Las noches en las que el cielo era de color naranja (L.S)

Chapter Eighteen

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Take me back to the night
we met, I don't know what
I'm supposed to do, Haunted
by the ghost of you, take me
back to the night we met
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Vuelven a la sala tratando de buscar al jefe de Louis, pero no hay rastro de él.

Ya en el taxi de vuelta al apartamento, llaman a la embajada estadounidense en Pristina y a todos los amigos que hicieron allí. También tratan de localizar a Shawn, pero está de patrulla y no pueden contactar con él.

Toda la información que logran reunir es que hubo una especie de atentado en un pequeño pueblo cerca de la frontera con Albania. Louis estaba allí cubriendo una noticia con otros dos periodistas, uno de ellos de Le Monde diplomatique. Lleva dos días desaparecido.

Las horas pasan lentas y angustiosas. Nadie sabe nada de él. Está anocheciendo cuando Niall vuelve a llamar a Shawn. Aún no ha regresado y Harry ya no puede más. Se cambia de ropa y se presenta en el edificio de The New York Times en plena Octava Avenida. Después de pelearse con el guardia de seguridad, consigue que avisen a Warren Stevenson-Rae y que baje a verlo.

—Ya le dije todo lo que sabía —suelta serio y profesional descendiendo por una larga y metálica escalera.

—Lleva dos días desaparecido
—Harry pronuncia conteniéndose para no romper a llorar de nuevo—. He llamado a todo el mundo: la embajada, la Secretaría de Estado... Todos dicen que tengo que esperar y yo no puedo esperar. ¿Y si está herido? ¿Y si necesita ayuda?

El hombre le estudia con la mirada y tuerce el gesto. Sabe que también está muy preocupado. Louis no es un simple trabajador para él.

—Hemos movilizado a nuestro corresponsal en Centroeuropa; llegará a Kosovo mañana. Él podrá darnos más información. Aquí tiene mi tarjeta —dice metiéndose la mano en el bolsillo de los pantalones y entregándole una—. Llámeme. Lo mantendré informado.

Niega con la cabeza.

—Eso no... no es suficiente —Harry murmura justo antes de girar sobre sus pies y marcharse.

En el taxi, las ideas se agolpan una sobre otra y no puede pensar. Regresa a su apartamento, pero allí tampoco sabe qué hacer. Niall prepara algo de cenar, pero no quiere comer. Mira el teléfono cada par de segundos, revisa su correo con el portátil, repasa las ediciones digitales de los periódicos y no se despega de la CNN.

Apenas han dado noticias y, cuando por fin lo han hecho, siempre se han manejado con exquisita ambigüedad periodística. Ha aceptado tomar un té, pero no porque quisiera beberlo, sino para calentarse las manos; siente como si toda la calidez de su cuerpo lo hubiese abandonado.

—¿Han dicho algo nuevo? —pregunta Niall saliendo de su habitación con la voz cansada.

No lo culpa. Son las dos de la mañana.

—No, todo sigue igual.

—Prepararé café.

Asiente y entonces su móvil suena. El corazón le da un auténtico vuelco. Es Shawn.

—Shawn —lo llama acelerado, levantándose—. ¿Dón... dónde es... está Louis?

—Harry. —Trata de tranquilizarle—. Siento mucho lo que ha pasado.

Por inercia comienza a caminar nervioso y llega hasta su habitación.

—¿Sa... sabes al... algo de él?
—inquiere desesperado. Nota pasos acercándose, pero no se vuelve—. A... apenas hay... apenas hay no... noticias.