiero decir lista!. ¡Si, lista! — ella alcanzó a notar un deje de diversión decorando su rostro casi imperceptible antes de huir despavorida
Su padre le daba calma y seguridad. Pero aun no la confianza suficiente como para hacer ese tipo de preguntas.
Todo había sido un fiasco total.
Pero tras consultar la almohada, la respuesta llego a ella de inmediato. Una persona que le podía ayudar porque concia mejor que nadie a sus padres.
Por ello y volviendo al presente, Sarada caminaba rumbo a la torre hokage que ya no se veía tan lejana como antes, con Boruto pisándole los talones. ¿Por qué?. Claramente porque la solución a todo era el Hokage Uzumaki. Mejor amigo de ambos de sus padres y vaya, de toda la aldea.
Para su fortuna. Boruto se canso de seguirle el paso a medio trayecto y giro en la calle que daba rumbo a su tienda de hamburguesas favorita dejándola libre de esa sombra que la acompañaba desde que le conto un poco de su plan.
Cuando entró saludó amablemente y caminó a paso tranquilo hasta la gran oficina de Hokage, tocó despacio y sin prisas hasta que Naruto le otorgó el paso.
Las caras que ponía el séptimo siempre la habían parecido cómicas. Ahora la miraba parpadeando quizás algo consternado antes de regalarle una blanca y grande sonrisa.
—¿Sarada chan?. ¡Que gran y extraña sorpresa!. ¿Qué puedo hacer por ti?
Ahora el valor con el que había llegado, la había abandonado y se burlaba de ella desde la puerta. Sarada encogió un poco su postura y sonrió nerviosa. Ahora se arrepentía de haber apartado a Boruto de su lado, puso haber sido de mucha ayuda. Justo cuando había encontrado las palabras menos extrañas para contrale, el consejero del hokage entró y eso solo la alteró más.
—S-Shikamaru san —murmuró inclinándose un poco a su superior y retrocedió deseando escapar
— Yo solo quería ver sus ojos séptimo. Me gustan mucho. Debo irme
— ¡Vamos Sarada!. ¿Acaso no confías en tu tío Naruto?. ¿Qué ocurre? —ella llenó su pecho de aire y valor para finalmente soltar las palabras mirando sus zapatos ninja
— Y-Yo...quiero que convenza a mis padres de engendrar otro hijo
—¿Q-Qué?. Espera. ¡¿Qué?!
Bueno, quizás esa no había sido la mejor forma de pedirlo.
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𝙐𝙣 𝙝𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙤 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙎𝙖𝙧𝙖𝙙𝙖. |𝐄𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐜𝐢ó𝐧|
FanfictionLos primeros capítulos se están corrigiendo. (Las personalidades de los personajes pueden estar levemente alteradas. Fanfic creado con el objetivo de hacerles reír un rato )