Chapter Sixteen

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Dedicado a Kathnr14
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You've got my devotion, but
man I can hate you sometimes
I don't want to fight you and
I don't want to sleep in the dirt
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—¡Harry!

Es la voz de Louis.

Se asoma por la ventana y lo ve en mitad de la plaza, llamándole preocupado, enfadado, muerto de miedo.

—¡Harry! —vuelve a gritar.

Se pasa las manos por el cabello y mira a su alrededor desesperado.

—Por Dios, no —Louis añade tan bajo que Harry apenas puede oírlo.

Se levanta y sale disparado hacia la calle.

—¡Louis! —grita saliendo del edificio y corriendo hacia él.

Su única palabra lo hace volverse.

—Harry —susurra justo antes de salir flechado hacia él.

Le da igual todo lo que haya pasado, todo lo que se hayan dicho, las alarmas, el peligro, su sentido común... Se tira en sus brazos y Louis le estrecha con fuerza. Se besan desesperados, diciéndose sin palabras demasiadas cosas. Ha venido a buscarle. Le ha salvado una vez más.

Louis da un paso hacia atrás sin soltarle, tratando de separarse de él, alargando el beso y el contacto hasta que la distancia que él mismo está imponiendo los obliga a separarse.

¿Qué le ocurre?

—¿Cómo has podido hacer una tontería así? —ruge furioso, pasándose las manos por el cabello y dándole la espalda un solo segundo para darse la vuelta exasperado—. ¡Regresé a buscarte una hora después! —añade frustrado, furioso, dolido.

Aprieta los labios con rabia. De pronto Harry también está enfadado. No ha hecho ninguna tontería. Siente que volviese a buscarlo y no lo encontrase, pero, si no hubiese decidido dejarlo al margen de su vida una vez más, Harry no habría venido hasta aquí.

—Fue culpa tuya —Harry se defiende.

Louis ríe arisco, fugaz y mordaz una sola vez al tiempo que alza la mirada al cielo y se lleva las manos a las caderas. Está al límite. No le importa. Harry también.

—Lo único que he intentado desde que tuviste la brillante idea de venir aquí —Louis sisea con la voz amenazadoramente suave acercándose de nuevo a Harry— ha sido protegerte.

—A lo mejor yo no quiero que me protejas. —Se siente como un desagradecido, pero tiene que entenderlo de una maldita vez. No es un muñequito desvalido y mucho menos su muñequito desvalido—. A lo mejor no quiero que vengas a salvarme como si fueras el maldito héroe del cuento, porque ya dejaste muy claro que no quieres serlo.

Los ojos se le llenan de lágrimas, pero se niega a derramar ninguna. No es un niño asustado. Ayer dejó muy claro lo que significa para Louis; ¿por qué ha tenido que venir a buscarle?, ¿por qué no puede dejar que se olvide de él?

—Claro que no quiero serlo, joder
—sentencia Louis.

Está dolido, pero Harry también lo está. Esta maldita situación, lo que sea que aún hay entre los dos, también le supera.

¡Maldita sea!

—¡Pues déjame en paz! —Harry le pide, le exije, le suplica—. Deja de buscarme, de besarme.

Deja de hacerme pensar que me quieres, que quieres que esté en tu vida.

—¡No puedo! —replica Louis—. No puedo, joder —todo el dolor, todo lo que sienten el uno por el otro, inunda su voz—, y no sabes cómo me odio por eso.

Las noches en las que el cielo era de color naranja (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora