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-Cuando éramos una pareja el solía portarse muy bien conmigo – nos comentó tomando café mientras se sentó con nosotros a charlar sobre todo esto – pero desde que comenzó a trabajar en aquella preparatoria comenzó a ser distante, a comportarse de una manera alejada.

-Mire... - intenté excusarme.

-¡Ya me dijiste que contigo pasó estas 4 semanas! Y yo ya te dije que me lo contó, me dijo que había un estudiante con problemas...

Toudou tosió un poco mostrando burla hacia mí.

-...y se cuál es tu preocupación, pero no deberías de atormentarte, Satoru simplemente es... un gran idiota... antes de todo esto ya teníamos problemas, no es tu culpa, no deberías de disculparte por él, lo mejor para ambos es habernos dado un tiempo para que esto se solucione, así que dale un tiempo a él.

Me sentí muy mal, ella se puso de pie y se fue diciéndonos que aquello era cortesía de la casa, no la había visto nunca pero podría sentir en la forma en la que hablaba de mi querido profesor que ella también estaba afectada por toda esta situación y sentía que era culpa mía. No importa cuando me dijera que no lo era.

-Hay que venir aquí mucho más seguido, ¿es muy bueno no crees? – me comentó Toudou intentando desviar mi cara de pocos amigos que seguramente tenía cuando ella se alejó de la mesa.

No le respondí.

-Deja todo eso, son problemas de adultos, no deberías de entrometerte, debemos irnos...

Ambos nos terminamos de tomar el café y simplemente salimos, aunque ella nos dijo que era cortesía de la casa decidimos dejar la cuenta si o si, no haberlo hecho hubiera arrojado más sal a la herida, así que sin pensarlo ambos salimos.

Toudou era un gran amigo que solía apoyarme, ese tipo de personas son las que más admiro, las que no suelen mirar más allá de si una personas les podría ayudar o no, por eso me agradaba mi profesor, y por eso él es el presidente, suele ayudar a todo tipo de ayudas sin decir algo, mis problemas no son causa de burlas para él.

-¿Qué están haciendo aquí? – apenas llevábamos como 10 minutos de camino, estaba perdido en mis pensamientos que no noté que mi querido profesor quizás intentó entrar a aquella cafetería y no le fue muy bien que digamos porque estaba totalmente mojado.

Vestido formalmente y empapado como que alguien le lanzó agua como que se tratase de un hombre sospechoso intentando hacer algo, y mis problemas estaban a punto de comenzar por eso mismo.

Su tono había sido de ira.

-Yo vine...

-Así es – estaba serio, no era ni triste, ni como lo había visto anteriormente, su expresión era de enojo, quería asesinarme, sus ojos azules se posaron en mi buscando una respuesta más razonable de la que iba y sabíamos que era.

Pero no podría encontrarla porque no existía.

-Acabas de arruinarlo – me comentó mientras se iba con un paso firme y furioso, lo quedé viendo hasta que se fue de mi vista, me encanta cuando se enoja, lo hacen verse peligroso y atractivo.

Era la primera vez. Cuando se perdió de mi vista fue cuando deje de estar hipnotizado por su belleza y me di cuenta que se había enojado conmigo.

Un nudo se posó sobre mi garganta, solo sentía esa sensación con mi abuelo y cuando reprobaba matemáticas de manera constante, tenía miedo, estaba asustado.

Toudou me golpeó en la espalda, sabía que aquello me relajaba.

-Ahora si estas en problemas – me comentó no supe mucho más, no supe como regresé a la casa y como terminó el día.

Intenté llamar al profe durante todo el domingo pero él no me respondió ninguna de mis llamadas, no me gustaba que el único profesor que me entiende estuviera tan distante de mí.

Llegó el lunes, estuvimos en las clases, y él me ignoró, intentando llamar su atención como siempre se portó de manera profesional conmigo, pero nada más.

Cuando la clase terminó no lo encontré en la cafetería, me disgustaba que realmente se hubiera enojado conmigo por haber metido la pata.

No me arrepentía para nada, pero habían muchas cosas que seguramente habían empeorado la situación, pero precisamente me ayudó a comprender que extrañaba la rutina de ir a la cafetería y a recibir las instrucciones de él.

Tener su atención y recibir su catedra, pero por mi problema ¿debería de resignarme a que nunca lo tendría de nuevo solo para mí?

Seguramente sería lo mejor.

Y sabía que me costaría mucho.

Así que inmediatamente comencé a estudiar por mi cuenta, viéndome con Megumi, intentando no llamar su atención con algunas dudas. Procurando no aclarar mis dudas con él, sin embargo; eso seguramente fue mi punto negativo porque de nuevo volvieron a salir muy mal.

Odiaba cuando me salían mal por un simple procedimiento.

De nuevo a donde había comenzado. Volví a llamar su atención.

-¿Por qué no me preguntaste? – me dijo a solas en el salón, yo guardé silencio ante eso, pensé que ahora no le gustaba mi compañía.

Había colocado un muro entre ambos, uno que quería destruir, pero le juro por el odio que les tengo a las matemáticas, que no lo estaba haciendo a propósito.

-Ahora que sabes cuál es mi situación...

-Profe yo...

-Solo quiero que me escuches, ¿sí? – Dio un suspiro cansado – volveremos a comenzar por donde nos quedamos, no voy a permitir que todo lo que trabajamos se termine por esto. Solo... dame tiempo... prometo que volveremos a ir a aquella cafetería.

Sentí un calor agradable, quería saltar de felicidad, pero intenté no demostrar mi alegría y solo asentí, si respondía con palabras demostraría algo equivocado.        

Enamorado de mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora