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—Yo no merezco esto... No, no lo merezco. —miro con asco el retrete del baño y la escobilla de baño en mis manos.

Para mi suerte era el baño de mujeres, me imagino que Lucas no debe de estar pasándola bien. Pero si fue su culpa que ambos termináramos en detención, se lo tiene bien merecido.

Ya había limpiado todo lo demás, desde los espejos hasta trapear el piso.

Sin embargo no me atrevía a empezar a limpiar un retrete.

—¿Son muy duros los castigos hoy en día? —al reconocer la dueña de esa voz sonrió apenada. —Pues en mis tiempos eran todavía peores. Deja eso, los termino de limpiar yo.

—Oh, no se preocupe, este es mi castigo.

—Que honesta, eso me convenció mucho más, vamos, vas a llegar tarde a casa.

Se acerca colocándose otros guantes y quita de mis manos la escobilla.

La señora Cha es una de las conserjes de la escuela que se había incorporado este año, se notaba que era un poco mayor que mamá. Desde esa vez en que nos abrió la puerta, a Lucas y a mí, ha sido más amable conmigo.

Miro su carrito con escobas y demás cosas en medio del pasillo debido a que la puerta de baño se encontraba abierta.

—¿Estaba barriendo por aquí? —ella asiente y me alejo un poco cuando empieza a limpiar un retrete.

Me quito los guantes –los cuales, no llegué a usar para limpiar– y los dejo en su carrito.

—Déjeme terminar con lo que hacía, siquiera así podría concluir con mi castigo.

—Claro. Pero solo debes barrer este pasillo.

Asiento y cojo una de las escobas, empiezo con mi labor, el cual no es tan complicado como el otro, observando las aulas que quedan por este pasillo. El silencio reina en toda la escuela, o eso parece.

Después de todo no había tenido el peor castigo, no como aquel chico de penúltimo año, tuvo que limpiar todo el estadio de fútbol de la escuela. ¿Qué cosas tan malas puede hacer un adolescente? Ideas como fumar en la escuela o hasta traer cerveza para compartirlas llegan a mi mente. Aunque no serían los primeros ni los últimos en hacerlo. En nuestra sección todos tenían una hermandad tan fuerte que si te encontraban fumando en la azotea solo te saludaban y se retiraban, hasta te avisaban si algún profesor se encontraba cerca, pero nunca se delataban entre ellos. Claro que algunos fueron descubiertos, pero por los mismo docentes, lo cual no era recomendado por los imponentes castigos que ponían.

Dejo de pensar en ese tema cuando mi celular empieza a vibrar en el bolsillo de mi casaca.

—¿Mamá?

¿A qué hora llegarás a casa?

—Me parece que en media hora. ¿Por?

—YoonOh salió del hospital, JaeRin nos invitó a su casa. Yo estoy por salir del trabajo y voy directo a su casa, ¿Te veo ahí?

¿Se nota lo tan querido que es Jaehyun por mi mamá?

—¿Puedo excusarme?

—No, así que te espero ahí, no puedes simplemente no ir. ¿Recuerdas la vez en que te lesionaste el tobillo con tus patines? JaeRin y YoonOh organizaron aquella fiesta cuando regresaste a casa.

—Bueno, iré, pero nos regresamos temprano.

—Claro. ¿Crees que deba comprarle algo a Jae?

—Mamá, no somos niños, no creo que Jaehyun necesite más que dormir para recuperarse, ni deberíamos ir, para dejar que descanse.

—Te veo allá, adiós.

Different || LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora