Chapter Eleven

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Dedicado a louistt94
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Only love could ever hit this hard
don't be scared about it
Don't forget it was real
Do you remember the way
it made you feel?
Do you remember the things
it let you feel?
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La puerta se abre de golpe. Louis entra como un huracán, cierra de un sonoro portazo, acuna la cara de Harry entre sus manos y le besa con fuerza a la vez que lo lleva contra la pared.

—Solamente esta noche, amor
—susurra indomable contra sus labios—. Necesito una noche contigo o voy a volverme loco.

Sus respiraciones entrecortadas resuenan por toda la habitación. Asiente con una sonrisa y le devuelve cada beso. No podría parecerle una idea mejor. Harry es consciente de todo lo que ha dicho, pero, sencillamente, a veces él también siente que está a punto de enloquecer. Sus manos vuelan por todo su cuerpo, acariciándole, tocándolo, traduciendo todo el deseo que los ata cada vez que están en la misma habitación.

Lo besa con fuerza, desbocado, casi desesperado, exactamente como se siente Harry, pero debajo de toda esa aceleración puede sentir su control, su exigencia. Va a pasar justo lo que él quiere que pase, como él quiere que pase, y que domine a Harry de ese modo, a ellos, es lo mejor de todo.

Toma sus manos y las lleva contra la pared por encima de su cabeza,
agarrándoselas luego con una de las suyas mientras la otra vuelve a deslizarse por su costado, torturándolo. Se ancla con fuerza en su culo y lo levanta a pulso. Harry enrosca rápidamente sus piernas a la cintura de Louis y se acoplan a la perfección, como lo hicieron en aquel camión mientras huían de los disparos, como lo hicieron en la terraza del bar del hotel.

Su erección fuerte y dura choca contra la de Harry, consiguiendo que el placer se extienda por su cuerpo, abriéndose aún más para él, haciéndose perfectos el uno para el otro. Lo besa despacio e incendia su piel, pero Harry no puede más. Siente como si llevaran semanas de preámbulos y su cuerpo sobreestimulado está a punto de estallar.

Mueve las caderas buscando la fricción, intentando escapar del castigo que ha inventado para él, mientras Louis sigue demorándose perversamente en cada centímetro de su piel al tiempo que lo muerde, lo chupa, lo besa... Maldita sea, esto se le da demasiado bien. Suspira desesperado y él sonríe canalla contra su piel, encantadísimo con todo lo que está provocando en Harry.

Libera sus manos y en ese mismo instante lo deja caer en el colchón sin ninguna delicadeza. Harry se revuelve con la respiración acelerada y el deseo recorriéndole entero.

Quiere tocarlo otra vez.

—No te muevas —ruge clavando sus ojos más azules y peligrosos que nunca en los de Harry.

Su orden es clara, sencilla, directa, y su cuerpo la capta de inmediato. No necesita pensar. No quiere. El sentido común y su parte racional no tienen nada que hacer ahí. Es placer puro y duro.

Louis le dedica su media sonrisa increíblemente sexy mientras, despacio, comienza a desabotonarse la camisa. Es su recompensa. Cuando la tela se desliza por sus perfectos hombros, trata de contener un suspiro, pero fracasa de forma estrepitosa. Sus ojos verdes ávidos y hambrientos se pierden por su tatuado y perfecto torso y cree que está a punto de arder por combustión espontánea al llegar al músculo que nace en su cadera y se pierde bajo sus vaqueros.

Si hay alguien más atractivo que Louis Tomlinson en este universo, quiere verlo... ¡qué demonios!, quiere untarlo de chocolate fundido y devorarlo poco a poco.

Se desabrocha los vaqueros lento, casi agónico, como si le estuviera diciendo sin palabras «disfruta del espectáculo, amor, vas a recordarlo toda tu vida». Se deshace de sus pantalones y de sus bóxers negros y se limita a colocarlo al borde del abismo. Es el objeto de pecado de todas las personas del cosmos, las llaves del cielo y el infierno; la tiene grande y dura y el deseo aumenta hasta hacer que el mundo deje de girar.

Las noches en las que el cielo era de color naranja (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora