Chapter Three

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The flashing of the lights
It might feel so good
But I've got you stuck on my mind,
The flashing on the stage
It might get me high
But it don't mean a thing tonight
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—Un expreso —pide con la vista concentrada en su teléfono móvil.

Harry asiente y se esfuerza por reactivarse. Louis aún no lo ha visto y no quiere que lo pille mirándolo boquiabierto.

—Si... si, cla... claro —tartamudea en un susurro.

El simple intento de esas dos palabras parece llamar su atención y alza la vista.

Sus ojos se encuentran un segundo, antes de que, con prudencia, Harry se dirija a la máquina de café.

—Su café —susurra con la vista clavada en la pequeña taza de porcelana.

Harry puede notar su misteriosa mirada sobre él. Su corazón se acelera y se humedece el labio inferior con discreción para evitar soltar un suspiro.

—Siéntate conmigo —le ordena.

Alza la mirada y sus ojos increíblemente azules atrapan los suyos. Nunca pide las cosas por favor y tampoco da las gracias.

—Mi turno acaba de empezar
—responde—. No... no puedo.

Louis Tomlinson ladea la cabeza sin dejar de mirarlo. Y los nervios bullen con más fuerza dentro del estómago de Harry.

—Tomaré el café en la terraza
—anuncia y, sin más, sale del local.

Lo observa hasta que atraviesa la puerta y se pierde entre las mesas que no pueden verse desde el mostrador.

Suspira con fuerza y entra en la cocina aunque no sabe por qué. Zayn continúa leyendo la revista.

—Mmm —murmura encantado con la vista clavada en el artículo— y encima es capricornio como yo.

—¿Quién? —pregunta Harry distraído.

—Louis Tomlinson —responde como si fuera obvio—. La revista dice que el 24 de diciembre es su cumpleaños, así que es capricornio. Y su pareja ideal es un Acuario, como tú —comenta socarrón.

Harry sonríe nervioso y asiente.

Sale otra vez al mostrador a preparar un nuevo café, ya que el otro se había enfriado. Está a punto de dirigirse a la terraza pero, pensativo, deja el café sobre la barra, se dirige al expositor de magdalenas y toma una de vainilla y arándanos.

Al dar el primer paso fuera del local, su respiración se evapora. Está sentado en una mesa del fondo, con unos lentes de sol negros y disfruta de la mañana soleada, o es el sol que disfruta de él, quién sabe.

Louis Tomlinson se da cuenta de su presencia. Lo mira de arriba abajo impertinente y descarado y por último le dedica una sonrisa de medio lado.

—Pensaba que iba a tomarme un café de lo más aburrido y ahora te tengo a ti para que me entretengas —comenta con ese punto arisco y exigente que nunca abandona su voz.

¿Pero quién se cree que es?

—Ya te lo dije una vez. Yo no soy el entretenimiento de nadie y mucho menos el tuyo. No te conozco y ni siquiera me caes bien.

El enfado de Harry parece divertirle mucho, como si de alguna manera hubiera reaccionado como él quería.

Deja su taza de café de mala manera sobre la mesa y se da la vuelta.

Las noches en las que el cielo era de color naranja (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora