Chapter Thirteen

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Dedicado a iamMeliii
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Deliver me into my fate
If I'm alone I cannot hate
I don't deserve to have you
my smile was taken long ago
If I can change I hope I never know
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—Pues lo es. —Oye la voz de Louis a su espalda.

Gracias al universo.

Louis camina hacia Harry, le toma de la mano y tira hasta colocarlo a su espalda.

—¿Qué mierda te crees que haces?
—ruge el serbio situándose frente a él.

—¿Qué mierda te crees que haces tú?
—responde Louis sin amilanarse—. ¿Te gustó cuando bombardearon tu queridísima Serbia? ¿Quieres que vuelvan a hacerlo ahora? Reducirán este agujero a cenizas si nos tocan un solo dedo.

El tipo parece captar el mensaje, porque da un paso atrás sin apartar la mirada de Louis. Sin embargo, cuando están a punto de volverse para irse, el hombre hace un rápido movimiento y, antes de que Louis pueda hacer nada por evitarlo, lo encañona con un arma.

No. No. No.

Harry suspira de puro miedo y se tapa la boca con las dos manos sin poder dejar de mirar el arma.

—¿Sabes? —dice apuntando a Louis directamente al corazón, pero sin llegar a tocarlo—. Si mueren aquí, mueren en Kosovo —pronuncia la última palabra con desprecio —, así que, si uno de sus malditos aviones se lo lleva por delante, lo consideraré un trabajo bien hecho.

—Si toda la basura como tú muere con la primera bomba, lo mismo digo
—responde Louis intimidante.

No sólo no está asustado, sino que no piensa permitir que el tipo que lo encañona crea que tiene alguna posibilidad de ganar esta situación.

El serbio se ríe y con él algunas de las personas que los observan, pero Louis permanece impasible.

—Eres un idiota —replica cuando sus desagradables carcajadas se calman—, y no parece que te importe morir
—sentencia amartillando el arma.

No, por favor, no.

—Harry, márchate —le ordena Louis.

No, no piensa irse. No piensa dejarlo ahí.

—El chico no va a ningún sitio.

—El chico se larga de aquí —ruge Louis dando un paso hacia delante y poniendo el frío cañón del arma en contacto con su pecho.

Louis comienza a hablar en serbio, un susurro ronco con la mirada clavada en los ojos de ese malnacido sin una pizca de nerviosismo, de miedo, como si no le importara lo más mínimo que estuviese a un disparo de vivir o morir, como si, a pesar de todo, siguiese controlando la situación.

El hombre suspira con fuerza y endurece el agarre de su mano sobre la pistola. Gruñe algo en serbio y de inmediato dos hombre se levantan, lo arrancan del lado de Louis y lo llevan hacia la puerta.

—¡No! —grita—. ¡Su... suéltenme!

¡No piensa dejarle! Pero poco parecen importarles sus quejas. Salen a la calle y lo empujan tirándolo al suelo a unos pocos metros. Harry se revuelve y se levanta prácticamente en el mismo segundo en el que cae y los mira desafiante. No va a marcharse sin Louis.

Uno de los tipos le mira con una sonrisa en los labios. Está claro que no le resulta mínimamente intimidante, pero no le importa. No piensa dejar a Louis tirado en ese nido de fanáticos. Da un paso adelante dispuesto a decir que o lo sacan de ahí o llamará a la KFOR cuando Louis aparece, pasa entre los dos hombres y camina directo hacia Harry.

Las noches en las que el cielo era de color naranja (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora