VIII

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Durante todos estos casi 3 meses me doy cuenta que era feliz sin saberlo.

La fiesta era como la de cualquier adolescente, con música a todo volumen, y mis intentos por comportarme como alguien normal parecían irse a la basura, la música era movida, pero cuando se detenía a una romántica comenzaban a pelearse por mi profesor, y no importaba que, él no decía que no, valía madres si estaba cansado o no, mi adorado profesor Gojo, ¿no le enseñaron a decir que no?

Mis celos injustificados venían como una ola, bailaba en contra de mi voluntad, y allí está el problema, ¿podría pedirle un baile lento a mi profe? No ¿verdad? Todos los ojos estarían encima de mi.

Lo peor es que habían ciertos factores, se dieron cuenta que estaba enojado y Megumi se burlaba de mi diciéndome que no había tomado mis pastillas en contra de mi bipolaridad, y que Miwa no tenía la culpa de nada, quedó prendida así como yo, así que no podía odiarla, no tenía derecho a insultarla o a quitarle a mi querido profesor que dejara de tocarlo.

No tenía derecho ni siquiera a estar enojado.

Pensé que quizás había hecho una mala decisión al haber ido a la fiesta aunque fue el quien me lo pidió.

-Lo que debes hacer para retomar el efecto de tus pastillas es ir a tomar aire fresco – se burló Megumi mientras me tomaba de los hombros junto con Toudou para sacarme al patio, el clima era agradable, me daba la sensación de que estaba haciendo algo malo.

-¿Podrías dejar de celar al profe Gojo? – casi se me sale el corazón por la garganta cuando Toudou me comentó eso en frente de Megumi como que fuera la cosa más normal del mundo.

Abrí mi boca pero de ella no salió nada.

-Parecen un trio amoroso, ¿desde cuándo sucede esto? – preguntó Megumi frunciendo ligeramente el ceño.

-Desde hace como un mes – Toudou respondió por mí, tenía ganas de pegarle, pero mi cuerpo no reaccionaba en lo más mínimo, lo quedé viendo con mirada de odio - ¿Qué? No sabía que después de lo que pasó con su mujer fuera un secreto.

Tragué antes de recobrar el control de mi cuerpo.

-No se metan en esto – comenté intentando sonar amable, eran amigos importantes para mí como para comenzar una pelea por una estupidez mía. Nadie puede escoger de quien enamorarse; pero eso solo volvería todo aburrido.

-Intentamos no hacerlo – comentó Megumi – pero no estas disfrutando la fiesta a pesar de que solo estudias y cuidas a tu abuelo.

-No paso cuidando a mi abuelo – respondí, pero mis problemas iban a comenzar a partir de ese momento.

El clima era muy bueno, los 3 nos reímos de repente por aquel comentario que solíamos contar con respecto a mi abuelo y sus problemas de memoria, y el hecho de que siempre les tengo que presentar a los 2, ha sucedido un millón de veces y Megumi suele bromear con él, comentando que un día se le va a olvidar incluso que tiene un nieto.

En fin; nos quedamos un rato en aquel patio que su clima no era tan malo, para que de repente apareciera la hora final con el pastel y todas esas cosas que le gustaban a Miwa a pesar de ser algo tímida.

Pero allí parecía ser algo distinto a todo lo demás, ella había dejado atrás su nerviosismo y estrés para centrarse solo y únicamente en aquel momento, parecía importarle poco que la estuviéramos viendo y demás cosas.

Ella solo agradeció por todo eso, Maki la lleno de pastel haciendo reír a todos y en ese preciso momento se abalanzó sobre nuestro profe para darle un beso llenándolo de pastel.

Todo el lugar se quedó en completo silencio.

No importa ya decir que fue lo que sentí, simplemente salí de la fiesta, y afuera hacia muchísimo más frio que dentro, incluyendo el patio, comencé a caminar de nuevo con aquel enojo sin justificación alguna y con un nudo en la garganta.

Mi casa quedaba increíblemente lejos, pero me haría bien caminar aunque aquella baja temperatura me llegaba hasta los huesos. Pude pensar mejor, en la fiesta seguramente no notarían mi ausencia, había sido un estúpido, al fin y al cabo no debí haber ido, me hubiera quedado en casa comiendo helado mientras veía la televisión, era mejor que las cosas quedaran en mi mente y no como las había vivido en vivo.

No supe cuánto tiempo había caminado, solo supe que llegué a mi casa donde mi abuelo se había quedado dormido en el sillón, sin importar que lo levanté de su asiento para poder recostarlo en su cama.

-Yuji, ¿Cómo te fue? – me comentó medio dormido.

-Bien abuelo.

-¿Y porque estas tan frio? – aquello no podía responderle.

-Solo duerme – así me sentía por dentro, con un frio que nadie podría quitarme.

Lo arropé y me fui a mi habitación, tenía cosas que preguntarme a mí mismo, aunque me doliera en todo mi ser debería de dejar de tener celos, podría fantasear, tener una aventura en mis sueños, pero nada más, tenía que bajarme de las nubes y comenzar a pensar en el futuro.

El fin del semestre terminara pronto y todo lo que ha hecho esta situación es desviarme de mi objetivo.

Me acosté sobre mi cama para poder descansar. Dormir tenía que hacerme bien y dejar de pensar en todas estas tonterías.

Enamorado de mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora