Misión desbloqueada: 100%

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Shen Qingqiu apoyó el borde de su abanico cerrado contra sus labios, su mirada se mantuvo un instante sobre la mesa donde reposaba una taza de té ahora frío, no es que se negara a beber lo que Ming Fan con tanto esfuerzo cultivó, es solo que no se le apetecía beber algo amargo.

Habían pasado seis semanas desde que "misteriosamente" llegó otra caja con una nota, aunque tal nota venía con la firma del antiguo señor demonio pero eso nadie lo sabía, ni Binghe ya que no deseaba causar conflictos entre él y Tianglan Jun, en su mente solo pensó que aquella acción era buena, cruelmente buena.

Pobre Tianlang Jun, tan poderoso y tan solo. Mejor guardo silencio y evito roces maliciosos entre padre e hijo.

Fue así como atesoró las notas de quien se auto proclamaba suegro y desde esa última nota no había recibido más, quizá porque pasó un mes fuera con Binghe de turismo por pequeños pueblos y recién habían llegado a la montaña Cang Qiong hacia dos semanas atrás o tal vez el señor demonio se cansó de bromear y se dedicó a otra cosa. Cualquier opción hicieron a Shen Qingqiu relajarse y olvidarse del tema del nieto.

Aunado a ello el sistema no había lanzado ninguna alerta ni más información sobre la misión por lo que disfrutó sus vacaciones junto a su esposo haciendo nada más que caminar, conocer nuevos lugares, probar nuevas comidas y disfrutar de los paisajes y climas de cada región. Toda una luna de miel.

Volviendo al presente, el hombre de túnicas verdes dejó de contemplar el té solo para arrugar la nariz, el olor pese a ser suave no era fragante, le recordaba la amargura de alguna medicina y eso solo causaba estragos en su sensible estómago.

Giró el rostro y a lo lejos observó la túnica exterior negra colocada cuidadosamente sobre una mesa alta, a su costado se apreciaba la silueta de un hombre de vestimenta oscura moviendo los brazos con ímpetu causando en Shen un destello de extraña alegría.

Binghe yacía trabajando arduo para crear los mejores tallarines para su esposo, la harina y el agua comenzaron a integrarse lentamente creando una pasta blanca y dura por la falta de trabajo; ajustó mejor sus mangas y continuó amasando con vigor hasta que se detuvo debido a que unas manos estéticas y elegantes se cernieron sobre su abdomen, siendo rodeado por la cintura y finalmente sintiendo un suave peso extra apoyándose contra su espalda.

La sonrisa nació al instante, cálida, confortable y de un hombre enamorado.

—¿Shizun? —Se animó a cuestionar girando apenas el rostro.

—Sh, calla y sigue trabajando. —La orden fue directa pero suave y tranquila.

Binghe mantuvo la sonrisa, lentamente y sin prisa dejó la masa que apenas comenzaba a ser pegajosa para girarse sobre sus talones y así abrazar por completo al hombre de túnicas verdes. Qingqiu terminó aceptando el cambio de posición y rendido al abrazo apoyó el rostro contra el pecho ajeno sintiéndose en paz consigo mismo.

—Este maestro no solicitó que te detuvieras. —Murmuró sin soltar el agarre.

—Este discípulo no pidió ser interrumpido por el amor de su vida.

La sonrisa que le regaló su maestro bastó para que el menor sujetara con suavidad el rostro de porcelana, sosteniéndolo entre ambas palmas y recorriendo con dedos fríos los pómulos delineados.

A Shen Qingqiu poco le importó ser manchado de harina, los dedos masculinos se dedicaron a acariciar cada parte de la piel de luna recorriendo a su ritmo la suave extensión; pronto la mirada esmeralda se centró en la obsidiana causando que Binghe suspirara internamente ante aquel choque que iban más allá de lo superficial ya que los orbes claros eran el reflejo de lo que su Shizun sentía y eso lo amaba ahora al lograr comprenderlo.

Pequeño loto blanco «BingQiu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora