Chapter Seventeen

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I've been holding on to hope
That you'll come back when
you can find some peace
'Cause every word that
I've heard spoken since you
left feels like a hollow street
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Lleva un impecable traje y luce su sonrisa más dura, su mejor escudo.
Hoy más que nunca es el chico del millón de dólares y el corazón de Harry, que nunca llegó a recuperarse del todo, vuelve a partirse en dos.

Se ha rendido. Ha dejado de luchar. Louis no quería ser esto... o a lo mejor sí. De pronto un montón de preguntas que en el fondo no quiere hacerse se agolpan en su mente. ¿Y si éste es el verdadero Louis? ¿Y si Liam tenía razón? ¿Y si todo lo que vivieron en Kosovo, lo bueno y lo malo, sólo fue un capricho para él? ¿Y si renunció a Harry simplemente porque quiso hacerlo?

Antes de que se dé cuenta, sale del apartamento. Está diluviando. Trata de conseguir un taxi, pero es imposible y comienza a caminar. Tarda más de una hora en llegar a los estudios de la ABC en la 66 Oeste. No sabe cómo se siente. Está furioso, triste, pero, sobre todo, decepcionado. De repente recuerda lo que él mismo le dijo: «Deja de creer en mí, Harry. Nos ahorrarás muchas decepciones a los dos.» Tendría que haber hecho caso a aquellas palabras.

Se queda frente a la puerta del estudio otra hora más con el agua calándole hasta los huesos, pero, al fin, ésta se abre y el chico del millón de dólares aparece. No lo ve. Lo entiende. Harry tampoco sería capaz de reconocerse y todo es culpa suya. Una parte de Harry quiere salir corriendo y tirarse en sus brazos, pero consigue mantenerla a raya. Él tampoco reconoce a ese Louis. Un coche alemán carísimo, negro y perfectamente pulido a pesar de la lluvia, se detiene junto a la acera y Louis se dirige hacia él con el paso decidido.

—No me puedo creer que al final hayas acabado así. —Las palabras salen de sus labios antes de que pueda controlarlas.

Al oírlas, Louis se detiene en seco, como si reconocer su voz implicara reconocer muchas más cosas, y luego se vuelve despacio. Aprieta los puños con fuerza. Él también se está conteniendo, está luchando como Harry. Le recorre de arriba abajo con la mirada hasta que sus ojos azules se posan en los suyos. Su elegante abrigo y su elegante traje azul marino bajo él comienzan a mojarse despacio. Sus ojos siguen siendo los más espectaculares que verá nunca, pero ahora parecen más cansados, más tristes, y la furia y el desahucio se han hecho aún más cortantes.

—¿Qué haces aquí, Harry?
—pregunta, y su voz lo sacude por dentro de una manera que ni siquiera entiende.

Ha echado tanto de menos esa voz.

—No lo sé —se sincera—. Ni siquiera sé qué hago aquí. He encendido la tele por casualidad y te he visto y he sentido tanta rabia. —Su voz comienza a resquebrajarse—. ¿Así es como quieres que acabe todo?

No sabe por qué se lo pregunta. No sabe por qué se tortura de esta manera. Está muy claro que él ya ha tomado las decisiones que quería tomar y está donde quiere estar.

—Las cosas son como son.

—No —replica Harry—. Las cosas son como uno quiere que sean, y está claro que todo lo que vivimos en Kosovo para ti no significó nada.

—Eso no es cierto —Louis se apresura a interrumpirle con la voz amenazadoramente suave.

Le intimida, pero no deja que lo vea. No quiere.

—Entonces ¿por qué estás aquí?
—pregunta Harry con lo herido que se siente saturando su voz, con todo su enfado—. ¿El programa ha cambiado?

—Harry —le reprende.

—¿Te dejan hablar de lo que pasa en el resto del planeta? ¿Sacar esas pruebas tan importantes para que paguen por lo que pasó en la guerra?

Las noches en las que el cielo era de color naranja (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora