IX

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¿Pueden creer que por primera vez en mi vida no me siento tan nervioso en un examen de matemáticas? sabía de antemano y me sentía mal, quizás tenías curiosidad por mi problema con las matemáticas que simplemente ignoraste cualquier cita que tenías para ayudarme.

Ahora que mi problema se fue un poco me siento aliviado, todo eso fue gracias a tu paciencia y que nunca parecías cansado ni intentaste burlarte de mí, aunque me duele sé que no puedo protestar, desearía estar más tiempo a tu lado pero el mundo nunca ha sido amable con mi vida esta vez no podría ser diferente.

Fui a la preparatoria como todas las mañanas, ya no era una verdadera tortura como antes, pero si me sentía un poco triste, el amor solo es lindo cuando es correspondido.

Da la sensación de ser un día completamente normal, aturdido, nervioso que no sé qué hacer, me da la extraña incertidumbre de haber hecho algo malo, algo inmortal fuera de mis límites.

Tomo mi asiento, mientras los demás solían charlar mientras vienes, me doy cuenta de lo mucho que he cambiado desde que te conozco, todos se dan cuenta que no soy el mismo, se toman la molestia de preguntarme que me pasa, pero intento desviar aquella conversación diciendo cosas sobre la tarea, incluso me hecho más responsable, jamás pensé en decir eso, pero ahora me preocupa mucho lo que sucede a mi alrededor.

Apareces, todos toman asiento, tu tan alegre como siempre nos das un pequeño momento antes del examen, después de todo lo que ha sucedido no sé cómo puedes ser el mismo, guardar tanta calma como que nada sucediera, tan alegre, gracioso y atractivo y a diferencia de los demás, se me hace imposible concentrarme, no puedo hacer más que verte y pensar en tocarte mientras estas dando las clases.

Me siento tan sucio, no debería de pensar en ese tipo de cosas, eres mayor que yo, pero todo lo que me queda es tener ese pensamiento compulsivo, obsesivo que jamás se harán realidad.

Que bueno que soñar no cuesta nada.

Entregas los exámenes y pides que los pacemos en cada fila, cuanto tomo el mío siento tu mirada sobre mí, recibo un escalofrió, y a ti parece importarte poco lo que me pasa, no te importa lo nervioso que me pones cuando recibo un poco de tu atención, como si no supiera lo que me sucede realmente; es irónico, adoro tenerte solo para mí, y a la misma vez me pones nervioso.

Me da un tic nervioso y antes de darme cuenta no estas observándome, todos los días son una tortura y placer interminable verte, tengo tantas cosas que decirte, estas más allá de la comprensión de cualquier persona, tu sonrisa revive a los gatos muertos y tu mirada pone de buen humor hasta la persona más amargada de todas.

Pero no tengo la opción de continuar fantaseando contigo, doy un largo suspiro y de inmediato comienzo a hacer el examen, últimamente me he vuelto más aplicado, tu eres la persona más influenciable para mí, no sé qué sucede a mi alrededor, desde hace un par de semanas los demás no existen solo tú y yo en el espacio.

Quizás me di cuenta demasiado tarde que siempre seré tuyo.

No sé si los demás entregaron el examen, lo único que sé es que yo ya terminé, intento guardar la calma, he estado estudiando día y noche para impresionarte y que me notes ¿ves las cosas que me haces hacer?

Me levanto de mi asiento y mis piernas me flaquean, siento que me han golpeado en el estómago y mi garganta está seca, apenas me encamino para tu escritorio, como puedo caminar bien y pego en uno de mis compañeros, él pensó que estaba copiándole así que me reclama, antes de darme cuenta tu mirada esta otra vez en mí.

-¿Sucede algo? – me preguntas con tu dulce vos, ¿Por qué tenía que pasar eso? Ahora mi corazón está a mil por hora, se me hace muy difícil responder.

-Na... nada, fue un accidente – respondo como puedo, tengo que evitar sostenerte la mirada, no puedo hacerlo, siento que me sonrojé y que mi corazón se detendrá de tanta adrenalina, quiero ir donde ti, abrazarte y besarte, pero a la misma vez sé que no es correcto, y que no debería de pensar eso en medio de un examen.

Estas tan alejado de mí y a la misma vez tan cerca, llego en un par de pasos y coloco el examen sobre tu escritorio, pareces extrañado que tomas el examen entre tus manos.

Había hecho un esfuerzo titánico por hacer tan poca cosa, mi corazón late a mil por hora, me da una extraña sensación, un preludio, ¿Por qué estás viendo mi examen en frente de mí? Quiero moverme, pero mis piernas no me responden, comienzo a sudar, y sé que si continuo en frente de tu escritorio tapando a los demás pensaras mal y me dirás algún sermón, lo que menos quiero es que pienses que encubro a los demás, pero me sonríes, esa sonrisa tan dulce, linda y deslumbrante que me hace levantarme todas las mañanas.

-Sigue así – me dices para colocar el examen de vuelta donde estaba, me sentí feliz y cálido, regreso a mi asiento mas relajado y me dejo caer en el con una calidez que nunca antes había sentido.

Había tenido un buen día.

Enamorado de mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora