Chapter Seven

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Dedicado a AntonellaPrraga
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I couldn't leave even if I wanted to
'Cause something keeps
pulling me back to you
From the very first time we loved
From the very first time we touched
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Se gira justo a tiempo de ver cómo baja la escalera ajustándose los dobleces de su camisa sobre su antebrazo, en apariencia despreocupado, pero claramente en guardia, dejando que toda su actitud de macho alfa impregne cada átomo de aire de la habitación.

¿Cómo puede ser tan condenadamente atractivo?

Se obliga a dejar de observarlo y, nervioso, centra su mirada en cualquier otra parte. De reojo ve cómo Liam aprieta los labios hasta convertirlos en una fina línea y asiente a regañadientes. Parece que Louis acaba de estropearle los planes.

—Mi... mi mochila —Harry dice lacónico justo antes de girar sobre sus pies y regresar con paso ligero, casi corriendo, al bar.

Enseguida la localiza en la silla donde la ha abandonado. La toma, se asegura de que esté cerrada y se acerca a la barra para pedirle al camarero que se la guarde en recepción. No tiene ningún sentido que se pasee por ahí con el ordenador y sus papeles. No alza la cabeza hasta que ya ha salido del bar.

Los Tomlinson están a unos pasos, frente a él. El uno junto al otro, pero sin dirigirse una palabra. Los dos tensos, los dos enfadados. Está claro que no se llevan demasiado bien. En ese preciso instante, tiene la inquietante sensación de que está armando una bomba de relojería que no va a ser capaz de controlar.

Salen a la calle, cruzan la calzada y se adentran en una inmensa avenida, una de las más grandes que ha visto en la ciudad. Camina flanqueado por los dos, aunque están prudentemente separados. Nadie habla y Harry empieza a sentirse muy incómodo. Se permite observar a Louis. Lleva las manos en los bolsillos del pantalón y la vista al frente. ¿Por qué ha venido?

Acaba de dejarle muy claro lo que piensa de ellos. No debería importarle a dónde va o con quién. El tráfico es denso y conforme avanzan es aún peor. Los cuatro carriles de la avenida están atascados por completo.

—Será mejor que crucemos por aquí.
—dice Liam mirando unos metros adelante.

Por inercia también lo hace y ve las luces amarillas que indican que hay unos obreros trabajando. Supone que eso es lo que está provocando semejante tráfico. Camina unos pasos y mira a ambos lados dispuesto a seguir a Liam y cruzar, pero uno de los coches avanza tomándole por sorpresa y tiene que retroceder. Debe de haberse abierto el paso que cerraba la obra y los coches se mueven rápido ahora que pueden. Liam continúa avanzando sin darse cuenta de que no lo sigue.

Mira a su alrededor buscando un semáforo, un paso de peatones o algo parecido, pero nada. Toma aire. No
es tan difícil. Vivía en Nueva York. No le asustan un par de coches. Va a dar el primer paso algo inseguro y entonces nota unos dedos llenos de calor entrelazarse con los suyos. De inmediato mira sus manos y después mira a Louis.

Tiene la mandíbula perfectamente tensa, rasgada por una incipiente barba. Posa la vista en el endiablado tráfico, concentrado, pero por un momento suspira discreto y fugaz, de una manera casi imperceptible. También le afecta que sus manos se toquen y por un instante Harry se pierde en esa increíble sensación de que su piel contra la suya también significa algo para él. Louis le guía entre los coches, furgonetas y motos y, en cuanto ponen un pie en la otra acera, le suelta sin decir una palabra y sin ni siquiera mirarlo y él se siente como si le hubiesen tirado un jarro de agua helada. Una vuelta a la realidad en toda regla.

Las noches en las que el cielo era de color naranja (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora