Chapter Five

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Dedicado a dxnxxlx_xrxxs
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In your eyes, I'm alive
Inside, you're beautiful
Something so unusual
In your eyes
I know I'm home
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Sólo ve un reflejo naranja de fuego. Uno de los preciosos edificios al otro lado de la plaza explota y se desintegra, fulminando el aire con trozos de ladrillo y piedra. El ruido es desgarrador. Louis se abalanza sobre él, haciendo que se arrodille en el suelo. Esconde su cabeza en su pecho y le protege con su propio cuerpo. Otra vez ese intenso segundo de angustioso y absoluto silencio y después todo se llena de gritos y gente corriendo hacia todas partes.

Louis levanta la cabeza despacio y le obliga a alzar la suya. El humo es demasiado espeso y engulle el aire. Sus respiraciones están agitadas. Observa con la expresión endurecida cada centímetro de su rostro para comprobar que no está herido.

Harry está asustado, pero al mismo tiempo se siente extrañamente protegido. Louis alza la mano, la desliza por su mejilla y sus dedos se esconden en su cabello. Su respiración se acelera aún más mientras se pierde por completo en sus ojos azules y en la manera en la que le está mirando ahora mismo.

—Vas a complicarme mucho las cosas, lo sé —Louis susurra.

Harry saborea el tacto de su mano sin comprender lo que ha querido decir con esa simple frase. No obstante, cuando está a punto de preguntar, él se levanta, le toma de las manos y lo obliga a hacer lo mismo. Da un paso adelante y contempla el edificio convertido en ruinas. Harry, aturdido, lo contempla a él, el mercado, la casa que estaba y ya no está. Todo tiene otra vez ese reflejo naranja, pero por un motivo del todo diferente. Casi ha anochecido y el sol escondiéndose en el horizonte tiñe el cielo de ese color con sus últimos rayos de luz.

Se gira de nuevo hacia Louis. Tiene la mirada perdida en el mismo lugar. En ese momento, ese desencanto con el mundo con el que siempre parece convivir se hace tan fuerte que casi puede llegar a ahogar. Está enfadado, frustrado, triste. Inconscientemente, Harry alza la mano, como si ésta tuviese voluntad propia, y busca la
suya.

Una irrevocable sensación se ha instalado en el fondo de su estómago y lo aprieta con fuerza, pidiéndole a gritos que lo consuele de alguna forma. Su mano se llena de calor cuando toca la suya. Louis deja que la acomode contra la de él, pero ni siquiera ha pasado un segundo completo cuando, arisco, la separa. Lo observa un instante y todo ese enfado que ya había sentido que tenía se hace cristalino en su mirada.

—¿Estás bien? —murmura Harry.

—Vámonos —dice volviéndose y echando a andar, ignorando por completo su pregunta—. Ya has visto suficiente por hoy.

Su reacción lo despierta. Está claro que Louis Tomlinson no necesita que lo consuelen.

Harry sigue tratando de caminar a su paso, pero ahora el ambiente, por culpa de la explosión, es todavía más caótico y descontrolado y no tarda en quedarse rezagado tratando de esquivar motos, personas y coches. Una mujer de unos setenta años tira de él y comienza a hablarle, pero lo hace en su idioma y no entiende una sola palabra de lo que dice. Está muy nerviosa y no para de señalarle la plaza.

—Señora, no... no la entiendo.

El ruido de los vehículos acelerando y frenando se mezcla con las sirenas de las primeras ambulancias a unas calles de ellos. La anciana señala aún con más ímpetu la plaza. Va a romper a llorar en cualquier momento. Harry mira hacia donde indica su mano, pero no tiene ni idea de a qué se refiere. Obviamente, sea lo que sea, está relacionado con la explosión, pero no sabe el qué.

Las noches en las que el cielo era de color naranja (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora