Misión cumplida: ¡Bienvenido baobei!

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Yo... Shen Qingqiu, haciendo uso de mis facultades mentales, dejo estipulado lo siguiente ante mi estado poco convaleciente y que se encamina hacia mi inminente muerte...

Número uno: Nadie más puede tocar mi tazón de dedos de demonio. ¿Entendido? ¡Nadie!

Número dos: Shang Qinghua chingas tu madre.

Número tres: ¡Ahhh ya llegó mi pizza! ¡Olviden el testamento!

Shen Qingqiu estiró las manos y cerró los dedos como niño pequeño, una sonrisa adornaba su rostro mientras prácticamente babeaba al ver su tan ansiada pizza creada por Luo Binghe quien había caído ante el berrinche de su esposo quien lloró y suplicó que había soñado con un nuevo platillo y si no lo cumplía era capaz de pedírselo a su padre.

Obviamente Luo Binghe no aceptaría que otro hombre complaciera a su esposo.

¡No señor!

—Shizun ¿cómo dices que se llama este platillo? —Binghe llevaba en una bandeja la pizza artesanal.

—¿Ah? Le diremos... —Se quedó pensando un rato, no sin antes jalar el platón donde venía tal alimento para posarlo sobre su vientre usado de mesa y comenzar a comer como desesperado.

Pobre cosito necesitado de comida.

Ahora estaba más gordo que el mes pasado, por favor un aplauso para recibir a... redoble de tambores por favor...

¡PorkQiu!

Clap. Clap. Clap.

—No sé como ponerle, deberíamos pensarlo. —Afirmó entre mordiscos.

Si digo el nombre real quedaré como un fenómeno.

¿Por qué la pizza debe tener nombre italiano?

¡Ah cierto, que de ahí viene!

¿Qué nombre podría ponerle sin desacreditar su nombre real?

¡No puedo ponerle crepa de queso porque no es una crepa!

Hablando de crepas... ¿Sería mucha molestia si pido una rellena de fresa?

¡Ah! Cuanto daría por comer chocolate...

¿Y si pido sushi?

¡No, no, eso es malo para baobei!

¡Ah! ¡Tengo tanta hambre que podría comerme todo lo que hay en la cocina!

—¿Shizun? —Binghe frunció el ceño al ver que su esposo se mostraba perdido pero eso sí, no dejaba de masticar su comida.

—¿Mh?

—¿No te gustó?

—Es deliciosa. —Sonrió regresando a la realidad, comió otro trozo gustoso y suspiró encantado, la masa era tan suave y delgada que combinada con la salsa de tomate le daban un toque único.

Binghe asintió feliz aunque extraño por la rara combinación pedida por su esposo, masa, salsa de tomate, albóndigas machacadas y esparcidas por la masa, mucho picante y suave tofu que complementaba aquel extraño platillo pedido por un hombre que ahora yacía semi acostado en la cama y usaba su vientre como mesa mientras se perdía en sus propios pensamientos.

Shen Qingqiu había sido alguien delgado y muy guapo, claro que aún lo era excepto porque de delgado no tenía ni un dedo y la guapura había quedado atrás para darle paso a la ternura al tener las mejillas regordetas.

Y ni hablar de su forma de caminar, o se tambaleaba en cada paso o temblaba cuando se paraba firme en busca de aire.

El maestro Shen se convirtió en una persona tierna y consentida al doble, causando así que incluso Tianlang Jun saliera a media noche a conseguir los antojos de su nuera solo porque su hijo se quedaba a cuidarlo y calmarlo.

Pequeño loto blanco «BingQiu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora